No quería enamorarse de ti. Eso era lo que más temía.
Intentó evitarte porque sabía que su corazón iba a desafiar lo que su mente quería. Sabía que su corazón había tomado otra decisión, una decisión de la que sabía que se arrepentiría.
Ni siquiera quería que le gustaras, y mucho menos quererte. Y entonces, de repente, se encontró en una situación que ya no podía controlar.
Cada vez que te veía, sentía mariposas en el estómago. Cada vez que alguien mencionaba tu nombre, una sonrisa se dibujaba en su cara. Sabía que eras malo para ella, pero su corazón no la escuchaba.
Sabía que no debía amarte y temía amarte. Ya le habían roto el corazón demasiadas veces y conocía demasiado bien esa sensación.
Por desgracia, esta vez su corazón no le dio más opción que latir y doler sólo por ti.
Tenía miedo de amarte porque ya había pasado por eso. Sabía lo que le esperaba.
Sabía que una persona saldría de esto con el corazón roto en mil pedazos y esa persona no serías tú.
Tenía miedo de amarte porque sabía que esa falsa felicidad la cegaba temporalmente.
Esta breve sensación de excitación, la esperanza de haber encontrado por fin el amor verdadero, la despistó.
Le hizo olvidar su pasado y todas las veces que había sido feliz al principio y herida y dolida al final.
Ella tenía miedo de amarte porque le diste esperanza. Le hiciste creer que eras el verdadero hombre para ella. Le sonreías como si fuera la única persona en el mundo que te importaba.
Le cogías la mano y la abrazabas cuando necesitaba tu contacto. Pero nada de eso era sincero. Nada de eso era real. Esto no era amor incondicional, era algo completamente distinto.
Le hiciste perder el tiempo y le diste falsas esperanzas. Te aprovechaste de su corazón blando.
Tenía miedo de quererte porque sabía que desaparecerías sin ningún cierre, ni siquiera un adiós o que pondrías excusas falsas y razones estúpidas que ella no entendería.
Sabía que se quedaría sola, preguntándose sin remedio qué había hecho mal, aunque nunca hubiera sido culpa suya.
Tenía miedo de amarte porque sabía que saldría herida.
Es una chica con un corazón suave y sensible. Ella es sólo una chica normal que no quería amarte en primer lugar. Te acercaste sigilosamente a ella y sedujiste su corazón con palabras vacías y tu falsa apariencia.
La has encantado llevando tu máscara de 'chico bueno'. La has herido porque nunca te preocupaste por ella.
Nunca te molestaste en preguntarte por qué estaba tan asustada o por lo que pasó y por qué no quiere confiar en ti.
No hiciste ninguna de esas preguntas porque no querías que te las respondieran.
Necesitaba a alguien que estuviera a su lado, alguien que le hablara, alguien que le quisiera. Hizo todo eso y lo único que obtuvo a cambio fue angustia y algo más de dolor.
Lo único que consiguió fue llorar en su habitación en mitad de la noche, viendo cómo sus paredes se estrechaban a su alrededor.
Le entraron ganas de arrancarse la piel para acabar con el dolor. Era demasiado para ella. Quería arrastrarse sola al lugar más oscuro del mundo y morir.
Cuando la heriste, ella se sumió en el dolor y no dejaba de preguntarse por qué no puede ser amada como se merece. Ella sabe cómo amar y ha amado antes.
Entonces, ¿por qué no puede experimentar en su propia piel ni la más mínima parte del amor que siente por los demás?
El amor le mostró su cara de perra. Para ella, el amor es cada vez que se ha equivocado, cada vez que ha sido ella la que no se ha esforzado lo suficiente. Para ella, el amor es esa frase de "No eres tú, soy yo".
Para ella, el amor es un sentimiento de abandono sin motivo. Por supuesto, tiene miedo de amar.
El amor le ha dado con la puerta en las narices cada vez que estaba a punto de entrar.
A pesar de todo lo que ella pasó. A pesar de que te advirtió y te dijo que no quería estar contigo, seguiste presionándola. Y lo que es peor, ella se volvió aún más interesante porque no te quería.
En lugar de dejarla ir y mantener su corazón a salvo de ti, elegiste ser egoísta. Elegiste jugar con ella para satisfacer tus necesidades y deshacerte de ella cuando te hartaste.
Decidiste darle esperanzas, lo que hizo que se quedara un poco más, pensando que cambiarías.
Elegiste faltarle al respeto dejándola en ridículo.
Elegiste ser un cobarde, así que rompiste huyendo sin decir una palabra.
Elegiste guardar silencio cuando ella te suplicó que hablaras para intentar salvaros a los dos.
Elegiste hacerle daño y lo hiciste.
Aún teme al amor. Todavía le aterrorizan los corazones rotos. Sigue dudando de la gente.
Pero, el verdadero amor llegará a su puerta tarde o temprano. Borrará el miedo y llenará su corazón del amor verdadero que siempre ha deseado.