¿Y si ya conoces a tu "elegido"? La persona con la que deberías estar. El que está hecho para ti. El que has estado buscando y esperando toda tu vida. La única pega es que tienes que esperar. Tienes que esperar a que estén listos para ti.
Aunque esperar no suena tan mal, sinceramente es lo más difícil. Es un largo proceso de rezar, tener fe y esperar. Antes de que podáis estar juntos, ambos debéis crecer y completaros por vosotros mismos. Dios debe cambiarlos a ellos y a ti.
Puedes sentir en tu corazón que estás hecho para amar a esa persona. Quieres amarla con todo lo que hay en ti. Sólo quieres mostrarles qué es el verdadero amor incondicional.
Vosotros dos sois el uno para el otro; lo tienes claro, pero aún no ha llegado el momento. Durante este período de espera, habrá circunstancias que te harán dudar y perder la esperanza a veces, pero ahí es donde la oración y la fe entrarán en acción.
Mientras esperáis, os encontraréis con muchas personas diferentes, pero ninguna funcionará porque no está hecha para vosotros. Es decir, puede que se sientan bien y puede que tengan "defectos" que ignorarás y decidirás aceptar, pero al final no funcionarán simplemente porque no son los tuyos.
Cómo me gustaría que me dieras una oportunidad, pero ahora no lo harás porque no es nuestro momento.
Tenemos que seguir creciendo; hay más que aprender antes de que podamos estar juntos. No quiero que seas lo que me complete. Quiero estar completamente completa dentro de mí misma. Quiero conocerme y amarme completamente antes de poder compartir mi vida contigo. Igualmente, contigo.
Hay más vida que experimentar. Pero merece la pena esperar. Nosotros lo valemos.
A veces se hace difícil porque la mayoría de los días es como si mi alma te anhelara. Mi corazón clama por el tuyo. ¿Puedes oírlo? Te extraño constantemente; no puedo esperar a que tú me extrañes de la misma manera.
Me siento y pienso; porque estamos hechos el uno para el otro, ¿estamos conectados incluso separados el uno del otro?
Recuerdo cuando nos cogimos de la mano por primera vez. Sentí como si mi mano perteneciera a la tuya. Podía sentir mi espíritu conectado al tuyo. Todavía me pregunto si sentiste lo mismo que yo. Quizá estoy loca, pero sigo creyendo que no querías soltarme. Nos tomamos de la mano dos veces esa mañana.
La primera vez que nos cogimos de la mano, no lo hicimos de la forma correcta, así que no me sentí bien, pero aun así, nos quedamos allí. Luego, la segunda vez, corregiste la posición de tu mano, cogiste la mía y la agarraste tan fuerte. Sentí que mi mano no pesaba en la tuya. Tu mano fuerte sujetaba la mía sin esfuerzo y encajaba perfectamente. Me pregunto si será así entre nosotros. Me pregunto si todo se unirá entre nosotros y encajará tan perfectamente.
Con el tiempo, tuve que dejar ir a cada chico que se cruzaba en mi camino porque no eran el mío. No eran tú.
Todavía recuerdo aquella mañana del verano en que oré y le pedí a Dios por ti. Aunque no supe que era a ti a quien enviaba hasta después de que habláramos por primera vez. "¡Es él, Dios!
Es el único Quiero". Recé esas palabras una y otra vez después de dejarte aquella noche. Desde entonces, me aferro a la promesa de Dios de que tú serás el mío cuando llegue el momento. Hasta entonces... estaré esperando.
por Shanequa Fleming