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¿Siempre dices lo que quieres decir y sientes lo que dices?

¿Siempre dices lo que quieres decir y quieres decir lo que dices?

"Di lo que piensas y piensa lo que dices. No temas mantenerte firme en las decisiones que tomes. Confía en ti mismo. Cree en tus instintos. Haz lo que más te convenga. Sé fiel a ti misma y sé buena contigo misma. Permite que cada decisión que tomes potencie, enriquezca y añada valor a tu vida". - Stephanie Lahart

Decir siempre la verdad no es tarea fácil. Intentar hablar con honestidad y expresar tus verdaderos pensamientos y emociones es bastante complicado, sobre todo en las relaciones.

Decir lo que se dice puede ser aún más complicado, sobre todo cuando las emociones se apoderan de uno.

Estamos aquí para ayudarte a aprender a ser respetuoso y amable cuando te comuniques con tu pareja, sin comprometer la verdad que hay que decir.

También exploraremos la idea de mentir y si hay algún momento en el que esté bien hacerlo.

Empecemos.

9 consejos para mejorar su estilo de comunicación

1. El momento oportuno lo es todo

No es que siempre debas posponer decir algo importante, pero elegir el momento equivocado no te llevará a ninguna parte.

No sorprendas a tu pareja con una conversación súper seria mientras os divertís en una fiesta, ni le interrumpas mientras está haciendo algo importante.

Elegir el momento adecuado puede marcar la diferencia entre resolver tus problemas de forma honesta y abierta o discutir sin llegar a ningún tipo de solución.

No es mala idea acordar la hora a la que tendrá lugar la conversación para que ninguno de los dos se sorprenda, se enfade o se emocione demasiado para resolver lo que haya que resolver.

Si es algo pequeño lo que quieres compartir, de nuevo, piensa en el momento. Cuando tu pareja se está preparando para ir al trabajo o a un evento no es el momento de decirle que ha engordado.

Puede que sea cierto, pero decirles algo así en ese momento concreto es simplemente cruel.

2. No planifiques la conversación hasta el más mínimo detalle

Aunque la mayoría de nosotros planificamos intuitivamente lo que vamos a decir e incluso imaginamos creativamente cómo va a responder la otra persona a nuestras palabras, en realidad las conversaciones no se pueden predecir.

Esto es especialmente cierto si se trata de algo profundo y emocional de lo que tienes que hablar. Es probable que las cosas no salgan como habías planeado.

Por eso debe ser flexible.

Tener una idea general de lo que quiere compartir y cómo quiere comunicarlo es importante, pero intentar controlar la conversación por completo sólo puede conducir a malentendidos y, a la larga, a peleas.

Inclínate por la conversación, dejando espacio para lo que tu interlocutor quiera aportar a la discusión.

3. Paciencia, paciencia, paciencia

Elegir las palabras adecuadas puede resultar difícil. Si a tu pareja no se le dan tan bien las palabras como a ti o le cuesta expresarse, puedes impacientarte.

No les obligues a soltar cualquier cosa sólo porque no puedes esperar a que encuentren lo que tienen que decir.

La paciencia es muy importante cuando intentas comunicar tus emociones de forma honesta y abierta.

No intentes ayudarles, poniendo palabras en su boca. Tampoco te quedes sentado planeando lo siguiente que vas a decir.

Intenta escuchar activamente todo lo que compartan, porque para las personas con problemas de comunicación, cada palabra es importante.

Si eres de los que tienen problemas para expresar exactamente sus pensamientos y emociones y te suele costar decir lo que quieres decir, date tiempo. Las palabras adecuadas llegarán, pero...

4. Cuando te fallen las palabras, sigue tu intuición

En la comunicación con los seres queridos no sólo intervienen las palabras. A veces, las palabras nos fallan.

Los malentendidos son muy desagradables y toda la confusión que se deriva de ellos puede ser bastante estresante.

Cuando estés en el lado oyente de la conversación, intenta escuchar con el corazón.

Incluso cuando nuestros oídos escuchan a nuestra pareja decir algo que no encaja en absoluto con lo que es, nuestro corazón escucha más allá de eso.

Sigue tu intuición en este caso e intenta seguir discutiendo con calma sin hundir a tu pareja en el fango de las palabras inadecuadas que ha pronunciado enfadándote.

Si eres tú quien habla y acabas de decir algo incorrecto, explica que no fuiste capaz de encontrar las palabras para expresarte mejor y que lo que dijiste no era lo que querías comunicar.

El amor ideal es una comunicación sanasino también de hablar con el corazón.

5. Deja de juzgar y elige la aceptación

Para decir lo que se quiere decir y para que lo que se quiere decir tenga sentido, las palabras tienen que proceder de un lugar de amor y claridad.

La honestidad no consiste en ser crítico.

Cuando decidimos comunicarnos, nuestro objetivo final es que nuestra pareja nos comprenda, del mismo modo que nosotros debemos comprenderla a ella. Construir un entorno seguro es imprescindible.

Empezar la conversación desde el juicio y la crítica sólo conduce a malentendidos, peleas y sentimientos heridos. En su lugar, opta por la aceptación.

No importa de qué hables, decide de antemano que tu punto de partida es el de la aceptación y el amor.

Si tu pareja se siente juzgada, se cerrará en banda y te ocultará su vulnerabilidad. La comunicación sincera no consiste en ofender o herir a alguien.

Se trata de crear un entorno seguro para tu interlocutor en el que se sienta seguro para abrirse.

6. Honestidad

Por supuesto, la parte más importante de decir lo que se quiere decir y de querer decir lo que se dice es la honestidad. No tiene sentido compartir algo que ni siquiera es verdad. Nadie se beneficia de las mentiras y los engaños.

La pareja debe ser capaz y estar dispuesta a decir su verdad, teniendo siempre presente que el amor, las buenas intenciones y la claridad son elementos esenciales de una comunicación sana.

Ser honesto y, al mismo tiempo, proceder desde un espíritu de amor, profundizará y fortalecerá su relación más que cualquier otra cosa.

7. Elija siempre la comunicación cara a cara por encima de cualquier otra

Las cartas, los correos electrónicos y los mensajes de texto pueden malinterpretarse. La mayoría de las veces, lo son.

Cuando hay algo importante o delicado que tienes que compartir con tu pareja, es mejor optar por una conversación cara a cara.

Hablar en persona ayuda a evitar todos los malentendidos innecesarios que son demasiado comunes en cualquier otra forma de comunicación.

Si intentas evitar hablar en persona porque te parece que nunca compartes todo lo que quieres, puede ser una buena idea que recopiles tus pensamientos de antemano y los escribas para que puedas recordar todo lo que querías decir.

8. Cuidado con el lenguaje corporal

Además de las palabras que dices, tu lenguaje corporal es la parte más importante de tu estilo de comunicación. Asegúrate de que cuenta la misma historia que tu boca.

Preste atención a su interlocutor. Siéntate cerca de él y participa físicamente en la conversación.

Mantén el contacto visual y permanece abierto. No aprietes los puños ni hagas un tic nervioso como rebotar la pierna.

Tu cuerpo debe permanecer tranquilo y abierto, de la misma manera que tu mente está abierta a recibir todo lo que tu interlocutor está compartiendo. Cuando hables, hazlo con calma.

No gesticules en exceso, sobre todo no de forma agresiva que sólo mostraría tu enfado e impaciencia.

Demuéstrale a tu pareja que la respetas, incluso cuando no estés de acuerdo y quieras exponer un punto de vista completamente distinto al suyo.

No te distraigas con otras cosas, como mirar el móvil mientras hablas.

9. Utilice la regla de los dos días: no es necesario compartirlo todo.

Si ha ocurrido algo que te ha hecho querer contárselo a tu pareja, pero te sientes muy enfadado o confuso, o simplemente tus emociones están a flor de piel por ello, opta por esperar.

48 horas después, si sigues sintiéndote igual, háblalo con tu pareja.

Si, pasado ese tiempo, ni siquiera te importa lo ocurrido, plantéate simplemente no decir nada.

La gran parte de la actitud "di lo que quieres decir y piensa lo que dices" aplicada a las relaciones es saber cuándo no hay que compartir más de la cuenta.

No pasa nada por no decir algo si ya no es importante y no cambiaría nada, salvo quizá provocar una pelea.

Si decides hablar cuando estás enfadado, te arriesgas a no querer decir lo que dices. Y eso es igual de importante que decir lo que quieres decir: nunca lo olvides.

Esto es lo que hay que decir cuando se está enfadado

1. Da un paso atrás y respira

Si te encuentras en medio de una conversación apasionada (léase: pelea) y sientes que ya no controlas tus emociones ni tus palabras, lo mejor es que pulses el botón de pausa.

Dile a tu pareja que necesitas tiempo para pensar en todo lo ocurrido.

Cálmate antes de empeorar aún más la situación diciendo un montón de cosas que ni siquiera quieres decir y que herirían los sentimientos de tu pareja y posiblemente incluso arruinarían vuestra relación.

2. Piensa en lo que te hizo enfadar

Cuando estés tranquilo, piensa en lo que te hizo enfadar tanto. Intenta analizar la situación lo más exhaustivamente que puedas.

¿Te enfadó algo que hizo tu compañero o fue algo que dijo o la forma en que lo dijo?

Piensa detenidamente hasta que te des cuenta de lo que realmente quieres decir y qué es lo que necesitas compartir con tu pareja para expresar tus verdaderas emociones y pensamientos.

3. Habla (teniendo en cuenta todos los consejos que te hemos dado)

Cuando sepas qué es lo que quieres decir, y cuando por fin estés tranquilo, habla con tu pareja. Ten en cuenta todos los consejos que te hemos dado.

Mantente respetuoso, abierto y dispuesto a aceptar. Opta por la paciencia y la flexibilidad y asegúrate de que tu lenguaje corporal está en sintonía con cómo te sientes.

Di siempre lo que quieres decir, pero no lo digas mezquinamente.

Encuentre una forma de expresar amor y comprensión incluso cuando esté reprochando un comportamiento o intentando demostrar algo a su pareja con lo que no está necesariamente de acuerdo.

4. ESCUCHA - no te olvides de escuchar

No te centres sólo en lo que tienes que decir. Mientras tu interlocutor habla, no utilices ese tiempo para pensar en lo siguiente que vas a decir.

Para que una conversación tenga sentido, ambos tenéis que expresar vuestras verdades.

Escuche activamente, pensando detenidamente en todo lo que su interlocutor comparta con usted. Intenta comprender su punto de vista.

Deje espacio para una comunicación sana y tranquila en la que todos se sientan libres para ser sinceros y vulnerables.

¿Es siempre la sinceridad la mejor política? Todo sobre las mentiras piadosas

A primera vista, puede parecerle que la respuesta obvia es ser siempre sincero. Pero hay una buena razón para que existan las mentiras piadosas.

¿Qué son?

Una mentira piadosa es una mentira dicha con la mejor intención, tratando de evitar que la otra persona se sienta innecesariamente herida o avergonzada.

Hay muchos tipos diferentes, y te presentamos cuatro tipos de mentiras piadosas que se suelen utilizar en las relaciones:

Mentiras descaradas

Las mentiras descaradas no tienen ni un ápice de verdad.

¿Recuerdas el instituto, cuando llegabas tarde a clase y tu profesor te preguntaba por qué y tú le decías que el autobús se había retrasado o que el conductor estaba enfermo, mientras te quedabas dormido? Sí, eso es.

Por lo tanto, si le dices a tu pareja que no saliste, sino que estuviste estudiando mientras en realidad estabas viendo Netflix, eso es una mentira descarada, por muy poca diferencia que suponga la verdad.

Verdades suavizadas

Las verdades suavizadas son una especie de mentiras blancas que se utilizan cuando se quiere minimizar el impacto de la verdad que se va a compartir.

Por ejemplo, su pareja le pregunta si su ex era mejor que él en algún aspecto, y usted le dice que "era un tipo de persona muy diferente", sin querer herir sus sentimientos con toda la verdad, pero sin decir una mentira.

Omisiones cuidadosas

Omisiones cuidadosas es lo que haces cuando intuyes que se avecina una situación o un comentario incómodo, y cambias rápidamente de tema o te excusas para ir al baño.

Por ejemplo, tu pareja dice lo encantadora que es su hermana y tú intuyes que está a punto de preguntarte qué piensas de ella (y a ti no te gusta), así que dices algo como "Sí, escucha, tenemos que irnos, si no llegaremos tarde a cenar".

Mentiras grises

Las mentiras grises son mentiras que no son realmente blancas, pero tampoco negras (simplemente una buena mentira).

La mayor diferencia entre una mentira blanca y una mentira gris es que una mentira blanca se utiliza para evitar que otra persona se sienta mal innecesariamente, mientras que las mentiras grises te ayudan a evitar situaciones embarazosas o incómodas.

Toda mentira blanca puede ser también una mentira gris, dependiendo de tu intención.

Por ejemplo, cuando cuentas una anécdota graciosa del trabajo en la que alguien se avergüenza, pero utilizas a tu compañero de trabajo como protagonista, mientras que la anécdota de la que hablas te ha ocurrido realmente a ti y sólo querías evitar la vergüenza, eso es una mentira gris.

¿Son realmente necesarias las mentiras piadosas?

No existe una respuesta única a esta pregunta. La verdad es que decir una mentira pequeña e insignificante puede ser eso: completamente insignificante.

El problema se produce cuando una persona no distingue entre decir una pequeña mentira y realmente mentir sobre algo que realmente tenga impacto.

Además, algunas mentiras -las grises, en particular- pueden ser difíciles de superar.

Una vez que se dice algo, puede arrastrar un montón de mentiras más que hay que decir para mantener la primera mentira, y eso se complica.

Depende de ti encontrar la razón en lo que decides hacer, ya sea decirle a tu pareja que su pelo está estupendo, aunque no lo esté, o que su familia es encantadora, a pesar de que tú no la adores especialmente.

Todo se reduce a tu propio sentimiento personal sobre lo que es importante y lo que no.

La mejor manera de decidir si utilizar una mentirijilla insignificante o no es pensar en lo que te gustaría que te dijeran en ese tipo de situación y actuar en consecuencia.

A veces, preferimos que nos cuenten mentirijillas para sentirnos mejor, aunque intuyamos que no nos están diciendo la verdad.