Después de un largo día de trabajo, recojo a los niños de la guardería y conduzco de vuelta a casa. Llegamos a la puerta y los niños entran corriendo. Mi marido se para junto a la puerta, me agarra las nalgas y quiere besarme. Por el sonido de su respiración, puedo decir que realmente me desea.
Entonces oigo a nuestra hija mayor gritar que quiere leche. Me apresuro a ir a la cocina dejándolo con cara de decepción y pensando cómo siempre lo pongo en segundo lugar.
No es que quiera, es que ocurre. Estoy cansada del trabajo, los niños siempre necesitan algo y hay muchas cosas que hacer en casa. Al final del día, me derrumbo en la cama. ¿Cómo voy a tener ganas de romance cuando estoy tan agotada?
Me sentí como si fuéramos compañeros de piso.
Solía pensar que con ser una buena madre bastaba, que él apreciaría mis esfuerzos y sería comprensivo.
No me di cuenta de cómo nuestra relación cambió mientras yo estaba demasiado centrada en los niños. Se sintió desatendido y dejó de ayudarme con los niños. Entonces yo me indigné, comprensiblemente, porque hacía sola todas las tareas de crianza.
Peleábamos todos los días y nos distanciamos aún más. Dejamos de besarnos y de mostrarnos afecto. Como si fuéramos compañeros de piso, después de cenar y acostar a los niños, nos íbamos a la cama, dándonos la espalda.
Una noche no pude dormir pensando cómo habíamos llegado a esto. Ahora que somos padres, Puedo sentir que nuestra relación se está distanciando.
Recuerdo los dos primeros años, cuando sólo éramos nosotros dos. Solíamos salir a cenar dos veces por semana...ir al cine o quedar con nuestros amigos para tomar algo. Seguíamos cogidos de la mano, me frotaba la espalda o me peinaba con los dedos.
Estábamos tan enamorados y cada momento que pasábamos juntos era tan especial. Ahora ni siquiera nos cogemos de la mano. ¿Cómo perdimos el sentido del otro?
Fue mi mejor amiga quien me abrió los ojos. Ella me dijo "¡Los niños no estarían allí sin el marido! ¡Él debe ser tu prioridad!" Algo tan obvio como eso no se me había ocurrido hasta ese momento. Entonces me di cuenta de que tenía que hacerlo funcionar y esto es lo que he hecho. Así que te digo...
Debes encender las velas y abrir una botella de vino
Mujer, el principal consejo para mantener una dinámica familiar sana y feliz, es que debes encontrar tiempo para ¡los momentos románticos con tu maridito! ¡Compartir el afecto debe ser la prioridad!
Los niños son el tesoro más preciado, pero el matrimonio debe ser lo primero. Sé que puede sonar raro pero no olvides que tú y tu marido sois la base de la familia. Estaba allí antes que los niños.
Ten en cuenta que un buen matrimonio es beneficioso para toda la familia. Cuando los dos se quieren y se respetan, crearás un ambiente de calidez y seguridad para tus hijos y dar ejemplo a sus futuros matrimonios.
Puede que el autocuidado no sea lo primero que te venga a la cabeza cuando piensas en tu relación, pero es uno de los pasos esenciales. Cuando Participa en actividades que te recarguen, serás mejor madre, mejor esposa e incluso mejor empleada.
Además, mantén una comunicación abierta y sincera. Comparte tus sentimientos y cuéntale tus preocupaciones y necesidades. Muéstrale cómo se ven las cosas a tus ojos e intenta comprender también su perspectiva. Cuando os lleváis bien, es una buena base para construir el equilibrio.
Compartid todas las tareas domésticas y las responsabilidades parentales. Si sois un equipo de ensueño podrás dedicar tiempo a tus momentos especiales. Disfruta de conversaciones significativas, planifica actividades que os gusten a los dos y céntrate en la calidad del tiempo que pasáis juntos.
Dedica tiempo al menos una vez a la semana cuando sólo seáis dos. Contrata a una canguro o pídele a tu hermana que cuide de los niños mientras vais al cine.
Sea siempre flexible y esté dispuesto a adaptarse a todas las situaciones inesperadas que le depare la vida. Ser adaptable puede ser muy útil para afrontar los cambios de prioridades y horarios.
Si te cuesta encontrar el equilibrio, pide apoyo a amigos, familiares o incluso a un psicólogo. Una perspectiva externa puede aportarte valiosas ideas y apoyo.
Asegúrate de no distanciarte nunca de tu cónyuge y empieza a utilizar estos consejos de inmediato. Créeme, es mejor arreglarlo mientras aún no está del todo roto.
No permitas que tu matrimonio se convierta en una mera convivencia.