Este año no fue todo lo que esperaba. Fue un año en el que realmente aprendí muchas cosas, pero de una manera dura.
Fue un año en el que perdí a mis seres queridos, en el que se revelaron secretos y en el que vi cómo la gente a mi alrededor se quitaba la máscara y mostraba su verdadero rostro.
Durante este año Aprendí que sólo puedo confiar en mí misma. Aprendí que no importa cuántas veces todos me digan que estarán ahí para siempre, se irán, poniendo excusas en cuanto las cosas se pongan feas.
Aprendí que no debo dar demasiado de mí a las personas que no lo merecen y que las palabras no significan nada si las acciones son diferentes.
Aprendí que la familia no significa necesariamente seguridad y que los que juraron protegerme siempre se fueron con el primer bache del camino.
Este ha sido un año en el que he aprendido mucho sobre mí misma. Aprendí a controlar mis emociones, a controlar mi forma de reaccionar y a abrazar cada cambio como si fuera lo mejor que me está pasando.
Durante este año, he cambiado por completo, pero estoy totalmente de acuerdo con ello.
Tuve la mala suerte de perder a personas que creía que eran mis mejores amigos. Pero, en realidad, estaban conmigo sólo por algún interés personal.
Estaban conmigo porque les convenía. Y nada más. Así que perderlos fue algo malo, pero cuando los miro más de cerca, es mejor haber visto sus verdaderos rostros a tiempo.
Este año me ha enseñado que cuando alguien dice que me quiere, no siempre significa que vaya a durar para siempre. He aprendido que el amor depende del esfuerzo que estés dispuesto a hacer por alguien.
Es cuánto estás dispuesto a darles sin pedir nada a cambio. Aprendí que no debo forzar las cosas, sobre todo cuando se trata de amor. Y eso fue lo más importante que aprendí hasta ahora.
Este año también me ha enseñado que la única persona en la que debo confiar es en mí misma. Porque confié en muchos individuos en mi vida, y todos se aprovecharon de mí.
Me decepcionaron dándome por sentado y descuidándome. No veían cuánto me esforzaba por ellos. Sólo miraban por sí mismos.
Este año aprendí que en la vida sólo puedo confiar en mí misma. Aprendí que cada vez que me caigo tengo que levantarme. Aprendí que nunca debo rendirme.
Porque si lo hago, estaré completamente perdida. Seré sólo una mujer más que renunció a su vida. Y eso no es algo que quiera hacer.
También aprendí que habrá diferentes fases en la vida y que no siempre todo será tan perfecto. Habrá momentos difíciles, momentos en los que sentiré que pierdo la cabeza, pero que los superaré si creo en mí misma.
Aprendí que la vida y el amor no son sólo cosa de un hombre, y que si él no me hace sentir feliz, no debo aferrarme a él.
Aprendí que el amor llegará cuando menos me lo espere y que es algo que no debo forzar. Debería llegarme de forma natural.
Aprendí que no necesito a un hombre para completarme. Tampoco necesito que sea mi héroe. Soy lo suficientemente fuerte y capaz de cuidar de mí misma.
E incluso cuando esté cansada hasta los huesos, encontraré esa pizca de fuerza dentro de mí para seguir adelante. Nunca me rendiré, sobre todo conmigo misma.
Este año me ha enseñado muchas cosas, y algunas de ellas han cambiado por completo mi visión de la vida. Aprendí que puedo sobrevivir a todo lo que me pasa por mí misma y que no necesito la ayuda de nadie.
Y aunque este año han pasado más cosas malas que buenas, estoy agradecida por ello. Estoy agradecido porque así aprendí a afrontar los problemas de la vida y a salir de ellos con la cabeza fría.
Este año me ha ayudado a crecer y a entenderme mejor a mí misma. Y lo que es más importante, me ayudó a ver que no importa cuánto Estoy roto ...puedo volver a estar completo.
Christine es autora de ' Mirar fijamente a los ojos de la ansiedad y la depresión ' Un libro que cambiará tu forma de combatir la ansiedad y la depresión.