Ya no consumes mis pensamientos. Eres un simple recuerdo tan alejado de mi vida que ni siquiera puedo imaginar mi vida contigo en ella.
Y he tardado mucho en llegar a este punto, más de lo que jamás creí posible. Pero no es fácil dejar ir a alguien a quien diste lo mejor de ti, alguien con quien solías soñar un futuro juntos.
No es fácil hacer las paces con el hecho de que alguien tuyo ya no sea tuyo, que alguien tuyo no sienta lo mismo por ti. Pero había que hacerlo.
Te amé por todo lo que eras y por todo lo que no podías ser. Te amé, tiempo pasado, ya no lo hago porque no me dejaste otra opción.
Tuve que detenermede pensar que algún día volveríamos a estar juntos. Tenía que bloquear mi mente cada vez que vagaba hacia ti y empezaba a pensar: "¿Y si las cosas fueran diferentes?".
Tantas veces te escribía un texto pero lo borraba antes de enviarlo. Sabía que no conseguiría nada con un mensaje, solo me debilitaría a tus ojos.
Pero me quedaban tantas cosas por escribirte, por preguntarte, por decirte, pero en el fondo sabía que no querías hablar de ellas.
Así que lo dejé estar. En algún momento de mi curación me di cuenta de que no todo tiene que resolverse. Que a veces te quedas sin un cierre.
Lo peor fue perdonarte por no poder corresponderme tanto como yo te amaba.
Esa era la triste verdad con la que tenía que vivir. Tú no sentías lo mismo, por mucho que me engañara a mí misma pensando que sí.
Nunca estuvimos destinados a serlo.
También tuve que perdonarte por hacerme tanto daño. Por darme la espalda sin una buena explicación. Nunca pensé que actuarías tan cobardemente.
Tengo que perdonarme por tenerte en tan alta estima. Por permitirte ser el centro de mi universo y olvidarme de mí misma.
Superarte fue un proceso muy largo. El dolor abrumador que sentía en el pecho no podía desaparecer de la noche a la mañana. Se tomó su precioso tiempo.
Tengo que perdonarme por el mayor dolor que me causé al no saber cómo seguir adelante contigo.
Tengo que perdonarme por el mar de lágrimas que derramé con cada pensamiento tuyo.
Perdí mucho tiempo, pero al final mereció la pena. Reconstruí mi vida ladrillo a ladrillo. Fortalecí mi corazón. Aprendí de mi dolor.
Nunca te vi después de nuestra ruptura y espero no hacerlo nunca. No necesito que me recuerdes lo que fue o lo que podría haber sido.
No sé cómo me sentiría si estuvieras delante de mí y no quiero averiguarlo.
Elegiste ser parte de mi pasado y es mejor que te quedes ahí. Nunca estuvimos destinados a estar juntos. Ahora lo veo.
Camino sola hacia el futuro, con la esperanza de que a la vuelta de la esquina me espere alguien adecuado para mí.