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La ansiedad te cuenta muchas mentiras, pero tienes que dejar de creértelas

La ansiedad te cuenta muchas mentiras, pero tienes que dejar de creértelas

"Sacúdetelo", "Supéralo", "Todo está en tu cabeza" son frases que nunca han ayudado a nadie que luche contra la ansiedad o la depresión y, sin embargo, la gente las dice a menudo.

Probablemente tienen buenas intenciones, pero no ayudan y probablemente empeoran las cosas.

Simplemente no puedes controlar tu ansiedad y tu posición de impotencia te hace sentir aún más desesperado.

Sientes como si tuvieras a ese intruso pesimista dentro de tu cabeza que está afectando a cada palabra que sale de tu boca y a cada movimiento que haces, y eres completamente impotente ante él.

Alguien que nunca ha luchado contra una enfermedad como ésta no sabe que la ansiedad se parece bastante a una vocecita en la nuca que no puedes ahuyentar, por mucho que lo intentes.

Es como una suegra gruñona que te persigue, diciéndote que no lo conseguirás y que no eres suficiente.

El que no para de decirte que deberías rendirte antes de ponerte en ridículo.

Uno que te convence de que todo el mundo te abandonará tarde o temprano, de que todo saldrá mal.

Es esta voz que está haciendo todo este caos en tu cabeza.

Lo que no saben es que la ansiedad te está diciendo que es completamente inútil que te pongas manos a la obra, cuando es más que evidente que vas a fracasar.

Consigue convencerte de que no sirves para nada y de que no puedes tener éxito en nada, así que es mejor no intentarlo en absoluto.

La ansiedad te susurra al oído que no estás hecho para ser amado y que nunca nadie podría preocuparse de verdad por ti.

Te está diciendo que tus amigos siguen en tu vida por lástima, que tu novio sólo te engaña y se aprovecha de ti, y que hasta tus familiares más cercanos están hartos de ti y quieren que te quites de en medio.

Te convence de que, tarde o temprano, todo el mundo te dejará de lado y te sustituirá.

Que la gente que te rodea se cansará de tu estado y ya se está alejando poco a poco de tu vida.

Y la ansiedad no se detiene aquí.

¿Oyes a esos niños jugando enfrente? Seguro que se están riendo de ti.

¿Conoces a ese gran tipo que acabas de conocer?

Bueno, es demasiado bueno para ser verdad y es sólo cuestión de tiempo que se marche y te deje con el corazón roto.

¿Y ese trabajo que solicitaste? Ni en un millón de años lo conseguirías.

Al fin y al cabo, hay candidatos mucho mejores que tú.

Hay chicas mucho más guapas e inteligentes con las que los chicos preferirían salir.

Y la lista es interminable.

No estoy aquí para decirte que hagas callar mágicamente esa voz dentro de tu cabeza.

Después de todo, sé que eso es imposible por ahora y que serías la persona más feliz del mundo si pudieras hacerlo realidad.

No obstante, te ruego que no te lo creas.

Si es necesario, escucha lo que tiene que decir y déjalo atrás.

Recuerda: La ansiedad es tu enemigo. Hace todo lo posible para destruirte mentalmente y matarte espiritualmente.

Sin embargo, es tu trabajo no permitirlo.

La pregunta es: ¿por qué escuchar a alguien así?

Si se tratara de una persona de la vida real, ¿seguirías realmente sus consejos o tendrías en cuenta su opinión?

¿Permitirías que alguien tan mezquino sacara lo mejor de ti y te controlara por completo?

No olvides que estás al mando. Eres el único que tiene el control en sus manos.

Eres más fuerte que tus inseguridades, dudas y pensamientos exagerados porque forman parte de ti, y no al revés.

Tu voz es más fuerte que todo lo que tu ansiedad intenta venderte.

Su optimismo está por encima de su pesimismo.

Tu luz tiene lo que hace falta para conquistar su oscuridad.

Y en el fondo, bajo todas esas partes dañadas, sabes muy bien que eres suficiente.

Ves que tu ansiedad te engaña y que ninguna de sus afirmaciones es cierta.

En el fondo, ves lo que vales. Sabes que te quieren y, lo que es más importante, te quieres a ti mismo.