¿Qué puedo decir para hacerte ver que no eras el ¿Por qué se fue?
No fue porque le regañaras o porque fueras mala en la cama. No fue porque fueras mala, o grosera, o te llenaras de celos en los momentos equivocados.
No era porque no fueras atractiva, o porque no fueras tan sexy o tan juguetona o tan inocente como otras chicas.
Se fue porque quiso, porque no se merecía la persona que eres, porque no podía soportar lo que era no salir, ni besar, ni amar, a alguien que no fuera un gilipollas.
Se fue porque usted es el tipo de mujer que le hizo trabajar, que le desafió, que hizo preguntas, que habló claro, que tenía una voz que él no estaba preparado para escuchar.
Su razonamiento sobre por qué se fue te dejará preguntándote dónde USTED no estaban equivocados, pero es culpa suya, no tuyo.
Usted no controla sus inseguridades. Usted no está a cargo de arreglar su pasado tóxico y no mereces lidiar con las repercusiones de su confusión.
Tú no tienes la culpa de cómo afronta la toxicidad de su infancia o de relaciones pasadas en las que alguien le hizo daño. No eres la encargada de arreglar sus inseguridades cuando las utiliza como excusa para maltratarte, menospreciarte, deshonrarte.
Intentará e intentará convencerte de que le necesitas, de que le perteneces, pero no eres propiedad de nadie.
Se reirá cuando tengas ganas de llorar y tergiversará tus palabras hasta que tristemente empieces a creértelas. Te cortará con palabras y con engaños.
Se burlará del amor que tienes en tu corazón, el mismo amor que te susurró que le dieras una oportunidad, el mismo amor que hizo la vista gorda, el mismo amor que te hizo sentir que aún ardía algo bueno dentro de él.
Tú no eres la razón por la que decidió irse.
Usted no es la razón por la que era infeliz porque será infeliz con la siguiente mujer, y con la siguiente, y con la siguiente después de esa porque nunca encontrará la paz para ser lo suficientemente feliz consigo mismo.
Tú no eres la razón por la que él está roto.
Sé tu propio recurso para la felicidad. Sé tu propia razón para levantarte por la mañana, para afrontar el día y patear traseros mientras lo haces. Te prometo que, con el tiempo, esas cicatrices y esas heridas de guerra desaparecerán. Las mías acabaron desapareciendo.
Con el tiempo, pasará a un segundo plano. Se convertirá en la historia de advertencia que guardas para las noches de lluvia o durante la primera ruptura de tu hija, cuando no se da cuenta de que el chico que acaba de romper con ella te recuerda a esa persona que solías amar hace tantos años.
Y con el tiempo, te darás cuenta de que nada ha cambiado realmente. Seguirá siendo infeliz e inseguro de cómo manejar el tipo de amor que intentaste ofrecerle. No cree merecerlo porque toda su vida luchó contra la definición misma de éste.
Los recuerdos de quién era y qué hacía y cómo te hacía sentir no te definirán para siempre. Te lo aseguro.
por Courtney Dercqu