No importa quién seas, qué hagas en la vida y cuánto hayas conseguido. Estoy seguro de que tienes un objetivo final común a todos los seres humanos vivos: ser feliz.
Por supuesto, la felicidad tiene un significado diferente para cada uno de nosotros.
Algunos piensan que ser feliz es dormir junto a la persona amada o simplemente poder dormir plácidamente. Algunos encuentran la felicidad en la buena salud, mientras que otros persiguen las posesiones materiales y el dinero.
Sin embargo, tengo que decepcionarle y decirle que ninguno de estos grupos adquiere realmente la verdadera felicidad.
De hecho, las personas que se dan cuenta de que Dios es suficiente acaban siendo las más felices.
Estas son las únicas personas que no se preocupan por lo que les deparará el mañana, que no piensan demasiado en el pasado, tratando de cambiarlo, y que viven una vida sin ningún miedo.
No importa a qué religión pertenezcas: el resultado final es siempre el mismo: si tienes suficiente fe en Dios, todo lo demás en esta existencia terrenal se vuelve completamente irrelevante.
No veas esto como si yo tratara de lavarte el cerebro y decirte que vivirás una vida sin estrés una vez que te des cuenta de que no necesitas a nadie más que a Él. No te voy a mentir: seguirán ocurriendo cosas malas, seguirán apareciendo obstáculos en tu camino y seguirás teniendo problemas.
Sin embargo, cuando crees en Dios, hay algo que cambia drásticamente: tu percepción de todo lo que ocurre a tu alrededor.
No, tu vida no se acomodará por arte de magia y tus problemas no desaparecerán, como si nunca hubieran estado ahí.
Sin embargo, consigues tu paz interior, y no hay nada más importante que eso.
Te das cuenta de que no dependes de nadie más que de Dios y que Él es el único que puede influir en tu vida, aparte de ti mismo.
Cuando tu fe en Dios es firme, te das cuenta de que todo sucede por una razón, y buscas el bien en todas las situaciones malas que ocurren. Le permites que te guíe y confías en Él para que te muestre el camino correcto.
Comprendes que todo por lo que estás pasando ha sucedido por tu propio bien. Te vuelves optimista y esperas con ilusión cada nuevo día porque ves tu vida como un puzzle perfecto y porque sabes que Dios siempre tiene un plan, aunque tú no lo veas.
Estás en paz porque sabes que Él nunca te dará más de lo que puedas manejar y porque te das cuenta de que todo el amor duro que te ha estado dando no es más que una valiosa lección que te transformará en la persona que estás destinado a ser.
Cuando ves que Dios es suficiente, tienes paciencia, y todas tus preocupaciones desaparecen. Sabes que no tiene sentido romperse la cabeza porque tu futuro ya está escrito.
Eres consciente de que tu vida saldrá como tiene que salir. Sabes que obtendrás exactamente lo que y quien está destinado a ser tuyo, e incluso cuando pierdes a alguien, comprendes que estabas mejor sin él.
Una vez que comprendes que Dios es suficiente, dejas de ser un obseso del control y no piensas que todo está en tus manos.
Aprendes a suelta y sigue adelante con tu vida porque sabes que siempre te espera algo mejor.
Aceptas que algunas cosas y personas simplemente no están destinadas a ser, que todos tus esfuerzos por cambiar eso son en vano y que no hay nada que puedas hacer al respecto.
Así de sencillo, todo se vuelve claro como el cristal y llegas al fondo del significado de la vida y del propósito que tienes en la Tierra.
Empiezas a ver el mundo que te rodea desde una perspectiva completamente distinta y obtienes todas las respuestas que llevas tanto tiempo buscando.
Lo más importante...Cuando te das cuenta de Su importancia, dejas de buscar amor en todos los lugares equivocados y de las personas equivocadas. Ya no dependes de los demás para que te validen y demuestren tu valía.
No permites que tu felicidad esté relacionada con nadie más.
Dejas de tener todas las dudas sobre ti mismo que te han estado comiendo vivo simplemente porque crees en Su luz para guiarte y sacarte de la oscuridad, pase lo que pase.
No necesitas a otras personas en las que confiar y de las que depender, cuando le tienes a Él, que nunca se apartará de tu lado. Dejas de perseguir la atención y la admiración de todos, y dejas de poner a los demás en el centro de tu Universo.
Incluso cuando todos te abandonan, sabes que Él permanece, pase lo que pase. Incluso cuando sientes dolor por la ausencia de alguien, Su presencia lo hace mucho más fácil y llevadero.
Así que, por favor, deja de perseguir placeres terrenales, amor temporal, lujuria a corto plazo o pertenencias materiales.
Créeme cuando te digo que ninguna de estas cosas te traerá alegría ni te hará sentir completo y realizado.
En su lugar, concentra todas tus fuerzas en la búsqueda de Dios.
Persigue la fe, y comprende que es lo único que te hará verdadera y absolutamente feliz.