Todos nos enfrentamos a experiencias duras en algún momento de la vida. Algunas personas tienen un poco más de suerte y parece que siempre reciben las cartas ganadoras, mientras que a ti te toca una mano terrible.
Es fácil empezar a sentir rencor hacia las personas que parecen tenerlo todo. La verdad es que todo el mundo está luchando con algo.
La diferencia estriba en cómo sale cada individuo de esa situación: ¿le abate esa lucha o le hace más fuerte?
Todos tenemos una elección en nuestras vidas: podemos ignorar la experiencia y lo que intenta enseñarnos, o podemos utilizarla para ayudarnos a ser mejores y más fuertes.
Aquí tienes algunos ejemplos de luchas por las que todo el mundo pasa, pero que te harán comprender tu valía y saber cómo cuidarte.
Dejar pasar las cosas
A veces, dejar marchar a alguien o algo es lo más difícil de hacer.
Es como si te arrancaran una parte de ti.
Aunque la idea de vivir sin alguien nos parezca lo correcto, cada vez que lo intentamos nos resulta imposible.
Sientes presión en el pecho e incluso empiezas a llorar. Comprende que es natural.
No eres el único. Ha ocurrido antes y volverá a ocurrir.
Cuando por fin dejas marchar a esa persona, por muy duro que sea, sales fortalecido.
Comprendes que fuiste lo suficientemente fuerte para dejarlo ir, y que serás capaz de hacerlo de nuevo si es necesario. Comprendes que al cerrar una puerta, se abrió otra.
Relaciones tóxicas
Atravesar una relación tóxica puede ser la mejor experiencia que puedas vivir, pero ¿por qué?
Porque por mucho que te haya costado salir vivo y cuerdo de ella, las secuelas te obligarán a analizar qué papel jugaste en esa relación, cómo te comportaste y qué camino vas a elegir en el futuro.
Seguro que no estarás dispuesto a volver a pasar por todo eso y serás más inteligente a la hora de elegir a tu próxima pareja.
Serás capaz de reconocer las partes de ti que hay que cambiar y las que hay que curar antes de volver a intentarlo.
Esa relación que fracasó estrepitosamente y te hizo pasar por tanta mierda, resulta ser una experiencia bastante valiosa después de todo.
Dejar el trabajo
No todo el mundo tiene la suerte de encontrar el trabajo perfecto nada más terminar la universidad.
Mucha gente se ve obligada a trabajar en algo que le resulta agotador, aburrido o frustrante.
Algunos piensan que no son lo bastante buenos para algo mejor y por eso se quedan en ese entorno asfixiante y se limitan a pasar desapercibidos. Otros acaban abandonando.
¿Significa eso que se rinden? ¿Perdedores? No, en absoluto.
Dejar un trabajo que odias puede ser la mejor decisión que hayas tomado nunca, aunque en ese momento no parezca la más racional.
La verdad es que al dejar de fumar te das a ti mismo una inyección de confianza, una motivación adicional.
¿Por qué? Porque estás diciendo: "¿Sabes qué? ¡A la mierda con esto! Me merezco algo mejor".
Es fortalecedor asumir la responsabilidad de tu bienestar y dejar algo que te hace valer menos de lo que realmente eres.
Sólo asegúrate de tener un plan para sobrevivir económicamente hasta que encuentres algo que te convenga más.
Afrontar una tragedia
Hay cosas en la vida que simplemente no podemos controlar y esa es probablemente la peor parte.
El choque instantáneo que supone perder a un ser querido o enfrentarse a una enfermedad en la familia puede devastarnos, sobre todo si no tenemos a nadie más que nos apoye.
Aunque lleva tiempo averiguar en qué momento de la vida te encuentras y cómo seguir viviendo sin alguien o sin algo, al final aprenderás a comprender y a enfrentarte a situaciones sobre las que no tienes control, y también utilizarás esas habilidades para otras cosas en la vida.