Cuando oyes palabras como "abuso" o "trauma emocional", sólo piensas en lo peor. Lo relacionas con dolor, destrucción, angustia y daños permanentes.
Sin embargo, a pesar de que todo esto es cierto, el camino de superar el trauma también puede aportarte muchos cambios positivos que te hagan crecer como persona.
Pero, ¿cómo puedes saber si todavía estás procesando tu trauma o si ya estás en el camino del crecimiento postraumático?
Lea las siguientes señales y, si se siente identificado con alguna de ellas, enhorabuena: va por buen camino.
1. Empiezas a dejar entrar a la gente
Cuando se sufre un trauma, lo primero que afecta son las relaciones con los demás.
Puede que cortes los lazos con quien te hirió y te hizo daño, pero incluso después de hacerlo, no puedes evitar esperar el mismo trato de todos los demás.
Por eso, uno de los principales indicadores de que estás en proceso de recuperación es el hecho de que vuelvas a dejar entrar a la gente.
Te vuelves más abierto a nuevas experiencias y, poco a poco, empiezas a hacerte a la idea de que no todo el mundo es como tu ex.
Usted revive viejas amistades y las relaciones familiares, e incluso dejas de temer la posibilidad de un nuevo romance.
Sí, sigues teniendo miedo de todo lo que pueda ocurrir, pero ya no permites que tu miedo tome el control sobre ti y dicte el curso de tu vida.
2. Encuentras la fuerza para perdonar
Cuando estás en el periodo postraumático, podrías jurar por tu vida que nunca perdonarías a la persona que te causó tu dolor.
Maldices el día en que nació y le deseas lo peor, lo cual es una reacción perfectamente natural.
Bueno, uno de los principales signos de que estás creciendo como persona después de pasar por un trauma es que ahora, tú encontrar la fuerza para perdonar.
Por supuesto, no puedes olvidar todo lo que ha pasado, pero al menos, ya no te consume el resentimiento hacia tu agresor.
La venganza y el odio ya no son tu objetivo principal. No permites que el rencor y otras emociones negativas te quiten lo mejor y te coman vivo.
Sin embargo, lo crucial aquí es que nunca volverías a aceptar a este tipo que te ha hecho daño, sólo porque elegiste ser la persona más grande y perdonarlo.
Esto no significa que esté perdonado de sus pecados, y ciertamente no hace que todo lo que ha hecho esté bien.
Sin embargo, lo único que quieres es estar en paz contigo mismo, y has aprendido que el perdón es el camino para alcanzarlo.
3. Aprendes de tus errores
Además de perdonar a quien te causó ese trauma, cuando estás en pleno crecimiento mental y emocional, también encuentras la forma de perdonarte a ti mismo.
Dejas de buscar dentro de ti las causas de todo lo que ha pasado: ya no te ves a ti mismo como no lo suficientemente bueno o no querible.
Además, te perdonas por no haber sabido hacerlo mejor, por haber desperdiciado años de tu vida con alguien que nunca mereció tu presencia, por no haberte alejado a tiempo, por haber aguantado esta mierda y por haberte conformado con menos.
No, no huyes de la responsabilidad, y sin duda reconoces tus errores, pero dejas de resentirte por ellos.
Al fin y al cabo, también eres un ser humano, y esta experiencia te ha enseñado a ser más amable contigo mismo.
4. Estás agradecido por todo lo que has pasado
Después de sufrir un doloroso trauma emocional, no sólo estás enfadada contigo misma y con el hombre que te hizo daño, sino que también estás furiosa con el Universo por permitir que esto ocurra.
Sabes que no has hecho nada para merecer todo este dolor, así que no puedes evitar cabrearte por la injusticia de la vida.
Sin embargo, su percepción cambia durante el crecimiento postraumático. En lugar de ver tu pérdida como una maldición, la ves como una bendición.
De hecho, te vuelves agradecido por todo lo que has pasado, especialmente por las cosas malas.
Das gracias a Dios por abrirte los ojos y por enseñarte valiosas lecciones de vida.
Ahora entiendes que todo sucede por una razón y en tu propio beneficio, y te das cuenta de que hay un poco de bien en cada mala situación.
5. Reevalúa sus prioridades
Admitámoslo: todos malgastamos nuestra energía en cosas objetivamente irrelevantes.
Nos rompemos la cabeza por personas que no importan y perdemos momentos preciosos de nuestra vida preocupándonos por problemas que no serán importantes dentro de unos días, por no hablar de años.
Sin embargo, sólo después de que ocurra algo grave, comprenderás lo tonto que fuiste todo el tiempo.
Ves que nada ni nadie es digno de tus nervios, y por fin ordenas bien tus prioridades.
Cuando estás en pleno crecimiento postraumático, te pones en primer lugar, sin ser egoísta.
Cortas lazos con todos los que te hacen daño y te acercas a los que merecen un lugar en tu vida.
Empiezas a considerarte afortunado por estar vivo, cuerdo y rodeado de la gente a la que quieres, y no dejas que te moleste cualquier pequeño inconveniente.
6. Te vuelves más fuerte
Aunque muchas personas esperan que los traumas las destruyan por completo, en realidad se trata de un error común.
Sí, pasar por una experiencia dolorosa te rompe en pedazos.
Pero al cabo de un tiempo, cuando te recuperas del shock inicial, recoges los pedazos rotos de ti mismo, los pegas de nuevo y esta versión actualizada de ti mismo se hace más fuerte de lo que nunca fue.
Esto es exactamente lo que te ha ocurrido: ves la fuerza interior que crece dentro de ti.
Ves que ya no te pueden hacer daño tan fácilmente como antes y que nada ni nadie puede retenerte.
7. Empiezas quererse más
Y lo que es más importante, el crecimiento postraumático te aporta más amor propio del que imaginabas tener.
Ser lo suficientemente valiente como para soportar todo este dolor sin permitir que te aplaste sin remedio te hace sentir orgullosa de ti misma.
Hace que te respetes más a ti mismo en lugar de esperar que otra persona te dé una sensación de valía.
Te ayuda a ver que sólo te tienes a ti mismo para confiar siempre, y te hace verte como una persona valiosa.