Todas las emociones que creíamos muertas y enterradas se agolpan en cuanto el nombre de un ex aparece en nuestro teléfono. No podemos detenerlas. No podemos manejarlas. Son demasiado intensas. Son abrumadoras.
Nuestro corazón empieza a latir con fuerza, nuestras manos empiezan a temblar, y no sabemos cómo comportarse. Es como si nuestro ex estuviera delante de nosotros y tuviéramos que reaccionar de la mejor manera posible. Sin embargo, en este momento estamos congelados, incapaces de hacer un solo movimiento.
En el momento en que nos armamos de valor para abrir su mensaje es cuando nos damos cuenta de que vamos a necesitar un millón de veces más valor para no volver a caer bajo su hechizo tóxico.
Verás, nos guste admitirlo o no, no importa por lo que nos haya hecho pasar nuestro ex, en cuanto quiere volver a nuestra vida, pensamos sólo en las partes buenas y hacemos como si las malas no hubieran ocurrido.
Pero ocurrieron. Echa un vistazo a esas cicatrices en tu corazón. Te recordarán todo. Te recordarán por qué tuviste que romper.
Te recordarán cada lágrima y cada noche sin dormir. Te recordarán cada vez que te mintió y traicionó tu confianza. Te recordarán lo mal que te trató mientras estuvisteis juntos.
Te recordarán todos esos momentos en los que le necesitaste y te dejó sola. Te recordarán su egoísmo.
Te recordarán que siempre te faltó de todo cuando estabas con él. Nunca hubo suficiente atención, afecto o seguridad. Nunca hubo suficientes inversiones personales suyas y nunca hubo suficiente de él en esa historia.
Por supuesto, te echa de menos ahora mismo. ¿Cómo no iba a hacerlo? Por fin se ha dado cuenta de lo que siempre tuvo y no supo apreciar.
Tenía una buena mujer, dispuesta a ir más allá por él. Una mujer dispuesta a dar parte de sí misma para hacerle feliz.
Una mujer leal y digna de confianza que sólo tenía ojos para él. Una mujer que sabía amar. Una mujer que era mucho más para él de lo que él nunca fue para ella.
Algunas personas merecen una segunda oportunidad, pero él no es una de esas personas, y tú lo sabes bien.
Aunque tus días de soledad te cieguen la vista y te hagan pensar que él podría haber cambiado, que las cosas podrían ir mejor la segunda vez, eso no va a ocurrir.
La gente cambia, es cierto, pero si su esencia es tóxica, no hay nada que hacer. Volverán a envenenar tu vida si les das la oportunidad.
Resiste el impulso de tenerlo cerca. Eso no es amor. Eso es familiaridad y hábito mezclado con pedacitos de soledad y los recuerdos de momentos increíbles que una vez compartisteis.
No veas esto como una señal para volver con él, para dejarle entrar en tu vida. Sólo le darás otra oportunidad de hacerte más daño la segunda vez. Míralo como una prueba.
Una prueba para ver si aprendiste la lección la primera vez.
Una prueba para ver si has tomado conciencia de tu propio valor.
Una prueba para ver si eres consciente de que tu vida es mucho mejor sin él en ella.
Una prueba para ver si sabes que mereces mucho más de lo que él podría darte.
Una prueba para ver si sabes que no debes volver a enamorarte de él.