¿Qué es normal? Ya no sé lo que es normal. Mi ansiedad se está convirtiendo en mi estado normal. He sido su prisionera durante demasiado tiempo.
Ella me ha consumido, nos hemos convertido en dos personas dentro de una misma mente. Lucho constantemente y me peleo con ella.
Quiere tomar el control y, a veces, lo hace, y me tiene cautivo.
Me hace vivir con el miedo constante de lo que pasaría si hago esto o aquello. Siempre tengo que pedirle permiso para hacer cualquier cosa, pero la mayoría de las veces no me deja hacer nada.
Ha asumido el papel de mi carcelero: estoy atrapado.
Paso los días encerrada entre mis cuatro paredes solitarias, sintiendo que esas paredes se estrechan a medida que pasan los segundos, los minutos... tengo miedo de que me aplaste mi propia mente.
La ansiedad está en algún lugar en medio de la habitación tirando de cuatro cuerdas enganchadas en cuatro paredes más cerca del centro. Y no puedo hacer nada al respecto: estoy completamente indefenso.
Sé que todo por lo que estoy pasando está en mi cabeza, pero de alguna manera, he perdido mi camino. Sé que en el fondo de mi mente sigo siendo yo misma, pero no encuentro un mapa que me muestre la salida.
Esta mente mía se ha convertido en un enorme laberinto y cada giro que doy me adentra más y más en el laberinto, incapaz de encontrar la salida, nunca más.
Hoy tengo días buenos y días malos. En un buen día, puedo ver con claridad: la vida vuelve a ser hermosa, todo tiene sentido. Pero, por desgracia, eso no dura para siempre.
Es como si en los días buenos mi ansiedad se tomara un respiro.
Está cansada y necesita dormir. Es entonces cuando tomo el control, y me gusta. Me gusta llevar las riendas de mi vida, ¿y a quién no?
Y entonces, de repente, la ansiedad se despierta, fresca y dispuesta a destruir otro día más que me queda por vivir.
A veces me paso el día sentado y tumbado en la cama sintiéndome completamente perdido en mi propia mente. Miro fijamente una pared vacía e imagino lo que soy capaz de hacer, pero no puedo. Tengo miedo.
Tengo miedo de fracasar. Tengo miedo de que la gente me juzgue. Tengo miedo de que la ansiedad muestre su verdadero rostro en lugar de que yo muestre el mío.
Hoy me va mucho mejor. Me gusta escribir. Cuando me siento extremadamente mal, pongo mis palabras en un papel y me siento mejor. Es como si soltara mi rabia.
Es como si mandara a la mierda mi ansiedad y luego, le tocara a ella sentirse como una mierda. Me tiene miedo-y me alegro. Estar asustado para variar como lo estaba antes.
No sé si mis palabras han llegado a vuestros corazones, pero sabed que me encuentro mejor. Así que, quienquiera que esté leyendo esto, gracias por formar parte de mi vida.
Gracias por leer esto y, de ese modo, ayudarme a sobrellevar mi dolor.
Significáis más para mí de lo que creéis. Sé que hay mucha gente por ahí luchando con el mismo problema que yo y sé que muchos de ustedes pueden relacionarse y pueden encontrarse en lo que estoy escribiendo y sintiendo.
Una vez más, gracias por hacerme sentir mejor y por hacerme saber que no soy la única que se siente así.
Y por último, este es un mensaje para todos vosotros (y para mí).
Recuerda palabras como valentía, fuerza, coraje y confianza, porque las necesitarás, al igual que yo.
Para poder ganar la batalla de nuestra vida, necesitamos entender estas palabras y usarlas, cada hora, cada minuto y cada segundo del día.
Somos lo suficientemente fuertes.
Gracias por leer esto.
Gracias por ayudarme (espero haberte hecho sentir mejor a ti también).