Sé que eres el tipo de chica que defiende lo que cree.
Una chica que no puede estarse quieta mientras ocurren injusticias a su alrededor, una chica que siempre da lo mejor de sí misma para hacer lo correcto y una chica que cree que puede cambiar a todo el mundo a mejor, si se esfuerza lo suficiente.
Aunque tener este tipo de espíritu es impresionante, tengo que reventar tu burbuja y decirte que aflojes, que seas un poco más realista y que bajes la cabeza de las nubes.
Ya no eres un niño y es hora de que te des cuenta de que no puedes salvar el mundo, por mucho que te gustaría.
Es hora de que empieces a valorar tu tiempo y tu energía y dejes de malgastarlos en personas y situaciones irrelevantes.
Es hora de elegir qué y quiénes merecen tu máximo esfuerzo.
Simplemente tienes que aprender cuándo es el momento de luchar y cuándo es el momento de dar la espalda y dejar.
Aprende cuándo es el momento de abordar un determinado asunto y cuándo es el momento de aceptarlo y aceptar que no puedes cambiarlo.
Tienes que aprender que dejarse llevar no es sinónimo de abandonar y que rendirse no significa necesariamente que seas débil.
Seamos sinceros: desde que tienes uso de razón, siempre has dado el cien por cien de ti mismo en todas las relaciones en las que te has involucrado.
No importa si se trata de una relación sentimental, de amistad, de estudios o de trabajo: o vas hasta el final o no te expones en absoluto.
Enhorabuena porque se trata de un rasgo de personalidad asombroso.
Demuestra que eres una chica persistente que no se rinde hasta conseguir lo que quiere y hasta alcanzar sus objetivos iniciales.
Sin embargo, aunque tu poder de carácter es impresionante, este tipo de estilo de vida ha hecho mella en tu alma cansada.
Te agotaba y te dejaba sin fuerza interior para ocuparte de las cosas que realmente importan.
Te quedas con la negatividad y la oscuridad que no se pueden ahuyentar tan fácilmente.
Te quedas solo para afrontar tus propios problemas, sin nadie que te eche una mano.
Desperdiciaste mucho tiempo y esfuerzo en innumerables relaciones condenadas al fracaso, en numerosas amistades que resultaron ser falsas y en personas que nunca merecieron que movieras un dedo por ellas.
Y ahora, no tienes energía para luchar contra tus propios demonios y poner en orden tu propia vida.
Así que en lugar de actuar como el ángel de la guarda de todo el mundo, date un respiro.
En lugar de tener tanto miedo a abandonar, date la oportunidad de cambiar de opinión y de dejar marchar a quienes no te importan.
Seamos realistas: no se pueden ganar todas las batallas.
Sin embargo, este tampoco debe ser tu objetivo.
En su lugar, deberías centrarte en aprender a elegir sabiamente tus batallas porque no todas son dignas de tus cicatrices.
Y lo que es más importante: si luchas contra cada una de ellas con la misma pasión e intensidad, estarás demasiado agotado para ganar las que realmente importan.
No permitas que las personas tóxicas drenen tu valiosa energía porque, cuando llegue el momento, no te quedará ninguna para manejar tus propios problemas.
Y también hay una cosa que tienes que recordar cuando se trata de ti: no todos los problemas que tienes son el fin del mundo, ¿sabes?
No todos los pequeños inconvenientes que experimentas merecen que te machaques o que permitas que te abrumen por completo y no todas las discusiones en las que te ves envuelto merecen que pierdas la cabeza por ellas.
La gente siempre hará cosas que tú desapruebas.
Siempre tendrán perspectivas diferentes en la vida y siempre cometerán errores.
Sin embargo, no es tu trabajo mostrarles el camino y llevarles de la mano por el camino, sobre todo si no es algo que desean.
No es tu trabajo tirar de ellos de la oscuridad y ser su luz al final del túnel.
Sé lo bastante inteligente para elegir los retos a los que te enfrentas y responder a ellos.
Lo suficientemente inteligente como para preservar tu energía y tu tiempo para personas y situaciones relevantes sin utilizarlo con todo el que entre en tu vida por casualidad.
Por favor, sé prudente y elige sólo los retos que te ayuden a mejorar y que te ofrezcan la posibilidad de superarte.
Y en cuanto al resto, déjalos pasar y déjalos atrás, donde deben estar.