He estado donde tú estás ahora. Estaba tan agotada emocionalmente que llegué a ese estado de insensibilidad.
Perdí las ganas de vivir. Perdí la capacidad de sentir alegría o dolor. Me convertí en una sombra de la chica radiante que una vez fui.
No dejaba de preguntarme: "¿Cómo llegué aquí?", " ¿Cómo me convertí en alguien que ya no reconozco?" , "¿Cómo acabé con esta alma cansada dentro de mí?".
No tenía ni idea y no podía responder a ninguna de esas preguntas.
Con el tiempo, llegué a la conclusión de que acabas siendo una chica con el alma cansada cuando das tanto de ti a los demás que te deja vacía por dentro.
No escatimas en emociones. Tu empeño en hacer feliz a alguien hace que te olvides de tu propia felicidad.
Estás demasiado ocupado secando las lágrimas de los demás que nunca te tomas el tiempo para consolarte a ti mismo y reparar tu propio corazón.
Acabas siendo una chica con el alma cansada por hacerte la dura cuando tu mundo se desmorona. Por ser fuerte para todos los que te rodean.
Llevando todo el peso sobre tus hombros sin pedir ayuda a nadie. Siendo consciente de que la única persona en la que puedes confiar es en ti mismo.
Acabas siendo una chica con el alma cansada por olvidarte de ponerte a ti primero. Descuidando el hecho de que a veces necesitas tiempo para ti.
Nunca se te pasa por la cabeza que necesitas tiempo para recargarte y llenar tus fuerzas. Que a veces está bien decir "no" cuando no te apetece hacer cosas. Que a veces necesitas mimarte y relajarte.
Acabas siendo una chica con el alma cansada por dar demasiado a quienes lo dan por sentado. Le das todo tu corazón a alguien que no es digno de ti ni de tu tiempo.
Ves lo mejor de alguien que sólo te sirve lo peor. Ves a la persona que amas por lo que podría ser en lugar de por lo que es ahora, y eso es lo que más afecta a tu corazón.
La soledad te consume. No dejas de repetirte que algún día todo irá bien y que algún día alguien te apreciará por lo que eres.
Alguien será capaz de corresponder a todo. Alguien te devolverá todo el amor que estás dando.
El problema es que te hartaste de esperar. La positividad en tus bolsillos se agotó y todo lo que quedó fue una gran nada.
Sin fuerza de voluntad para salir de la cama. Sin fuerzas para sonreír. Sin lágrimas. Ni dolor. Ni felicidad.
Lo sé porque yo también lo sentí. Sentía que miraba mi vida desde la distancia, incapaz de vivirla. En un momento dado, llegué a pensar que nunca saldría de ese estado de insensibilidad.
Nada me afectaba. Era una causa perdida hasta que decidí curar mi alma cansada.
Sabía que no iba a ser fácil salir de ese estado en el que me encontraba. Pero decidí hacerlo funcionar.
Me he encontrado muchas veces en situaciones en las que alguien estaba deprimido y necesitaba mi ayuda, y yo me volqué en su ayuda. Esta vez, era hora de que yo también lo hiciera.
Si tienes el alma cansada y has experimentado emociones similares a las mías, espero que la lista de cosas que he hecho para ayudarme a mí misma te ayude a ti también:
1. Tu alma está cansada pero sigue viva.
Acabas de llegar a un punto en el que no ves salida. Y no estás viviendo realmente; estás sobreviviendo.
Y es hora de parar. Es hora de ordenarte que hagas algo productivo hoy. Es hora de salir de la cama y volver a vivir. Es hora de vestirse, presentarse y respirar.
No será fácil ni ocurrirá de la noche a la mañana, pero hagas lo que hagas, tienes que moverte. Quedarte en un sitio no te servirá de nada y no te llevará a ninguna parte.
Tendrás días mejores y tendrás días peores. Es importante seguir perseverando y no rendirse nunca.
2. Mantén cerca a las buenas personas y deja en el pasado a las tóxicas
Asegúrate de estar rodeado de buenas personas. Serán el empujón que necesitas para que tu alma vuelva a sentirse viva y vibrante. Todos esos tipos de personalidad tóxica, todas esas sanguijuelas emocionales y todas esas personas mezquinas échalas fuera.
Cierra y sella la puerta cuando se vayan. No los necesitas en tu vida. Harán todo lo posible para hundirte más.
Necesitas rodearte de amor y positividad. Lo encontrarás. Solo tienes que mirar mejor y ver que tienes familia y amigos que te quieren y se preocupan por ti incondicionalmente.
Hay que estarles muy agradecidos. No podrán librar tus batallas por ti, pero estarán a tu lado en todo momento.
3. Perseguir la novedad y aceptar el cambio
Tienes que obligarte a hacer algo nuevo cada vez que puedas. Por ejemplo, yo tomé la decisión de probar algo nuevo cada fin de semana o cada dos fines de semana.
Como ir a la inauguración de una nueva galería. Ver una nueva comedia en el cine. Dar un paseo en bici. Matricularse en un curso. Conocer gente nueva.
Tomarse un día libre en el trabajo e ir a un balneario. Ir de excursión. Planear un viaje. Hacer un viaje.
Visitando un nuevo bar de vinos que acaba de abrir. Perseguir la puesta de sol. Y la lista continúa.
Por primera vez, empecé a hacer estas pequeñas cosas sólo para mí. Y realmente las necesitaba. Estaba dando tanto.
Intenté hacer a los demás tan felices y orgullosos de mí que descuidé mi propia necesidad de relajarme, respirar y tomármelo con calma de vez en cuando. El mundo no se detendrá solo porque te tomes tiempo para ti.
Se llama autocuidado y es necesario cuidarse y mimarse de vez en cuando.
4. Date cuenta de que no es tu trabajo hacer felices a los demás
Igual que no es de ellos hacerte feliz. La gente está acostumbrada a depender de ti para todo.
Saben que siempre estás ahí para salvarles el día. Saben que pueden contar contigo y confiar en ti.
Empezaron a comportarse como si nada pudiera resolverse sin ti. Pero créeme: sí se puede.
Tienes que dejarles vivir su propia vida. Estar siempre a su disposición no os hace ningún favor.
Asumes cargas que no son tuyas y ellos nunca aprenden del todo a llevar las suyas. Seguro que ayudarás cuando puedas.
Escucharás y apoyarás, pero no tiene por qué ser a tu costa.
5. Encuentra la manera de sanar tu espíritu
Cuando se trata de un alma cansada, las cosas no sólo están mal por fuera, también hay que arreglar el espíritu. De ti depende cómo lo abordes.
Por ejemplo, si eres una persona religiosa, quizá puedas hablar con alguien de tu grupo religioso, encontrar consuelo en las oraciones y encontrar sentido en algo que está por encima de ti.
Otra idea es aprender a meditar. A muchas personas les calma y les renueva.
Puedes sentarte en la naturaleza, relajarte y respirar. Puedes hacer lo que más se adapte a ti y a tu personalidad.
Es difícil hablar en general de nuestro lado espiritual porque cada uno de nosotros tiene distintas apreciaciones de lo que eso es. Lo importante es que lo encuentres y que te cure el alma.
6. Habla con alguien que pueda ayudarte
Si lo guardas todo dentro, no es de extrañar que tu alma esté cansada. Pusiste una fachada dura mientras te desmoronabas por dentro y eso te ha pasado factura.
Lo mejor que puedes hacer es hablar con alguien que te ayude a sentirte mejor. A veces, cuando simplemente dices todo en voz alta, hace que ese peso sobre tus hombros sea un poco menos pesado.
A veces lo único que necesitas es un café y una larga charla sincera con un amigo. Otras veces necesitarás el consejo de un experto.
Entonces, ¿por qué no probar la terapia? Puede ser beneficiosa, a veces da ideas imparciales sobre tu vida y los terapeutas pueden ofrecerte algunas pautas sobre tu proceso de curación.
7. Recuerda anteponerse a uno mismo
Tienes que sacudirte esa sensación de que estás haciendo algo mal al ponerte a ti primero. Tienes que cuidarte e invertir en ti para poder dar también a los demás.
Si te limitas a dar, dar y dar sin recibir nada a cambio, sin darte el tiempo suficiente para recargarte, el amor y los cuidados suficientes, volverás a encontrarte vacío. Y no puedes servir de una taza vacía, ¿verdad?
Trátate como quieres que te traten los demás. La gente aprende con el ejemplo.
La forma en que tú te quieras, te respetes y te aceptes es la forma en que ellos te corresponderán. Así que dales buenas pautas.
Este artículo era muy necesario. Habló a mi alma. Más como una confirmación. He empezado a ponerme en primer lugar. Estoy progresando. Decir no me resultaba muy difícil. Siempre intentando hacer felices a los demás a mi costa.