Eres único. Y este mundo debería sentirse orgulloso de tener a alguien como tú.
Eres la roca en la que cualquiera puede confiar o apoyarse, pero lo más importante es que siempre puedes contar contigo mismo.
Porque eres un guerrero. Único en su especie.
El pequeño secreto es que has pasado por lo peor y sigues ahí. Sigues en pie.
Has sido valiente muchas veces.
Porque esa era tu única opción en la vida. Te enfrentaste a todo lo que te asustaba y te has enfrentado a ello.
Pero ahora tienes miedo.
Porque no quieres quedarte solo. Porque no quieres ser tu propia roca para siempre. Necesitas a otra persona que sea para ti lo que tú eres para los demás.
No porque sean algo esencial para tu vida, sino porque sería mucho más fácil y agradable caminar por la vida con alguien que te entienda.
Probablemente nadie te lo haya dicho nunca, pero tienes derecho a llorar. No significa que seas débil y no es un signo de tu debilidad, es la prueba de que has sido fuerte durante demasiado tiempo.
Cubriste las espaldas de todos.
No importaba quién llamara a tu puerta, él encontraría consuelo en ti. No importaba cuánta gente te necesitara, siempre has encontrado la manera de satisfacer sus necesidades y estar a su lado.
Eres el mejor amigo de todos los mejores amigos y ellos sabían que podían contar contigo.
Eres la más fuerte de tu familia, y no eres la que consuela sino a la que la gente acude cuando necesita a alguien fuerte.
Pero cuando necesitabas gente no estaban allí.
Porque no saben cuándo les necesitas. A diferencia de ti, ellos no pueden notar las pequeñas señales y lo que pasa con la gente fuerte es que nunca se les pregunta si están bien.
Nunca se les ofrece ningún tipo de ayuda porque han demostrado demasiadas veces a la gente que son lo suficientemente fuertes como para hacerlo por sí mismos.
No estás buscando un caballero.
No buscas a nadie que te salve. No buscas a nadie que resuelva tus problemas y no esperas nada de los demás porque lo sabes muy bien.
Estás buscando tu propia espada.
Buscas las herramientas para librar tus propias batallas. Siempre estás intentando crecer para poder cuidar de ti mismo y no tienes ni la más remota idea de cómo te admira la gente.
La cuestión es que la vida nunca te fue fácil.
No eras de los que conseguían nada fácilmente. Nunca conseguías nada sin luchar.
Siempre tenías que demostrar tu valía y tenías que luchar por todo lo que querías tener en la vida porque era la única manera de conseguir lo que querías.
Por eso, a menudo se te percibía como una persona de corazón frío y cosas por el estilo.
Pero siempre sigues adelante.
Siempre que la vida te ha lanzado una bola curva, te las has arreglado para golpearla con fuerza y marcar un jonrón.
Tú también te cansas.
Usted se cansa de ser fuerte todo el tiempo. Te cansas de que la gente siempre espere algo de ti y te cansas de que la gente constantemente te quite y te quite cosas: tu amor, tu tiempo y cualquier otra cosa que necesiten.
Y sin embargo te levantas cada mañana.
Te levantas con una sonrisa. Te levantas más valiente cada mañana, dispuesto a darle una paliza a ese día.
Es tu manera de decirle a la vida: "Estoy preparado. Sea lo que sea lo que tienes para mí, ¡hazlo!".
Miras al desafío muerto a los ojos y le haces un guiño.
Te cuesta encontrar hombres dignos de ti.
Porque no juegas con chicos. No necesitas sólo a nadie porque así no es como funcionan las cosas para ti.
Necesitas un hombre fuerte que te maneje.
Así, encuentras el valor que buscas en ti mismo.
Aunque sería genial tener un hombre que pudiera satisfacer tus necesidades, tú sola eres suficiente. Eres más que suficiente y vales por ti misma.
Eres una de esas chicas que no nacieron medias, sino enteras, así que cuando te ven sola, nadie se atreve a preguntarte: "¿Dónde está tu otra mitad?".
Incluso cuando la vida te golpea duro ...cuando la vida te lanza palos y piedras, cuando caes hasta el punto de no poder ir más abajo, cuando cualquier otra persona renunciaría a la vida y a todo lo demás... te mantienes firme y haces que los demás se pregunten cómo es que sigues sonriendo.
Haces lo que se llama I quieres" y construyes unos cimientos firmes con los ladrillos que te lanzan.
No pasa nada si te caes y pierdes la chispa. Sólo asegúrate de que cuando vuelvas a levantarte, lo hagas como el maldito fuego.