Me he quedado sin razones para huir de ti. He intentado tanto encontrar algo, cualquier cosa que sea una razón lo suficientemente fuerte para alejarme de ti, sólo para no tener que enfrentarme a mi miedo. Pero no tengo nada.
Me sacudiste hasta la médula, haciendo que todos mis muros se derrumbaran mientras intentaba reconstruirlos, atrapando ladrillos de viejo dolor que tan pacientemente apilé hasta que fueron lo suficientemente gruesos y altos como para protegerme.
Y tú seguías ahí, asegurándote de que estuviera a salvo, asegurándote de mantenerme caliente, ahora que los huracanes de la vida pueden tocarme de nuevo.
Fuiste al mismo tiempo el terremoto que me partió en pedazos y el pegamento que me mantuvo unida.
Tengo tanto miedo de volver a derrumbarme. Pero tú ya lo sabes. Ya sabes que cada vez que me alejo, no es porque no te quiera. Es porque tengo miedo de que me toques.
No estoy acostumbrada a que me toquen con suavidad, a que me toquen de una forma en la que realmente pueda sentirme querida. No estoy acostumbrada a que me abracen cuando estoy rota.
No estoy acostumbrada a sentirme amada, pero tú me amas. Sigues aquí, me abrazas. Eres mi mayor miedo y la fuente de mi coraje.
Tengo tanto miedo de ser herido de nuevo. Sólo tengo miedo de que si me hieren una vez más, no seré capaz de volver a levantarme. Tengo tanto miedo de ser manipulada de nuevo, de ser intoxicada y retorcida.
Pero confío en ti. Por razones locas que ni siquiera puedo expresar con palabras, confío en ti.
Confío en ti cuando dices que nunca me harás daño. Confío en ti cuando dices que siempre estarás aquí.
Pero cuando la noche vuelve arrastrándose hacia mí, mis miedos están aquí de nuevo, gritando y resonando en mi mente. Inmovilizándome en la cama, ahuyentando mi paz y mis sueños.
Pero tú sigues ahí. Abrazándome, besándome hasta que me duermo.
Tengo miedo de volver a amar. De no ser correspondido. De que me den por sentado. Pero, ¿por qué te quiero? ¿Por qué confío en tus palabras? ¿Qué hay tan especial en ti que hace que mi los muros se derrumban?
Es la sensación de calma que siento cuando estoy contigo. Es el calor en el alma que siento cuando te miro a los ojos.
Es la sensación de mi mano en la tuya. Es la sensación de que por fin pertenezco a algún sitio, de que pertenezco a tus brazos. Es la sensación de los latidos de tu corazón cuando estoy tumbada sobre tu pecho.
Es la sensación que tengo cuando apoyas tu cabeza en la mía, diciéndome que soy tu "calabacita". Diciéndome que soy lo mejor que te ha pasado.
Es la paciencia que tienes conmigo. Es la fuerza que tienes para mis demonios. Es la forma en que estás dispuesto a luchar en mis guerras, porque ahora también son tuyas.
Cada vez que huyo, me esperas. Cada vez que me río de tus palabras de amor, me haces sentirlas.
Ya no puedo ver a la mujer que tú ves. Esa es la mujer que estaba rota, golpeada hasta la muerte. La mujer que encerré tras todos esos muros que derribaste. Pero tú la ves. Ves su fuego, su pasión y su belleza.
Y cada día, cada mañana, te aseguras de que yo también la vea. Viste cada defecto mío, pero los besaste igual.
Viste mis cicatrices y las curaste con tu amor. Viste mis moratones y los curaste con tu suave tacto. Viste océanos de tristeza en mis ojos y aprendiste a nadar en ellos, así que ya no estoy solo.
Amarte. Dejarte entrar. Tenerte a mi lado sigue siendo lo que más miedo me da. Todavía me da mucho miedo, pero prefiero morir en tus brazos que vivir sin ellos.
Elijo luchar cada día, sólo para ver tus ojos una vez más. Solo para sentir los latidos de tu corazón y oírte una vez más llamarme "Calabaza". Tengo mucho miedo de amarte, pero prefiero tener miedo contigo que ser valiente solo.