Nunca salimos. Pero casi lo hicimos. Nunca pude referirme a ti como mi novio y nuestra relación nunca fue etiquetada.
De hecho, no existe ningún rastro real de que hayas formado parte de mi vida, aparte de las cicatrices en mi corazón. No tengo ninguna prueba de que una vez fuiste mía.
Pero sé muy bien que no es más que la verdad.
Mientras estuve contigo, nunca supe si estaba oficialmente soltera o tomada. No tengo fotos tuyas que deba borrar de mis cuentas en las redes sociales.
Mi familia no me preguntará dónde desapareciste y no puedo decirle a nadie que soy un desastre porque rompí con mi novio.
Entonces, tal vez no tengo derecho a sufrir. Tal vez no tengo derecho a llorar por perder a alguien que nunca tuve.
Quizá no tenga derecho a sentir como si todo mi mundo se derrumbara y como si mi corazón se rompiera en un millón de pedacitos.
Pero aquí estoy, sintiéndome exactamente así. Aquí estoy, extrañándote como el demonio y sintiendo que voy a morir sin ti.
Aquí estoy, preguntándome por qué nunca fui suficiente para ser tu novia. Aquí estoy, pidiendo el cierre y preguntándonos por qué nunca lo conseguimos.
Nunca fuimos oficialmente una pareja. Pero ambos sabemos que en realidad éramos mucho más que eso.
Nunca salimos. Pero nos besamos. Nos abrazábamos, nos acurrucábamos y dormíamos abrazados.
Nos despertábamos uno al lado del otro y pasé muchas noches escuchando el sonido de tu respiración.
Nunca fuimos pareja ni amigos. Pero acudías a mí cada vez que necesitabas un hombro sobre el que llorar.
Contaron conmigo y me pidieron consejo.
Nunca fui tu novia. Pero te ponías celoso cada vez que un chico intentaba ligar conmigo y cada vez que pensabas que otra persona se llevaba toda mi atención.
Nunca tuvimos una relación etiquetada. Pero sí que sentí que me habían cogido, aunque nunca lo admití, ni siquiera a mí misma.
Nunca me dijiste que me querías, pero actuabas así la mayor parte del tiempo. Hiciste todo lo posible para que me sintiera deseada y querida, cuando te convenía.
Ahora, después de todo lo que pasó, sé que nunca me quisiste . Porque no le haces esto a la persona que amas.
En cambio, te encantaba tener a alguien cerca y tener siempre un plan de respaldo.
Te encantaba tener a alguien que cuidara de ti y te encantaba la forma en que yo te quería más que a nada, aunque nunca lo dijera en voz alta.
Así que no, nunca salimos, pero me rompiste el corazón. Y lo hiciste engañándome, sin planear nunca elegirme de verdad.
Dándome falsas esperanzas de que algún día las cosas cambiarían.
Durante años, jugaste con mi mente y mi corazón. Cada vez que veías que estaba a punto de alejarme de ti, me dabas migajas de tu amor y atención solo para poder mantenerme cerca.
Me enviabas señales contradictorias, dejándome siempre con la duda de qué pasaba entre nosotros.
Y lo peor no es que nunca me quisiste como yo te quise. Lo peor es que me arrastraste a propósito.
Lo peor es que todo este tiempo sabías lo que sentía y en vez de alejarte de mí en cuanto viste que nunca podrías corresponderme, me seguiste dando largas.
Seguías arrastrándome a este círculo sin fin de tu amor no correspondido.
Y luego, cuando te cansaste de mí, me dejaste sin decir una palabra. Te fuiste sin darme un cierre y sin darme una explicación que merecía.
Verás, tengo todo el derecho a saber lo que pasó porque fuiste tú quien me dejó enamorarme de ti como una idiota.
Fuiste tú quien jugó conmigo y el que me dejó colgado así que tú eres el que carga con toda la responsabilidad de mi dolor y mi corazón roto.
Y eso no tiene nada que ver con el hecho de que yo no fuera más que tu casi.