¿Cuántas veces ha oído decir a alguien: " El amor duele "? ¿Y cuántas veces te lo has creído?
Yo también lo creía. Solía creer que el amor duele como el demonio, porque cuando eres incapaz de conciliar el sueño y secarte todas las lágrimas, cuando tu corazón se rompe en millones de pedacitos, lo único que parece lógico es decir que el amor duele.
Ojalá alguien me hubiera dicho entonces lo totalmente equivocada que estaba.
El amor no te hace daño. Una persona que no sabe amar te hace daño.
Sí. Es la única verdad en todo el universo. El amor no te hace llorar. Una persona que no sabe cómo hacerte feliz sí. El amor no te hace sentir menos digno. Una persona que no sabe cómo apreciarte sí.
El amor no es algo que entra en tu vida y cambia su significado sin que tú lo consientas. El tipo de amor que aceptas de los demás determina el resultado. Cuando ocurre algo malo, es una tontería culpar al amor de haber sido duro contigo.
Se supone que el verdadero amor cura, no hiere.
El amor verdadero es tan hermoso y puro como un copo de nieve en invierno. Es desinteresado, reconfortante, generoso y humilde. Es tan fuerte que es capaz de mover montañas y, al mismo tiempo, tan frágil como una pluma.
Por todas sus características, se supone que el amor verdadero cura y no hiere. Se supone que te hace sonreír, que te llena de amor cada poro de tu ser, que te hace sentir dichoso y en contacto con tu verdadero yo.
Siempre que empieces a dudar del poder curativo del amor, pregúntate si el amor que estás aceptando es verdadero.
Cuando te han roto el corazón demasiadas veces, es difícil creer en el poder curativo del amor porque aún no has tenido la oportunidad de experimentarlo. Cuando tus lágrimas han corrido por tu cara durante demasiado tiempo, es difícil creer en el poder curativo del amor porque ya no confías en nadie.
Todo el dolor y la lucha que estás atravesando ahora es sólo un efecto secundario de la persona que no supo amarte. No es el amor lo que te ha hecho sentir así. El amor, cuando es verdadero, nunca te hace dudar ni un segundo.
El amor verdadero debe abrirte los ojos, no cerrártelos.
El amor verdadero te hace darte cuenta de que todo este tiempo has estado malgastando tus segundos con quienes nunca estuvieron destinados a quedarse. Te muestra la diferencia entre el amor desinteresado y el amor egoísta.
Te hace sentir que renaces porque tiene el poder de borrar todos tus errores del pasado y evitar que los repitas. Te hace sentir amado por lo que realmente eres.
Se supone que el amor verdadero debe ser dichoso y espontáneo.
Todos esos gestos bonitos y románticos que haces por alguien para demostrarle cuánto le quieres son como el alimento del amor verdadero. Amar a alguien incondicionalmente significa esforzarse por arrancarle una sonrisa y hacerle sentir especial.
No tiene nada que ver con cuántos emoticonos has recibido en tu red social. No tiene nada que ver con cuántas veces alguien te ha dicho que te quiere.
Amor verdadero está en cada beso espontáneo que recibes de tu ser querido. Está en secarse las lágrimas mutuamente, cogerse de la mano mientras se duerme y no olvidarse nunca de decirle al otro lo mucho que aprecia todo lo que su pareja hace por usted. El amor verdadero no es celoso, egoísta, venenoso ni tóxico.
El verdadero amor conoce las debilidades de alguien, pero no las utiliza en su contra. Las acepta.
Te ayuda a convertirte en la mejor versión de ti mismo aceptando todos tus defectos y peculiaridades. Te da espacio para mostrar tus verdaderos colores y no avergonzarte nunca de ellos. Te inspira, te motiva y te impulsa a alcanzar la grandeza y la felicidad supremas.
El amor verdadero permanece.
Cuando ocurre algo malo, el amor verdadero no se esconde. Está ahí contigo, cogiéndote de la mano y diciéndote que todo saldrá bien. El amor verdadero no teme los desafíos porque sabe que la paciencia y la perseverancia le harán vencer.
Recuerda que se supone que el amor verdadero no duele. Se supone que el amor verdadero cura tus heridas, acepta tus defectos, te mantiene a salvo y te ama incondicionalmente. Y si no lo hace, significa que aún no lo has encontrado.