Siempre fui esa chica que siempre tenía las cosas claras.
No había nada que pudiera afectarme, y siempre sabía qué hacer, independientemente de lo que la vida me deparara.
Probablemente por eso muchos de mis amigos siempre acudían a mí cuando se enfrentaban a alguna dificultad o simplemente eran infelices por alguna razón.
Estaba tan acostumbrada a ser la roca de todos, incluida la TUYA, que olvidé cómo ser la mía propia.
Al principio, no me importaba tanto. Supongo que es lo que pasa cuando te acostumbras a una determinada forma de vida.
Me encantaba ser la persona a la que todo el mundo recurría y poder ayudar a alguien a quien quiero de cualquier manera. Eso es lo que haces por la gente que quieres, ¿verdad?
Estás ahí para ellos.
Pero no fue hasta que te conocí que me di cuenta de lo mucho que me estaba afectando y de lo agobiada que empecé a sentirme poco a poco.
Era como si mi mundo empezara a desmoronarse lentamente bajo mis pies, y no sabía cómo detenerlo.
Llegaste a mi vida como un huracán y poco a poco empezaste a convertirme en lo que necesitabas que fuera.
Al principio no me di cuenta, porque sabías cómo hacerlo sin que me diera cuenta. Tenías una gran facilidad de palabra y me encantabas, hasta el punto de que a veces me sentía hechizada por ti.
Pero eso es lo que hace todo maestro manipulador. Ojalá hubiera sido capaz de ver a través de su disfraz en ese momento.
Pensé que estaba enamorado.
Por momentos me hiciste sentir en la cima del mundo.
Hablabas de nuestro futuro juntos y yo estaba en las nubes. Ni en un millón de años pensé que todo aquello no era más que tu juego enfermizo y egoísta, un medio para conseguir un fin.
Pero al menos aprendí mucho de ello.
Cuando estabas seguro de que me había enamorado de ti total y completamente, empezaste a quitarme poco a poco pedazos de mi felicidad, vaciándome de todo lo que sabía y de todo lo que era.
Te dejé porque eras todo lo que quería y te creí.
Creía que nunca harías nada para herirme o cambiarme. Estaba tan segura de que me querías tanto como yo a ti, que te entregué mi alma sin pedir nada a cambio.
Estúpido, lo sé. Pero entonces, no sabía nada mejor.
De la chica segura de sí misma que controlaba su vida y sus emociones pasé a ser una mera sombra de lo que había sido. Sentía que tenía que pedirle permiso para prácticamente todo.
No sé cómo, pero te las arreglaste para hacerme me siento tan pequeño e inseguro que mis amigos ya no me reconocían.
Yo no era la chica que todos conocían, y debería haber escuchado. Pero su poder sobre mí era tan fuerte, ¿cómo podría?
Nunca pensé que sería ESA chica. La chica que dejaría que un intrigante conspirador entrara en su vida y la cambiara tan profundamente que ya no podría mirarse al espejo. La chica que ahora se avergonzaba de lo que había sido de ella. La chica que lo dio todo y no obtuvo a cambio más que vergüenza y arrepentimiento.
Me dirías que el amor requiere sacrificio. ¡Sí, pero no si yo fuera EL ÚNICO que hace el sacrificio!
También me dirías que es normal que una persona cambie ("se adapte" fue tu palabra exacta) cuando está en una relación seria. Claro, ¡pero yo era el único que había cambiado por completo!
Cuando me di cuenta de que ya no era la persona que era antes de que entraras en mi vida, decidí que ya estaba HARTA de ti. Lo había soportado durante demasiado tiempo, y ya era hora de que volviera a tomar las riendas de mi vida.
Cuando por fin me di cuenta de que me había perdido en ti, y NO en el buen sentido, me miré al espejo y me dije que merecía más.
Esto NO era lo que yo quería, y cualquier amor que pudiera haber sentido por ti, no valía la pena la lucha constante y la miseria que sentía cada día.
Ya estaba HARTA de ponerme en segundo lugar y de dejar mi propia vida en un segundo plano.
Yo importaba. Mis emociones importaban. Mi cordura importaba. Tú... no tanto. ¡Ya no! Y una vez que me di cuenta de eso, todo lo demás fue tan fácil.
Nunca me permitiré experimentar un vacío tan profundo y una pérdida de identidad por un tipo que no merece ni un pensamiento más. Así que esta es mi despedida. He vuelto a ser la de antes, y Tú ya no puedes hacer nada al respecto.
He encontrado y recuperado mi tranquilidad de nuevo, y nunca la voy a devolver.