¿Alguna vez has sentido que no hay nadie en el mundo que te quiera? ¿El "verdadero" tú con todos tus bienes y tus males, todos tus altibajos?
¿Alguna vez has sentido miedo de que si muestras tu verdadero yo y descubres tu lado vulnerable, la gente te juzgue negativamente? ¿De que la gente no te entienda? ¿Sientes que tienes que pasar solo por todo el lío que tienes en la cabeza? ¿No? Claro que no. Me tienes a mí.
He reunido a tres personas -tu mejor amigo, tu amante y tu consejero vital- en una: yo. No hay una sola cosa que no puedas decirme. No hay miedo en ti por el que pueda juzgarte o compadecerme.
Sabes que siempre puedes confiar en mí y que no importa en qué tren te subas, siempre estaré ahí esperándote en la estación final. Incluso cuando no estás segura de si respiras o no, estás absolutamente segura de que te quiero. Siempre sabes que al menos hay una persona en el mundo que está ahí para ti.
Quizás, esa es la razón por la que te resulta tan fácil dejarme. Tal vez por eso te vas sin pensarlo dos veces, y siempre vuelves súper confiado, sabiendo que siempre me tendrás, sabiendo que no importa en qué tren te subas, yo soy tu destino seguro.
Pero no quiero sentirme como tu parada lateral, no quiero ser una persona a la que te aferras durante un tiempo y luego, cuando ya no la necesitas, la dejas marchar. Quiero ser tu hogar. Necesito ser tu primera opción por una vez.
¡¿Cómo puede ser este el plan de Dios para mí, no lo entiendo?! Nada de lo que hago es lo suficientemente bueno y lo intento, de verdad. Sigo dando lo mejor de mí a la gente, pero no importa lo que haga, nunca soy la elegida.
-¿Qué demonios te pasa?
Te diré lo que me pasa. Soy demasiado. Demasiado es lo que me pasa. Ese es el problema, ¿no? Demasiado es un problema y no puedes hacer nada al respecto.
Siento demasiado, veo demasiado, deseo demasiado y me doy demasiado. No puedes cambiarlo, no puedes arreglarme porque no estoy rota. No soy una reina del drama, sólo soy yo misma. Es lo que soy como persona. Todo lo que tú sientes, yo lo siento el doble. Todo lo que te destroza, me destroza a mí también, pero el doble. Tal vez esta sea la razón por la que me cuesta dejar a la gente.
Véase también: 6 señales de que le quieres mucho más de lo que él te quiere a ti
Mira, no me voy porque te entiendo. No apoyo tus acciones y nunca seguiría tu camino. No estoy justificando que me trates como la quinta rueda, pero de alguna extraña manera, lo entiendo.
Entiendo que tengas miedo y que haya tantas cosas que probar y que tengas miedo a volar porque te mataría saber que si se te rompieran las alas, no tendrías a nadie que te salvara. Por eso tampoco me dejas ir.
Al menos, no me dejas del todo. Cada vez que "terminamos", sigo pensando que hemos llegado al último capítulo de nuestra página y que esto es todo. A veces no sé si sentirme triste o aliviada. Pero entonces vuelves corriendo, añadiendo constantemente una coma en los lugares donde debería haber habido un punto hace mucho tiempo. Y yo te sigo dejando.
Pero, puedo dejar que me utilices emocionalmente hasta cierto punto. Una vez que me harte, seré yo quien te diga adiós. Lo que no te das cuenta es que somos diferentes. Me tienes porque me importas. Puedes volver cuando quieras sólo porque yo te lo permito. Me tienes porque te comprendo.
Llegará el momento en que por fin me pondré en primer lugar. Llegará el momento en que inhalaré todo mi coraje y diré hemos terminado. Una vez que diga adiós, será para siempre. Porque mis despedidas son siempre para siempre.