¿Alguna vez ha leído o escuchado esas inocentes y hermosas definiciones de amor que dan los niños? Te hacen pensar, ¿verdad?
Los adultos encuentran muchas reglas complicadas sobre el amor y las relaciones, pero los niños lo tienen todo resuelto basándose sólo en lo que sienten cuando están con alguien.
Sus conceptos sencillos realmente te hacen cuestionar la complejidad del amor.
¿Por qué recorremos largos caminos tratando de explicar el amor cuando deberíamos limitarnos a sentirlo y disfrutarlo, tan divino como es?
No hay una sola manera de explicar el amor. El amor es lo que tú quieres que sea y como tú quieres que sea.
Cada uno tiene su propia forma de demostrarlo y una manera específica en la que necesita ser tratado para sentirse querido, y a veces es sólo una química que la gente comparte.
Para mí, el amor es escuchar. Escuchar de verdad todas las aburridas historias cotidianas sobre lo que ha pasado ese día en el trabajo, las cosas importantes, las ideas sobre el universo, la música, los libros.
Escuchar sin interrumpir, escuchar y revivir. Para mí, el amor es hablar. Hablar desde el corazón, hablar con la verdad.
Hablar con amabilidad y delicadeza. Hablar de todo y de nada. Ser honesto y respetuoso, sin acusaciones.
Para mí, el amor es confiar. Confiar incondicionalmente, sin cuestionar.
El amor también es disfrutar de cada momento, memorizar los olores, las luces, el ambiente. Memorizar lo que sientes.
Rezar es amar. Rezad unos por otros, rezad juntos, rezad por vuestros seres queridos, rezad para que el mundo entero encuentre la paz en el amor.
El amor es compartir. Compartir tus pensamientos íntimos, compartir tu comida y tu cama, compartir tus sentimientos y secretos más profundos porque puedes, porque quieres, porque simplemente lo necesitas.
El amor es dar, sin escatimar. Darlo todo, darlo todo porque te hace más feliz que guardártelo para ti.
El amor empieza y termina con la amistad. Una amistad completa y maravillosa que te da fuerza y sentido. Una amistad que te desafía y te cambia para siempre.
Finalmente, el amor es una promesa. Una promesa que nunca olvidarás. Una promesa para apreciar, para poner por encima de todo.
Una promesa de que nunca renunciarás. Una promesa de aceptación. El amor es una promesa de no hacerse daño nunca.
Una promesa de ser la mejor versión de ti mismo. Una promesa a ti mismo, a Dios, al mundo entero.
Es comprometerse diariamente a resistirse a señalar todo lo que está mal o es malo. Pedir perdón y conceder el perdón.
Es formar una unidad real sin permitirse tomar decisiones personales que rompan el vínculo o la confianza. Los adultos tienen muchas reglas sobre el amor y cómo debe funcionar.
Lo único que debemos hacer es mirar en el fondo de nuestro corazón y de nuestra alma y dejar de buscar una definición definitiva del amor.
El amor puede ser muchas cosas y, mientras saque lo mejor de nosotros, es el concepto más magnífico que existe en este mundo.