Cuando te conocí, esperaba mucho de lo que ocurriría en nuestra relación. Pero no quiero que me digas que había ido desarrollando esas expectativas por mi cuenta y sin ningún respaldo. La verdad es que te comportabas como el chico más perfecto desde el primer día. La verdad es que me habías estado diciendo todo lo que necesitaba oír hasta que te metiste en mis pantalones y bajo mi piel.
Y fue entonces cuando mostraste tus verdaderos colores. Fue entonces cuando me demostraste lo equivocada que estaba contigo. Fue entonces cuando me di cuenta de lo buen actor que habías sido todo este tiempo y cuando me demostraste que estaba equivocada por creer que de verdad te importaba como me importabas tú. Fue entonces cuando me di cuenta de que todo lo que pensaba de ti era una gran mentira.
Pensé que estabas dispuesto a comprometerte, pero resultó que sólo eras otro imbécil egoísta. Pensé que eras alguien dispuesto a satisfacer mis necesidades y a encontrarme a mitad de camino, alguien que entendía cómo relaciones maduras funcionó. Pero al final, me demostraste que sólo eras un ególatra egocéntrico que sólo hacía las cosas que le convenían. Me demostraste que sólo mirabas por tus propios intereses, en lugar de hacer todo por el bien de nuestra relación, como hacía yo. Me demostraste que mi bienestar nunca fue importante para ti y que nunca tuviste en cuenta mis emociones y cómo tus acciones me afectaban a mí o a nuestra relación.
Pensé que me ibas a tratar como tu prioridad, pero resultó que sólo era una de tus opciones. Desde el momento en que nos conocimos, te esforzaste mucho por convencerme de que me estaba convirtiendo en la persona más importante para ti en el mundo y que nada ni nadie podía ser más importante que yo. Pero al cabo de un tiempo, empecé a notar que yo iba cayendo en tu lista de prioridades. De repente, todo y todos eran más importantes que yo. De repente, nuestros planes se reprogramaban y siempre estabas demasiado ocupado para escucharme o verme. Al mismo tiempo, actuabas como si siempre tuvieras que ser mi primera opción y esperabas que siempre te pusiera a ti primero.
Creía que ibas a poner algo de empeño en nuestra relación, pero resultó que esperabas que yo moviera las estrellas por ti mientras tú no estabas dispuesto a mover un dedito por mí. Creía que nuestra relación significaba tanto para ti como para mí. Pero al cabo de un tiempo, vi que yo era la única que iniciaba nuestras citas, la única que te llamaba y enviaba mensajes de texto primero y la única que movía todos los hilos. Después de algún tiempo, empecé a sentir como si te estuviera obligando a estar conmigo y eso era algo que nunca quise.
Pensé que eras alguien en quien podía confiar, pero resultó que sólo estabas a mi lado mientras me necesitabas. Sabías que siempre podías contar con mi apoyo y para mí ese era el orden natural de las cosas desde que éramos pareja. Pero con el tiempo, empezaste a utilizar mi amabilidad y a aprovecharte del hecho de que yo siempre estaba ahí para ti. Seguías llamándome sólo cuando tenías problemas o cuando necesitabas algo, porque sabías que yo era la única que nunca te daría la espalda. Pero en cuanto todo se arreglaba en tu vida y volvías a estar bien, te olvidabas de mí, como si nunca hubiera existido. Al mismo tiempo, nunca estuviste a mi lado cuando te necesité. Considerabas que mis problemas eran irrelevantes y que podía arreglármelas sola.
Pero sobre todo, Pensé que eras alguien que finalmente trátame como merezco ser tratado y alguien que me amara como yo te amé a ti. Pero resultó que toda nuestra relación no era más que un gran engaño y que nunca sentiste amor sincero por mí. Y eso es algo que nunca podría perdonarte.-por mentirme y engañarme haciéndome creer que éramos algo más grande.