Intentar complacer a todo el mundo es una forma segura de perder energía y sentirse agotado rápidamente. Puede ser agotador intentar cumplir las expectativas de los demás, a menudo a expensas de las nuestras.
Ayudar a los demás no es necesariamente un problema en sí mismo. Significa que estamos empático y nos ayuda a mantenernos socialmente conectados. Sin embargo, una necesidad constante de agradar a los demás puede ser síntoma de una dolencia emocional más profunda. Sentir la necesidad de cumplir las expectativas de los demás para sentirnos dignos puede ser señal de una cuestión no resuelta en nuestro interior.
Es importante comprender que nunca podremos llenar un vacío interior comprando cosas materiales. No podemos llenar este vacío comprando formas de vernos bien por fuera. La única manera de sentir verdadera felicidad es llenando nuestra copa interior con amor, apoyo y aceptación.
De la misma manera, no podemos complacer a la gente en nuestro camino hacia la felicidad. Es otra forma de intentar llenar el vaso externamente en lugar de internamente. Si nos concentramos continuamente en lo que los demás quieren de nosotros, perdemos el sentido de lo que queremos -y necesitamos-. Cuando reprimimos esta voz interna el tiempo suficiente, nos agotamos por completo.
El problema de agradar a la gente podría estar arraigado en alguna parte interna, o podría ser una signo de una relación tóxica con un individuo que es un tomador de energía. A menudo, los maltratadores emocionales acaban con nuestra energía al tomar todo lo "bueno" y sustituirlo por sentimientos proyectados de incompletitud que, de otro modo, llevarían consigo.
Si siempre estás dando todo lo que tienes a una asociación y, sin embargo, sientes que no es suficiente o de hecho te dicen que no es suficiente, esto es un problema. Si estás en una relación de pareja en la que das constantemente, y tu pareja no parece apreciar tus esfuerzos, algo va mal.
Del mismo modo, si te entregas constantemente a alguien o a una situación determinada sin que nadie te lo pida y el receptor te dice que ya es suficiente, tendrás que analizarte a fondo para averiguar por qué tienes una necesidad inherente de sacrificarte. Es posible que hagamos esto durante algún tiempo antes de que nos falte la energía suficiente para darnos cuenta de que no podemos seguir así. Llegados a este punto, tenemos que intentar averiguar por qué damos constantemente y cómo podemos cambiar este comportamiento.
A veces, la causa es un traumatismo precoz. Todos llevamos el peso de nuestro pasado al presente, lo elijamos o no. Si el pasado fue desagradable y sentimos que estábamos en una situación en la que no podíamos salvarnos a nosotros mismos o a otra persona, este peso puede haber provocado en nosotros un continuo deseo de ayudar. Puede que haya arraigado en nosotros la necesidad de acudir al rescate.
La necesidad de agradar también puede deberse a la forma en que nos educaron. Tal vez estemos imitando comportamientos que veíamos cuando éramos más jóvenes. Tendemos a emular las acciones de quienes nos criaron si la experiencia fue positiva. Queremos devolver, y esto es saludable siempre que no lleguemos a un punto en el que demos demasiado.
El equilibrio es la clave. Saber cuándo reducir un poco y concentrar nuestra energía internamente es importante. Tenemos que entender cuándo estamos agotando demasiado rápido lo positivo, para poder hacer una pausa y reponer fuerzas.
Hay numerosas señales a las que prestar atención que podrían indicar que estamos dando demasiado de nosotros mismos. Es posible que se sienta sobrecargado de responsabilidades y que sienta que tiene que realizar cosas que otros podrían haberle quitado fácilmente de encima. Es posible que se sienta incapaz de decir "no" incluso cuando su plato está demasiado lleno. Es posible que absorba los rasgos de los demás aunque sean contrarios a su propia identidad y a lo que usted es.
Si sientes una necesidad constante de que los demás reconozcan tus esfuerzos y te encuentras buscando aprobación en las redes sociales o en tus círculos sociales, puede que te estés extralimitando. Puede que estés buscando la atención y la aprobación de los demás para sentirte bien por dentro. Recuerda que la verdadera felicidad no puede provenir de recursos externos. Sólo puede venir de dentro.
Si te sientes exhausto y completamente agotado, tómate un tiempo para revisar realmente tus circunstancias y plantéate hacer algunos cambios donde sea necesario. No tienes por qué seguir sacrificándote. Cuando tú estés bien, los demás a tu alrededor también lo estarán.