El apego emocional es un vínculo afectivo fuerte y duradero que se forma entre las personas, aunque a veces el término puede utilizarse para describir el aferramiento a posesiones, hábitos o creencias.
Incluye el deseo de estar cerca de la persona o cosa a la que estamos apegados y volver a la misma persona o cosa en busca de consuelo. La ausencia de la figura de apego provoca ansiedad.
Aunque el apego es normal en los seres humanos e implica un intercambio de consuelo y cuidados, es cierto que a veces puede significar una falta de libertad y un comportamiento pegajoso poco saludable.
Cuando se crea un apego, puede resultar difícil soltarlo cuando algo va mal. Cuando estamos acostumbrados a nuestra zona de confort, no nos gustan los cambios forzados.
Las investigaciones psicológicas demuestran que las experiencias tempranas en la infancia son importantes para el desarrollo y el comportamiento más adelante en la vida, lo que significa que aprendemos nuestro estilo de apego cuando aún somos bebés y, más adelante en la vida, pueden cambiar.
¿Por qué debemos conocer nuestro estilo de apego? No es para encerrar el amor en categorías estrictas, sino para comprender fácilmente de dónde venimos.
Diferentes estilos de apego emocional
La teoría del apego (descrita por el psicoanalista John Bowlby) diferencia cuatro estilos de apego principales, cada uno de los cuales dice mucho sobre la persona y sus necesidades.
Los cuatro estilos principales son los siguientes:
Asegure
Cuando una persona tiene este tipo de apego emocional, significa que parte con grandes activos.
No tienen ningún problema en comunicarse con su pareja, no dudan en pedir ayuda o apoyo emocional y hacen lo mismo por su pareja a cambio, lo que se traduce en una relación sana.
Por eso, alguien con este estilo de apego tiene relaciones igualitarias y comprensivas que le ayudan a crecer juntos.
Llevar el mismo ritmo en una relación aporta estabilidad, algo muy importante para una conexión duradera.
No participan en las llamadas bonos fantasía que den una falsa sensación de seguridad, sino que apoyen realmente a su pareja y satisfagan sus necesidades emocionales.
Todo esto no significa que las relaciones seguras sean perfectas, pero sí que hay un esfuerzo por comprender, escuchar y resolver los problemas juntos, en lugar de culparse mutuamente, agredir pasivamente o abandonar.
Un estilo de apego seguro significa que ambos miembros de la pareja tienen un gran conocimiento de sí mismos, lo que les ayuda a ver más allá de cualquier problema y a centrarse en los objetivos mutuos y en alcanzar el bienestar.
Ansioso-preocupado
A diferencia del estilo anterior, los individuos ansioso-preocupados sí participan en las llamadas bonos fantasía.
Una persona con este estilo de apego tiende a fantasear con el romance, pero no cumple las expectativas en la realidad.
Piensan y analizan demasiado, lo que les hace ser pegajosos y a veces obsesivos.
En lugar de amor real, sienten una fuerte necesidad emocional que tiene su origen en la privación que experimentaron en etapas anteriores de su vida.
Este vacío emocional les hace emocionalmente hambriento y esa hambre no puede ser plenamente satisfecha por su pareja si la persona no trabaja primero en resolver sus problemas.
Es probable que se enamoren de un compañero al que puedan salvar o, en algunos casos, del que crean que puede salvarles a ellos, y suele ser la persona equivocada.
Un tema recurrente en una persona con este tipo de personalidad es la baja autoestima, derivada de crecer sin límites.
Su inseguridad causa problemas en la relación porque, la mayoría de las veces, perciben la independencia de su pareja como una amenaza.
Por ejemplo, si la pareja pasa tiempo con sus amigos o con otras personas, lo percibe como una falta de atención o abandono y se vuelve desesperada o pasivo-agresiva.
Por desgracia, tienden a confundir un relación tóxica por pasión.
Despectivo-evasivo
Una persona con un despectivo-evasivo tiende a no estar disponible emocionalmente en una relación.
Suelen mostrarse autosuficientes e independientes y a menudo evitan la intimidad.
Están centrados en sí mismos y buscan el aislamiento, les cuesta ser vulnerables y con frecuencia parecen y actúan indiferentes ante las cosas que ocurren en su relación.
Incluso después de que su pareja les haga daño o les abandone, tienden a bloquear los sentimientos, lo que no hace más que embotellar sus sentimientos no expresados. En otras palabras, se cierran emocionalmente.
Este tipo tiene pocas relaciones genuinas en su vida como resultado de su estilo de apego evitativo y desdeñoso.
No me importa es su mantra, aunque casi siempre sea falso porque la plena independencia es una ilusión.
Todo ser humano anhela relaciones genuinas y significativas; incluso si eres una persona introvertida a la que no le gustan las multitudes, tener una conexión de calidad con otras personas es esencial.
Temeroso-evasivo
Una persona con este tipo de estilo de apego tiene un enfoque mixto. Temen estar demasiado cerca o demasiado lejos de su pareja y suelen tener dificultades para comprender sus propias emociones.
Su incapacidad para comprender sus emociones les hace sentirse abrumados, lo que no hace sino complicar más las cosas y, en ocasiones, formar un problema con su salud mental.
Quieren estar cerca de la otra persona pero, al mismo tiempo, tienen miedo de que les hagan daño.
Cuando se sienten heridos, tienden a ser pegajosos, mientras que otras veces experimentan miedo a la intimidad y retraimiento. En otras palabras, no saben cómo satisfacer sus necesidades.
A esto le siguen muchos altibajos con su pareja, lo que da lugar a una relación inestable y a veces abusiva.
Signos de un apego emocional malsano
Todos estamos de acuerdo en que ninguna relación es perfecta y siempre hay alguna discusión ocasional o algún problema que hay que resolver. Sin embargo, hay muchas señales de alarma que deben salir a la luz.
Una relación romántica sana no debería apoyar los siguientes comportamientos, ya que son signos de un apego malsano:
Necesidad de tranquilidad constante
Es normal que los seres humanos se preocupen por cómo les perciben los demás, especialmente sus seres queridos.
Sin embargo, si lo hacemos constantemente, es una señal de preocupación.
¿Me quieres? ¿Por qué no me dices que me quieres? ¿Cuánto me quieres? ¿Estás seguro? y preguntas similares son sólo algunos ejemplos de comportamiento pegajoso.
Además, también se suele insistir demasiado en la necesidad de otros tipos de afecto, como besos y abrazos.
Este tipo de comportamiento abruma a la otra persona y la aleja. Ejerce demasiada presión sobre una persona, que no puede saciar el hambre emocional de la otra.
La solución a este problema es afrontar el conflicto interior no resuelto. En lugar de aferrarse a un compañero para tranquilizarse, la persona tiene que aprender a abordar sus propios problemas.
Nunca estaremos plenamente satisfechos a menos que aprendamos a respetarnos a nosotros mismos y a darnos cuenta de nuestra autoestima. Cuando conoces tu autoestima, no necesitas la aprobación de los demás.
Eso no significa necesariamente que no te importen sus opiniones, pero tú ya sabes lo que es mejor para ti y de lo que eres capaz.
Amor obsesivo
El amor obsesivo es un extremo encaprichamiento que suele ir acompañado de celos delirantes y comportamiento controlador (no confundir con los sentimientos de enamoramiento que son normales en una nueva relación).
Es un amor que nunca madura lo suficiente como para alcanzar una conexión emocional sana. En cambio, casi se convierte en un trastorno de la personalidad.
Lo que empeora las cosas es el hecho de que el amor obsesivo se romantiza en la cultura popular a través de libros y películas.
Se normalizan algunos de los comportamientos malsanos y se excusan los apegos problemáticos de los adultos.
Por desgracia, el amor obsesivo se considera algo digno de elogio cuando en realidad no es más que un comportamiento tóxico.
Algunas de las señales de advertencia del amor obsesivo son el pensamiento obsesivo sobre su objeto de deseo, la atención intensa sobre el objeto de su amor, las llamadas y mensajes de texto obsesivos, los problemas de confianza, la alegría y el alivio excesivos cuando se está cerca del objeto de amor, los problemas para centrarse en otras cosas, etc.
Preocuparse demasiado por los sentimientos de su pareja
La psicología social nos dice lo significativa e impactante que es la presencia de los demás en nuestras vidas. Afecta a nuestros pensamientos, sentimientos y comportamiento.
Por eso muchas personas se preocupan por su imagen a los ojos de los demás y, a veces, hasta el punto de alterar su propia vida y comportamiento para adaptarse a las necesidades de su pareja.
El problema de este tipo de comportamiento es que estamos sacrificando nuestro yo auténtico, lo que a la larga nos lleva a sentirnos infelices con nosotros mismos y con nuestra relación.
También refleja un bajo autoestima y nos hace sentir no escuchados.
Si estamos demasiado preocupados o temerosos por las reacciones de nuestra pareja, especialmente cuando se trata de cosas cotidianas, es posible que estemos atrapados en un comportamiento emocional poco saludable.
Otra forma en que se manifiesta este problema es cuando nos sentimos responsables de los sentimientos de los demás, así que permítanme repetirlo:
No eres responsable de los sentimientos de los demás. Eso es exactamente lo que nos mantiene en una relación difícilPensar que todo lo malo que ocurre es culpa nuestra es perjudicial para nuestra autoestima.
Evitar la intimidad
Para mantener una relación estrecha, dos personas deben reconocer los sentimientos de la otra y esforzarse por lograr la satisfacción mutua.
Eso significa atención constante, apoyo, confianza y vulnerabilidad. No hay verdadera intimidad sin vulnerabilidad.
El miedo a compartir una relación afectiva estrecha es miedo a la intimidad, que es lo más importante entre las parejas románticas.
Existen numerosas razones para este temor, como experiencias infantiles difíciles, antecedentes de malos tratos y muchas otras.
La intimidad es la capacidad de compartirse con otra persona y podemos hacerlo de varias maneras.
Por ejemplo, de forma intelectual (compartiendo pensamientos e ideas), emocional (compartiendo sentimientos profundos), sexual (compartiendo intimidad física) y vivencial (compartiendo experiencias).
Diferentes tipos de apego emocional
Cuando oímos el término apego emocional, solemos pensar en el apego a las personas, es decir, a la pareja, los hijos, los familiares y los amigos. Sin embargo, hay muchos más tipos, como:
Apego a lo material
¿Lo pasas mal cuando algunas de tus posesiones materiales se estropean o cuando tienes que desprenderte de ellas? ¿Te preguntas alguna vez por qué?
El hecho es que estamos apegados a las cosas materiales. Si no lo estuviéramos, ¿por qué compraríamos cosas que no son esenciales?
Casi todas las compras importantes son emocionales.
Piense en si dejara su teléfono solo durante unos días; seguro que lo echaría de menos y sentiría cierta frustración en algunos momentos.
Por supuesto, es normal disfrutar de las cosas materiales, pero debemos ser conscientes de que todas ellas son reemplazables.
Existe la idea de que cuanto menos apegados estamos, más felices somos. Todo en la vida es pasajero, así que aprender a soltar es una habilidad útil.
Apego a los hábitos
Aparte de las personas y las cosas, nos apegamos a los hábitos. La forma más fácil de notarlo es ver a personas que fuman, comen en exceso, se obsesionan con hacer ejercicio, etc.
Es posible tener hábitos saludables, pero es más fácil tener hábitos insanos. Por eso, para romper un hábito se necesita fuerza de voluntad y disciplina.
Apego a los lugares
Para muchas personas, cambiar de entorno es una pesadilla.
Se apegan demasiado a ciertos lugares; por ejemplo, su ciudad natal o el hogar familiar y, a veces, incluso cuando necesitan desesperadamente un cambio.
Rechazar el cambio cuando es bueno para nosotros es un gran signo de un apego emocional malsano porque detiene el progreso y el crecimiento.
Apego a los recuerdos
Otro tipo de apego es pensar en las cosas que ocurrieron en el pasado. No tiene sentido soñar despierto o llorar por las cosas que ya pasaron porque no podemos cambiarlas.
Lo que podemos hacer es centrarnos en las cosas que podemos hacer ahora y hacerlo lo mejor que podamos.
Cómo romper el círculo vicioso
Aunque el apego emocional es algo normal y esperable en los seres humanos, a veces se descontrola.
Para mantener nuestro equilibrio emocional y nuestra libertad personal, necesitamos desprendernos de las cosas que ya no nos sirven.
¿Cómo hacerlo? En primer lugar, es bueno trabajar la autoestima. Es fundamental sentirse a gusto con uno mismo antes que con nadie para experimentar la felicidad, la libertad y el equilibrio emocional.
En segundo lugar, es bueno encontrar cosas nuevas en las que centrarse.
No dependas de otras personas para sentirte bien; descubre cómo hacerlo por ti mismo. Haz cosas que te hagan sentir menos estresado. Haz nuevos amigos, prueba cosas nuevas.
No pienses en ti mismo como alguien que necesita algo o a alguien más para sentirse realizado, ya que tú ya estás completo.
No olvides que tienes el poder de cambiar tu vida cada día, a partir de hoy.
"Renovar, soltar, dejar ir. El ayer se ha ido. No hay nada que puedas hacer para traerlo de vuelta. No puedes 'haber hecho' algo. Sólo puedes HACER algo. Renuévate. Libérate de ese apego. Hoy es un nuevo día". - Steve Maraboli