Ni siquiera eres consciente de la suerte que tienes de poder dejar una relación rota. Toda tu felicidad está tapada por el dolor y la ruptura que sientes ahora. Pero eso pasará, ¿sabes?
Es la sensación de soledad que te embarga, el cambio que se ha producido. Estuviste en una relación durante algún tiempo y ni siquiera te diste cuenta de que eras infeliz.
Seguías pensando que las cosas cambiarían, pero su indiferencia y su egoísmo no hacían más que hundirte aún más en la tristeza que ocupaba tu corazón y tu mente.
Estos hombres tóxicos te atraen a su trampa y te mantienen en sus garras, alimentándose de tu energía, hasta que un día no queda más energía en ti. Hasta que un día te quedes seca, hasta que te rindas y abandones a él, a tu relación.
Te maltrataron emocionalmente, te gritaron y te dijeron que eras incompetente y estúpido. Dios sabe cuántas cosas repugnantes oíste pero preferiste olvidar. Aunque ambos sabemos que nunca borrarás esos momentos de tu mente, intentarás empujarlos al fondo de tu mente.
Un día, te alejas. Te alejas de sus abusos, gritos e intimidaciones y te sientes como una mierda. Pensabas que ibas a liberarte y volver a sentirte positiva y feliz. Pero las cosas sólo parecen empeorar, así que empiezas a le echo de menos y muy pronto vuelves con él, esperando que esta vez las cosas sean diferentes.
Esperas que cambie de actitud porque se ha dado cuenta de lo desgraciado que es sin ti. Y, efectivamente, en los primeros días ves esa nueva faceta suya. Es atento, cariñoso y atento hasta el primer desacuerdo, hasta la primera vez que te defiendes.
A él no le gusta eso. No quiere una mujer fuerte e independiente a su lado. Quiere una mujer pobre e chica débil que hará exactamente lo que le digan, una chica que no se defiende y esa no eres tú.
Entonces, de repente, has sido trasladada a su realidad abusiva. Algo te despertó de un hermoso país de ensueño en el que estabas y te mostró, una vez más, quién es él en realidad.
Sé por lo que estás pasando. Sé que una vez más te has ido y te sientes tentada a volver porque tienes miedo de estar sola, o crees que él va a cambiar, o crees que todavía lo amas así que quieres darle otra oportunidad.
¡Para! Nada va a cambiar. Va a seguir siendo el mismo abusivo y egocéntrico gilipollas y tú seguirás siendo su víctima para arremeter contra él cuando le apetezca.
Estarás perdido cuando rompas definitivamente. Te sentirás indeseada y te sentirás desgraciada durante algún tiempo.
Pero tienes que dejar salir esas lágrimas porque si no te ahogarás con ellas. Tienes que gritar para liberar toda tu rabia y no embotellarla dentro de ti porque te destruirá, te golpeará hasta matarte emocionalmente.
Pero una vez que te quitas todo lo malo de encima, una vez que aceptas tu nuevo estatus y tu nuevo papel en la vida, las cosas van a empezar a cambiar a la velocidad de la luz. Ya sabes que después de llover, siempre sale el sol.
Hay que tocar fondo para volver a levantarse.
1. Aprenderás a quererte a ti mismo
Ya no te verás de la misma manera. Has aprendido la lección y te ha cambiado. Quizá ni siquiera te ha cambiado tanto como te ha mostrado qué camino no debes tomar nunca más, en qué mentiras y manipulaciones no debes volver a creer.
Vas a aprender a respetarte porque te han tratado como una mierda durante mucho tiempo. Verás lo que te has estado perdiendo, cuánto amor merecías y nunca recibiste.
Vas a dejar de infravalorarte y a abrazarte a ti misma porque eres la mejor versión de ti misma, sólo que te encontraste con el hombre equivocado para ti.
2. Poco a poco te perdonarás a ti mismo
No va a pasar tan pronto. Te resentirás y te odiarás por ser tan estúpida de confiar en él.
Te vas a enfadar porque te dejaste enamorar de un manipulador disfrazado y te creíste sus mentiras y sus palabras vacías.
Pero, por desgracia, el amor es realmente ciego y cuando amas a alguien, aunque sepas en el fondo de tu corazón que no es el hombre para ti, te niegas a creerlo porque estás locamente enamorada y la cosa entre los dos tiene que funcionar, simplemente tiene que hacerlo.
3. Aceptas lo ocurrido
Cuando te liberas de una relación tóxica, estás confuso y te sientes solo. Solo entonces empiezas a darte cuenta de que te han maltratado y abusado emocionalmente.
Sólo cuando te alejas de él, repasas las cosas y te das cuenta de lo desgraciada que has sido y no querías admitirlo. Esperabas constantemente un cambio, pensabas que sólo era una "fase".
Pero cuando te alejas de él y lo apartas definitivamente de tu vida, puedes pensar con claridad y ver las cosas como realmente son. No hay nadie ahí para cambiar la verdad y manipularte para que pienses que eres feliz y que las cosas deberían funcionar así, que tú eres el problema y no él. Así que poco a poco lo aceptas.
Es demasiado para aceptarlo de repente. Permítete dar un salto hacia esta comprensión y hazlo paso a paso, para no derrumbarte. Cuando por fin comprendas cómo sucedieron las cosas y por qué, y lo aceptes todo, encontrarás la paz y seguirás adelante.
4. Acepta el dolor
Es tu dolor, es parte de ti. Es un sentimiento que te sale del corazón y, aunque te duela, tienes que aceptarlo. Tienes que aprender a aceptar que estás sufriendo y que seguirás sufriendo durante algún tiempo.
Querías a alguien, probablemente aún sientes algo por él y te ha utilizado y manipulado. Tu corazón está herido y sangra mucho.
Pero, con el tiempo, esa herida se va a hacer más pequeña, va a sangrar menos, hasta que un día finalmente se detenga. Nunca volverás a sentirte igual, porque siempre tendrás un recordatorio constante, una enorme cicatriz en el corazón, de lo que pasó y de cómo dolió.
Pero es tu dolor, viene de ti y tienes que asumirlo y aprender a superarlo.
5. Aprendes a apreciar las pequeñas cosas
Después del caos emocional que has vivido, hay un periodo de paz total y absoluta. Un periodo en el que vuelves a encontrarte a ti misma, en el que aprendes a amar las mismas cosas que amabas antes de él, en el que lentamente vuelve a tu rostro una sonrisa tímida pero significativa, un tiempo en el que redescúbrete a ti mismo.
Es como aprender a andar o a hablar de nuevo. Lleva tiempo, pero está en algún lugar dentro de ti. No se ha olvidado, sólo se ha extraviado.
Empieza con cosas pequeñas. Sales a pasear un bonito día soleado, tú solo, disfrutas del sol, del olor a hierba recién cortada. Observas a la gente que pasa a tu lado y probablemente te preguntas qué les pasa por la cabeza. ¿Alguno de ellos habrá pasado por lo mismo que tú?
¿Son felices? ¿Qué les preocupa? Y entonces vuelves a mirar dentro de ti y sientes paz, sientes que todas esas pequeñas cosas insignificantes, como el sol, un paseo o la sonrisa de un desconocido, te devuelven a tu antiguo yo. Fácilmente, paso a paso.