Todavía no puedo creer lo tonta e ingenua que fui en todas mis relaciones anteriores. Dejé que los hombres me usaran sólo porque los amaba y no quería que me dejaran.
Sí, yo también cometí errores. Cometí tantos errores. Me hice daño tantas veces que ya es imposible contarlas.
Mi mayor error fue que nunca tuve las prioridades correctas en la vida.
Nunca me puse en lo primero de mi lista de prioridades ya que ese lugar siempre perteneció al hombre con el que salía.
Mi error es que suelo darlo todo por la gente que me importa.
No pienso en las posibles consecuencias, sólo quiero gustarles, aunque tenga que pagar un gran precio por ello.
Pago siempre. La última vez, tuve que pagar con el corazón. Una cosa tan hermosa y pura; pobrecita, se hizo un millón de pedazos.
Todavía lo es. Sigo intentando juntar todas esas piezas y pegarlas de nuevo. Pero es tan difícil.
Es increíblemente difícil curar mi corazón roto cuando la persona a la que más amaba y en la que más confiaba fue quien me lo rompió.
Sabía que la paliza era sólo para él, pero aun así la rompió sin mirar atrás..
Se paró sobre ella y la rompió en mil pedazos, como si nunca le hubiera importado. Como si yo nunca le hubiera importado.
Dios mío, qué ironía. En realidad siempre me decía que yo era la única persona que le importaba.
Siempre me decía que haría todo lo posible por protegerme a mí y a mi inocente corazón.
Juró que nunca más permitiría que nadie me hiciera daño y fue él quien lo hizo. Sus mentiras diarias y sus falsas promesas lo hicieron.
Me hirieron de una manera que nada ni nadie antes lo había hecho. Y también de una manera que nadie más lo hará nunca porque me hice una promesa a mí misma.
Me prometí a mí misma que a partir de ahora no volvería a creer las puras palabras de un hombre.
A las palabras deben seguir los hechos. Hice una promesa a mi pobre corazón y sólo será así o no será.
Una vez más, me di cuenta de cómo las palabras pueden ser las armas más peligrosas. No lo ves con tus ojos, pero aun así, es tan poderoso que puede matarte o herir tu corazón para siempre.
No, no dejaré que vuelvas a meterte en mi cabeza con tus disculpas falsas y poco convincentes. No, no soy culpable y tampoco lo son mis expectativas.
Dijiste que tenía expectativas poco realistas de ti. ¿Qué expectativas poco realistas? ¿Cómo puedes decir eso?
Sólo esperaba que me quisieras de verdad y que nunca me mintieras y has hecho todo lo contrario.
Sólo tenía esas dos expectativas puestas en ti y me has fallado. La explicación es muy sencilla; tú nunca ¡me quería!
Así que no vengas ahora con tus excusas a medias, no podrás engañarme para que te perdone o me olvide de todo lo que me hiciste.
Mi voz interior intentó advertirme tantas veces de ti y de tus asquerosas mentiras.
Me callaba las tripas todo el tiempoesperando que estuviera mal y cómo me demostrarías algún día que lo creías de verdad cuando me decías que me querías.
Ahora, estoy cansado. Estoy tan agotada de todo.
Estoy cansada de callar esa voz interior mía, de dejar que controles mi vida, de tener que curar mi corazón roto tantas veces, tu promesas vacías y disculpas insinceras...
Mi alma está cansada. Es todo muy cansado y eso es porque hay mucha gente falsa como tu. Mi alma tiene que estar en guardia todo el tiempo, para que otro como tú no llegue a herirla.
No, no voy a levantar mis muros. No voy a renunciar a encontrar el amor verdadero, a encontrar al hombre adecuado.
Porque sé que está ahí fuera, en alguna parte, que el hombre de mis sueños está ahí fuera, en alguna parte, y que nunca hará nada que pueda hacerme daño.
Realmente creo en eso.
No has conseguido que odie a todos los hombres, sólo has hecho que me dé cuenta de que debería tener mucho más cuidado con a quién doy mi confianza y mi amor.
Acabas de hacerme darme cuenta de que un hombre no puede amarte con palabras, pero puede destruirte muy fácilmente con ellas.