Todos soñamos con una relación perfecta.
El tipo de relación en la que no ocultamos ninguna parte de nosotros mismos por miedo al rechazo.
Una relación en la que la otra persona será todo lo que admiramos.
Soñamos con alguien que llene las partes que nos faltan y nos tranquilice.
En resumen, buscamos a alguien que nos haga un todo y nos quite todo lo malo con lo que luchamos.
Ahora bien, eso es mucha presión para una sola persona que no es diferente de nosotros en cuanto a deseos íntimos y carencias.
Ninguno de nosotros es completo y perfecto. Tenemos formas extrañas y andrajosas, pero eso es lo que nos hace interesantes a la vista.
Somos obras de arte accidentales de algún tipo.
Las relaciones nunca serán perfectas porque consisten en dos humanos imperfectos que intentan por todos los medios dar sentido a todo lo que les ocurre.
Incluso cuando uno de los dos se equivoca, sigue haciendo lo mejor que puede en ese momento.
Está bien cometer errores y está bien no entenderlo todo inmediatamente.
Sin embargo, no está bien repetir errores y no esforzarse donde hay que esforzarse.
El esfuerzo es lo que necesita la relación para funcionar.
Es un compromiso constante con un único objetivo: ayudaros mutuamente en vuestra vida y haceros felices.
Entablar una relación seria significa comprometerse a estar a su lado en todas las situaciones que la vida le depare.
Eso significa mucha incertidumbre, muchas dudas, muchas cosas que realmente no queremos hacer. Muchas discusiones sin sentido, pequeñas frustraciones, enfados y heridas.
Sin embargo, el amor debe ser más fuerte que todo eso y cuando es de verdad, es. Pero ¿cuál es el real ¿un tipo de amor?
Es el el amor que nunca deja de evolucionar y perfeccionarse. Es el amor que no se rinde. Es el amor que comprende antes de que las cosas sean obvias.
¿Cómo podemos perfeccionar nuestro amor para que sea así?
No hay duda de que nada en este mundo sienta mejor que ser comprendido y amado por lo que eres pero antes de exigir ese tipo de amor a otro, debemos encontrarlo dentro de nosotros mismos.
Al perfeccionar nuestras propias imperfecciones y curar nuestro propio dolor, aprendemos a amar sin juzgar.
Es más difícil aceptar nuestras propias imperfecciones; por eso es importante aprender a amar nuestra humanidad.
Es importante no perderse en una fantasía, pero también amar las cosas feas.
Al fin y al cabo, todo lo que no nos gusta de nosotros mismos ha llegado a ser como es por falta de amor, cuidado y belleza; así es como las cosas se vuelven imperfectas.
Es fácil caer en la trampa de proyectar nuestros propios anhelos y deseos en otra persona que es ajena a nuestras necesidades.
Esa es otra cuestión importante cuando se trata de relaciones: Exponga sus necesidades si quiere que las satisfagan. Hable de ellas. Encuentre su núcleo.
No espere que su pareja le lea la mente o sepa intuitivamente lo que usted sabe.
Ábrete, comunícate y confía en quien te ama.
Nuestra humanidad está llena de miedos e inseguridades inexplicables, de celos y codicia, de ira inútil y tristeza ocasional, así como de alegría y amor.
No basta con amar las flores y alejarse de la suciedad. Forman parte de la misma historia, del mismo proceso.
La clave es amar el proceso y la magia de lo que se crea al final. Eso es amor.
El amor es confiar y ver más allá de lo evidente.
La relación perfecta no existe, pero el amor perfecto sí y tú eres capaz de conseguirlo.