¿Sabes qué es lo más gracioso de que hayamos terminado?
En realidad tuviste el descaro de decir que estás roto, que estás herido.
Tuviste el descaro de decir que te di por muerta y seguí adelante sin mirar atrás.
Ojalá lo hubiera hecho, ojalá lo hubiera hecho como le dijiste a todo el mundo que lo hice.
Ojalá fuera yo el malo, pero no lo soy. Porque durante meses me drenaste, durante meses me quitaste partes de mí como te dio la gana.
Estaba dispuesta a darte todo lo que tenía, porque creía que al menos me corresponderías. Y ahora tú eres el herido. Pero, ¿adivina qué? Me niego a disculparme por finalmente ponerme a mí primero.
Me niego a disculparme por por fin veo lo que valgo. Por ver por fin que soy mucho más que tu novia, que soy mucho más que alguien que debe bailar a tu alrededor y complacerte.
Y merezco mucho más que todo ese dolor que me diste.
Merezco ese estúpido tipo de amor que te calienta el cuerpo, que te revuelve el estómago y te coloca.
Merezco ese estúpido tipo de amor que no te deja quitar esa sonrisa bobalicona de la cara. Merezco amor, pero no me diste nada de eso.
Me niego a disculparme por volver a valerme por mí misma. Por luchar finalmente contra ti, por renunciar por fin a la esperanza de que cambiarías, porque he tardado demasiado en darme cuenta de que nunca lo harás.
Me niego a disculparme por haber encontrado la fuerza dentro de mí, cuando creía que ya no quedaba ninguna.
Por encontrar rastros de mi antiguo yo en algún lugar profundo, cuando parecía que la habías ahogado hace tiempo.
Por alejarme finalmente de tu amor tóxico, cuando debería haberlo hecho hace tiempo.
Me niego a disculparme por enamorarme. Cuando te negaste a hacerlo, alguien tuvo que hacerlo.
Cuando no eras capaz de ver la belleza de mi mente y mi corazón, lo hice. Cuando no pudiste ver lo increíble que era, tuve que hacerlo. Y ahora tú eres el herido.
Me tuviste demasiado tiempo, pero sólo podías ver las cosas que podía hacer por ti. Sólo podías ver la forma en que podía aumentar tu ego y cómo podías burlarte de mí una vez más.
Ni una sola vez te preguntaste si tal vez quería que me besaran como si no hubiera mañana.
Ni una sola vez te preguntaste si tal vez quería sentirme hermosa a tu lado.
Ni una sola vez te preguntaste si tal vez, sólo tal vez, yo era el herido.
Me niego a disculparme por eligiéndome a mí mismo en vez de a ti. Por primera vez en tanto tiempo, por primera vez después de conocerte, por primera vez después de decirte que te quería, me elijo a mí misma.
Por primera vez, elijo mis necesidades, mi cordura y mi corazón por encima de los tuyos. Y por primera vez, me siento tan condenadamente bien.
Siento que puedo hacer cualquier cosa; tengo ganas de escribir un libro entero en una semana. Tengo ganas de saltar de un avión. Me siento vivo, algo que no había sentido en mucho tiempo.
Me niego a disculparme por darme prioridad a mí en vez de a ti.
Me niego a disculparme por hacer algo que debería haber hecho hace tiempo. Por alejarme de ti, por salvar lo que queda de mí.
Me niego a disculparme por haberme reconstruido. La única persona a la que debería disculparme soy yo, por no haberlo hecho antes.
Porque realmente lo siento por quedarme contigo, esperando que cambiaras. Por darte todo, pero sin recibir nada a cambio.
Por amarte más de lo que me amaba a mí misma, sólo para que pudieras desechar ese amor.
Por hacerte mi prioridad, cuando tú me hiciste tu último recurso.
So, me niego a disculparme por haberme puesto por fin en primer lugar, porque nadie más va a hacerlo por mí.