Tendemos a buscar la felicidad en los lugares equivocados. Una relación es uno de los más comunes. ¿Y quién podría culparnos? El amor es lo mejor que nos puede pasar. También es una de las emociones más poderosas que podemos experimentar. Puede hacernos volar por los aires. Pero también puede rompernos y aplastarnos tanto que olvidemos cómo volar.
Necesitamos tener una felicidad interior que nos haga volar incluso cuando el amor nos rompa las alas.
Tenemos que dejar de buscar la felicidad en todos los lugares equivocados. Tenemos que dejar de buscar la felicidad en todas las personas equivocadas. Tenemos que descubrir qué significa la felicidad y de dónde viene.
Si alguien nos preguntara, lo primero que diríamos es que la felicidad viene de nuestro interior. Y aunque esa es la respuesta correcta y la única verdad, no conseguimos ponerla en práctica en la realidad.
A menudo ponemos nuestra felicidad en manos de otras personas, nuestros seres queridos, esperando que nos hagan felices. Seguimos poniendo nuestro propio trabajo en manos de otra persona.
Y ahí es donde todo va mal.
En primer lugar, presionamos mucho a la otra persona. Si sienten que su trabajo es hacernos felices, les da un sentido de la responsabilidad que nadie está dispuesto a asumir. Eso les asusta y normalmente les hace huir para salvar su vida.
En segundo lugar, tu felicidad es tu propia responsabilidad. Tu trabajo es hacerte feliz a ti mismo. Todo viene de dentro. Y cómo nos sentimos y qué sentimos determina nuestras relaciones. No podemos esperar que nadie nos haga felices si no lo hacemos nosotros mismos.
La mayoría de las veces, las personas entran en una relación pensando que necesitan a su media naranja para sentirse completas. Al hacerlo, no comprenden que ya están completos por sí mismos, o al menos deberían estarlo.
En las relaciones no todo son arco iris y mariposas; hay momentos difíciles, se vuelven turbias y complicadas. Son difíciles de manejar. Y si no estás bien con lo que eres, te costará mucho más superar todo eso.
Por otro lado, hay personas que creen que la única manera de sentirse felices es estando con alguien. Así que se quedan en malas relaciones. Sufren y soportan toda la toxicidad y el egoísmo de sus parejas. Anhelan esos breves momentos de alegría que les proporciona su pareja, pensando que eso es amor, pensando que esa es la clave de la felicidad, cuando está muy lejos de serlo.
La felicidad significa hacerte feliz a ti mismo. Céntrate en el amor propio y siéntete satisfecho con tu vida. Nadie puede hacerlo por ti.
La felicidad significa elegirte a ti mismo y dejando atrás a toda la gente equivocada. Significa dejar toda la toxicidad, tener una relación sana contigo mismo y ponerte como prioridad. Significa respetarte lo suficiente como para alejarte de todo lo que no ayude a tu crecimiento.
No significa quedarse con la gente equivocada, vislumbrando atisbos de felicidad. No significa tener la felicidad como un recuerdo lejano y dar infinitas oportunidades a alguien que te menosprecia, alguien que sólo se considera a sí mismo una prioridad, mientras que tú siempre eres el último. No tengas miedo de la soledad, ten miedo de gastar tu vida en alguien que no vale nada.
Hazte feliz cuando estés solo, rodeado de silencio y sin más compañía que tus pensamientos. Tus pensamientos crean tu mundo. Crea ese lugar dentro de ti donde te sientas merecedor de todo, donde no tengas más que amor y respeto por ti mismo. Donde tú eres tu propio héroe y no necesitas que nadie más te salve.
Tu relación debe aumentar tu felicidad, no restarla. Nunca pienses lo contrario. No confundas sacrificio y compromiso. Las relaciones exigen compromiso, empatía y tener en cuenta los intereses de la otra persona. El sacrificio no tiene cabida en el amor. Nunca debes sacrificar tus esperanzas, sueños y dignidad por alguien. Ése no es el camino hacia la felicidad, el amor propio o el amor hacia otra persona.
Cuando estás contento con lo que eres, afrontas el dolor con más facilidad. Lo aceptas como una parte inevitable de la vida. Tienes una mentalidad positiva y sabes que se trata sólo de un periodo de tiempo, y que no importa lo largo que sea, tiene que pasar. Sabes que eres más fuerte que eso, sabes que te curarás como lo hiciste tantas veces antes. Y saldrás de todo como un ganador, orgulloso de ti mismo por haber conseguido superarlo.
La felicidad siempre llega después de una inmensa tristeza, igual que el sol es más brillante después de la peor tormenta.
Nunca pienses que hay una persona en este mundo que sea constantemente feliz. Eso es imposible porque la vida no es así. No te creas toda la falsa felicidad que la gente publica en las redes sociales. Las fotos de Instagram no muestran la realidad, solo muestran un momento en el que alguien fue feliz (o fingió serlo).
Todo es ficticio y todo el mundo muestra lo que quiere que se vea. Todas esas parejas felices que aparecen en las noticias de Facebook tal vez eran felices en ese momento. Nunca publicarán fotos de cuando se pelearon o cuando las cosas se pusieron feas. Nadie quiere ver la desastrosa realidad de nadie, y la gente a veces ni siquiera quiere enfrentarse a la suya propia.
Todo esto de las redes sociales es sólo para demostrar que nunca se conoce el trasfondo de cada publicación o foto, así que no te creas todo lo que ves. No compararse es también uno de los caminos correctos que conducen a la felicidad.
La vida sólo pasa una vez, así que debemos intentar que sea lo más maravillosa posible mientras dure. Para ello, la felicidad es una elección. Tenemos que levantarnos cada día y tener como objetivo principal ser felices desde nuestro interior. Sólo cuando eres feliz por ti mismo puedes ser feliz con otra persona.
Así que no pienses que tu estado sentimental define tu felicidad. Eres tú quien la decide. Tu felicidad no es algo que venga a ti, es algo que tienes que encontrar y en lo que tienes que trabajar. Es algo que empieza por ti y sólo por ti.