Sé que lo más inteligente sería olvidarme de él, pasar página en un nuevo libro sin él, pero no puedo.
Sigo enganchado a la idea de que tendremos una segunda oportunidad.
No estábamos preparados para un amor tan grande la primera vez.
Sí, sería fácil echarle la culpa de todo y decir que no estaba preparado.
Pero yo tampoco.
Estaba completamente perdido. No tenía dirección en la vida.
No sabía lo que quería ni quién era. No veía mi propia valía.
Estaba tan concentrado en encontrar el amor verdadero que olvidé que primero tenía que encontrarme a mí misma.
Lo amé tanto, y fallé en amarme a mí misma.
En lugar de encontrarme con él a mitad de camino, siempre era yo la que corría más rápido hacia él.
Por eso corrió en dirección contraria.
No había equilibrio en nuestra relación.
No hubo reciprocidad ni igual esfuerzo porque no dejé espacio para ello.
Simplemente me preocupé demasiado y di lo mejor de mí.
Respondía a sus mensajes en cuanto se encendía mi teléfono.
Cancelaba todos los demás planes cuando él decía que quería salir. Estaba demasiado disponible.
Me coloqué en segundo lugar y él en primero, y fue entonces cuando su interés empezó a decaer.
Debería haberme tomado las cosas con calma, paso a paso, y ver hacia dónde iba la relación, pero no sabía cómo detenerme.
Estaba ansioso por saber de él.
Quería estar cerca de él todo lo posible.
Quería sus abrazos y su calor, y poco a poco se convirtió en mi obsesión.
Siempre esperaba que pusiera más empeño que yo, y cuando no llegaba, acababa más dolida que antes.
Vio que estaba demasiado metido.
Vio que podía ir y venir a su antojo.
Vio que puede jugar con mi mente y salirse con la suya.
No tenía derecho a tratarme así, y yo tampoco debería haberlo permitido.
Por eso nos culpo a los dos de cómo acabaron las cosas.
Debería haber puesto límites. Debería haber bajado mi intensidad.
Debería haber seguido su ejemplo a la hora de invertir en nuestra relación.
Eso es todo.
Pensé que si no aprovechaba cualquier oportunidad para estar con él o enviarle un mensaje, perdería el interés o pensaría que estoy jugando.
Pero nunca se trató de juegos o de actuar como si fuera difícil de conseguir.
Se trataba de tener normas y tener mi propia vida.
Se trataba de amarle pero respetándome a mí misma en el proceso.
Ahora me quedo con los "debería haber" y los "y si...", y me duelen muchísimo, pero también me ayudaron a aprender algo sobre las relaciones amorosas y sobre mí misma.
Ahora me centro en mí mismo.
Me mantengo ocupada para dejar de pensar demasiado.
Estoy construyendo una vida de la que me sentiré orgullosa, una vida de la que espero que la persona de mi vida quiera formar parte.
Rezo y espero con cada átomo de mi ser que él sea esa persona.
Sigue siendo mi pensamiento más común.
Todavía repito en mi memoria todos esos momentos que pasamos juntos.
Sus labios siguen impresos en los míos.
Todavía anhelo su tacto.
Todavía quiero oír su voz y contarle todo lo que tengo en el pecho.
Hay un lugar vacío en mi corazón que desearía que él llenara, pero no puedo hacer nada al respecto.
Todo lo que puedo hacer es rezar.
Reza para que el verdadero amor me encuentre.
Reza para que su corazón me encuentre de nuevo si él es el elegido.
Reza para que mi corazón sane si no está destinado a ser.