Tenías una mujer a la que amar. Tenías a la que estaba dispuesta a todo por ti: a sacrificar su felicidad, a desatender sus deseos y a seguirte en tu camino.
Incluso te ayudó a conseguir tus objetivos empujándote hacia adelante porque eras demasiado vago para hacer algo con tu vida.
Ella te amaba como si nunca hubiera amado a nadie antes, y te lo demostraba cada día.
Se entregó por completo a algo que no tenía etiqueta desde el principio. Entregó todas sus esperanzas y todo su amor a alguien que ni siquiera podía poner una etiqueta a esa relación.
Pero ella estaba satisfecha. Nunca dijo nada al respecto porque se preocupaba más por ti que por su estado sentimental.
Y ese fue su primer gran error.
Era alguien que aceptaba todas tus promesas vacías de que algún día te casarías con ella, y lo esperaba con impaciencia.
Nunca se le pasó por la cabeza que la estabas utilizando para conseguir lo que querías.
Nunca pensó que estabas con ella sólo hasta que apareció una versión mejor de sí misma. Estaba locamente enamorada y te creyó ciegamente. Ese fue su segundo error.
Era una mujer que conocía todos tus oscuros secretos, y te aceptaba con ellos.
Sabía que tienes equipajePero no fue un problema para ella abrazarte a ti y a cada problema que tenías, manejándolo todo como si fuera uno de los suyos.
Te dio amor y respeto, pero vio que no le dabas nada a cambio.
Luego, tratando de reconquistarte, se perdió totalmente por un hombre que no podía preocuparse menos por ella. Y ese fue su tercer y mayor error.
Después de ese error, ya no era la misma mujer. Era sólo una cáscara de la persona que una vez fue. Ahora, ya no queda fuego en sus ojos.
No hay energía en ella, ni ganas de vivir. Ya no sonríe como antes. No se siente feliz porque está muerta por dentro.
Su corazón se rompió en pedazos tan pequeños que no se pueden pegar. En su cabeza, sólo hay un eco de todas esas cosas malas que le dijiste. Y se repiten todo el tiempo.
En su corazón, hay tantas emociones con la que no sabe qué hacer.
Le gustaría gritar para sentirse mejor, pero está demasiado entumecida para hacerlo. Eso es lo mucho que la jodiste.
Y aunque ya no estés con ella, sigue sufriendo por tu culpa.
Porque darte cuenta de que le diste todo de ti a alguien a quien no podrías importarle menos es una jodida locura.
Y te hace perder los estribos en un segundo. Por eso no te sugeriría que intentaras encontrarla.
Puedes mirarla desde la distancia y comerte cada día por haber perdido lo más preciado que tenías.
No mereces besarla. No mereces abrazarla. No mereces estar cerca de ella. Sólo mereces echarla de menos. Y seguir haciéndolo el resto de tu vida.
Te mereces pasar por todo lo que ella ha pasado.
Te mereces llorar hasta quedarte dormido porque la persona a la que amas sigue haciéndote daño. Te mereces que te descuiden como hiciste con ella.
Te mereces que te rompan el corazón y sentir la misma dosis de dolor que ella sintió cuando la dejaste. Ni más ni menos, pero la misma cantidad de dolor.
Y estoy seguro de que te dolerá como nada hasta ahora. Será la sensación más intensa que jamás hayas sentido. Y la más dolorosa.
Y cuando pases por todo lo que le hiciste pasar a ella, espero que aprendas una lección. Espero que aprendas cómo no tratar a una mujer.
Espero que te des cuenta de que, aunque ya no estés con ella, sigue sufriendo.
Todavía hay noches en las que llora. Hay noches en las que grita.
Hay noches en las que muere, rodeada de su dolor. Ese es el daño que le hiciste a la mujer que sólo quería ser tuya.
Pero con el paso del tiempo, te darás cuenta de que ella era la única que podía haberte salvado de ti mismo.
Lamentarás perder a la chica que te quería más de lo que se quería a sí misma.
Acabarás solo porque intentarás encontrarla en cada mujer que conozcas, pero nunca la encontrarás.
¿Y sabes por qué?
¡Porque el karma es una perra! Nunca te dará otra oportunidad de estar con ella, pero tampoco te dejará olvidarla. Te la recordará constantemente.
Así que la echarás de menos todos los días del resto de tu vida.
Porque eso es lo que te mereces. Y nada menos que eso.