¿Por dónde empiezo?
A veces me siento tan tonto que Te dejé entrar en mi vida pero recuerdo que creía que eras mejor persona.
Pues no fue así.
Todo lo que hacíamos parecía una especie de competición en la que alguien tenía que demostrar algo. Nada era sencillo ni fácil.
Me intimidaste haciéndome creer que era menos que nadie sólo para darme después una pobre excusa de amor.
Incluso esperabas que te estuviera agradecido cuando en realidad no me has dado nada. Lo único que le has dado a alguien es una sensación de falso dominio.
No puedo creer que me lo creyera. Sin embargo, ahora lo sé mejor. Ahora sé exactamente lo que NO quiero en la vida. Ahora sé lo que un hombre en mi vida nunca jamás debe hacer.
Nunca debería hablarme con desprecio, como hiciste tú. No soy un niño, no soy estúpido, puedo comprender y hacer cosas por mí mismo.
No quiero que me expliques nada. Hay una diferencia entre explicar las cosas con respeto y delicadeza y faltar al respeto.
Estoy harta de hombres que necesitan hacerme sentir más pequeña para sentirse mejor consigo mismos. Vete a alimentar tu ego a otra parte.
Otra cosa que no dejaré que nadie vuelva a hacer es pisotearme. No seré un felpudo para la frustración interiorizada de un hombre. No me lo merezco.
No dejaré que controle mi vida ni que arruine mi estado de ánimo, ¡y olvídate de hacerle favores sin recibir nada a cambio! No estoy aquí para satisfacer todos sus caprichos.
Una de las cosas más importantes que he aprendido es a escuchar mi intuición. Cuando sientas que algo no va bien, confía en ti mismo. Si actúa de forma sospechosa, no dejes que se salga con la suya.
Sé muy claro y pide explicaciones, no escondas nada debajo de la alfombra.
Ignoré tantas cosas por amor a ti que al final me arruinó y, al mismo tiempo, tú no te arrepientes de nada.
No sólo eso, sino que me culpabas de las cosas que yo nunca hacía. Más tarde, me di cuenta de que, por miedo, estaba haciendo lo mismo que tú me hiciste a mí. Una locura, ¿verdad?
Además de todo eso, tu autocompasión era insoportable. Tu auto-obsesión se hizo tan obvia que era difícil de ignorar.
Todo lo que hiciste fue hacerme sentir mal por lo que sea que haya hecho, lo cual es un ejemplo clásico de manipulación emocional.
Todo giraba siempre en torno a cómo te sentías.
En realidad estaba intentando ayudarte, pero todo el tiempo me estabas utilizando.
Al final, me di cuenta nunca cambiarás. Nunca quisiste cambiar.
Así aprendí que no se puede cambiar a los demás. Sin su esfuerzo, no se puede hacer nada.
Aparte de eso, me di cuenta de que al estar contigo, me falté al respeto a mí misma. No sabía lo que valía, acepté seguir tus reglas y acabé haciéndome daño, pero eso ya ha pasado.
Recuerdo cómo me decías que tenía suerte de tenerte porque siempre eras, de alguna manera, mejor que yo. ¿Adivina qué?
Ahora sé que tengo suerte de que te hayas ido. Estoy AGRADECIDO de que te hayas ido.
Lo mejor es que ahora, después de tanto tiempo, me tengo a mí misma y me echaba mucho de menos.
Nunca dejaré que otro hombre arruine mi vida como tú lo hiciste. No hay lugar para repetir errores. En lugar de eso, me prometo a mí misma que seré fiel a mí misma, lo que significa no seguir las reglas de nadie.
La próxima persona que entre en mi vida será alguien que merezca mi atención, mi tiempo y mi amor. Alguien que me vea tal y como soy.
Me enseñaste una valiosa lección. Tuvo su precio, pero ahora entiendo por qué tuvo que ocurrir todo esto. Necesitaba aprender a quererme y eso es lo que hice.
Al fin y al cabo, te perdono, pero esta vez no lo hago por ti, sino por mí.
Al perdonarte, me permito seguir adelante con mi vida.