Oye, tú. Sé que tienes el corazón de un ángel. Sé que eres una empática que siempre simpatiza con los demás y que siempre piensa en el bienestar de los demás antes que en el suyo propio.
Eres una chica que lleva su corazón en la manga, una chica que nunca retiene ninguna parte de sí misma y una chica que entrega todo su ser a las personas que ama.
Eres alguien que confía en la gente y que piensa que hay algo bueno en todo el mundo.
¿Y sabes cómo sé todo esto? Lo sé porque yo era tú. Hasta que la vida me enseñó lo contrario.
Era una chica ingenua que dejaba entrar a la gente sin pensar en las consecuencias. Una chica que estaba convencida de que su amor podía salvar el mundo.
Una chica que era de todo menos egoísta y una chica que siempre se esforzaba al máximo por arreglar a todos los que la rodeaban.
Pero, sobre todo, era una chica que esperaba el mismo trato de los demás. Una chica que esperaba que los demás fueran como yo.
Bueno, no todo el mundo tiene un corazón desinteresado como tú y yo. Y tristemente, tuve que aprenderlo por las malas.
Durante años, mi buen corazón sólo me trajo problemas. Y lo peor es que me negaba a admitirlo ante nadie y especialmente ante mí misma.
Las personas en las que más confiaba me traicionaron y me dejaron colgada cuando las necesitaba. Aquellos por los que estaba dispuesta a mover montañas nunca movieron un dedo por mí cuando les pedí ayuda.
Aquellos a los que quería más de lo que me quería a mí misma acabaron actuando como si yo nunca les hubiera importado.
Las personas a las que nunca abandonaría me abandonaron en cuanto los tiempos se pusieron difíciles.
Y todo ello me enseñó una valiosa lección, aunque dejó cicatrices inborrables en mi alma y en mi corazón.
Todo esto me enseñó que no todo el mundo es bueno y que hay algunas personas malvadas en este mundo, personas que se aprovecharán de mí a la primera oportunidad y personas que no se lo pensarán dos veces antes de traicionarme una vez que se les dé la oportunidad de hacerlo.
Así que, por favor, sean más listos que yo y aprendan de mis errores. No esperes a que nadie te aplaste para ver su verdadera cara.
No les des la oportunidad de romper tu vulnerable corazón y no dejes que te utilicen, como hicieron conmigo.
No me malinterpretes: no te estoy diciendo que seas egocéntrico o egoísta. No te estoy diciendo que hagas daño a los demás y que pienses sólo en ti mismo.
No te estoy diciendo que te conviertas en una mujer tóxica y amargada que sólo piensa en sus propios intereses.
Lo único que te pido es que te pongas en primer lugar. Que te elijas a ti mismo por encima de los demás y que te aprecies.
Te ruego que empieces a quererte más, porque nadie lo hará por ti.
Lo único que te pido es que tengas un poco más de cuidado con las personas a las que entregas tu corazón. Que tengas más cuidado con los que dejas entrar y con los que merecen tus sacrificios.
Te pido que no desperdicies años de tu vida en alguien que nunca te apreciará. Que no entregues todo tu ser a quien no te dará nada a cambio.
No esforzarse por personas que actúan como si no les importaras.
Te pido que dejes de justificar a quienes siguen haciéndote daño. Que dejes de buscar excusas y de dar luz verde a los demás para que sigan haciéndote daño.
Te ruego que dejes de dar interminables segundas oportunidades a quienes nunca cambiarán. Que dejes de dar prioridad a quienes no piensan en ti más que como un segunda opción .
Te pido que cortes con los que no merecen un lugar en tu vida.
Y no sentirte nunca culpable por hacerlo, porque eso es exactamente lo que tienes que hacer si quieres ahorrarte sufrimientos innecesarios.
Y esto va especialmente por los hombres de tu vida. Recuerde que tu amor no puede cambiar a un hombre a menos que decida hacerlo él mismo.
Recuerda que hay algunos hombres que no pueden salvarse y que tú no eres una supermujer cuyo trabajo consiste en arreglar su quebrantamiento.
Pero sobre todo-recuerda que tu único deber en este mundo es hacerte feliz a ti mismo y a nadie más.