Cuando te fuiste de mi vida, lo vi como el fin del mundo.
Estaba convencida de que nunca encontraría la felicidad sin ti y de que mi vida había perdido todo su sentido.
Y durante un tiempo, eso fue cierto. Durante algún tiempo, me pasé los días sobreviviendo en lugar de viviendo. No veía salida ni luz al final del túnel.
Sí, incluso entonces, en el fondo probablemente era consciente de que no eras bueno para mí.
Había una vocecita que me decía que siempre habías sido un gilipollas manipulador que disfrutaba abusando de mí y jugando con mi corazón y mi mente.
Sin embargo, opté por ignorarlo y, en su lugar, seguí intentando justificarte. Seguí buscando pruebas ocultas de tu amor por mí.
Intentaba convencerme de que me querías y de que yo te importaba.
A medida que pasaba el tiempo, me iba curando sin darme cuenta.
Lo que no podía entender es que la curación no es lineal y que cada día que pasaba con vida era en realidad un progreso, aunque algunos fueran peores que otros.
Sin embargo, un día me sorprendí a mí misma siendo capaz de pensar en ti y en nuestra relación sin sentir como si tuviera un cuchillo clavado en el estómago.
Me sorprendí a mí mismo viéndote como nada más que un ser humano con todos tus defectos.
Así dejaste de ser esa criatura casi mítica que tenía tanto poder sobre mí y, por primera vez, te vi como lo que realmente has sido todo este tiempo: un chico inmaduro que intentaba proyectar sus inseguridades en mí.
Una noche, mientras estaba a solas con mis pensamientos, me di cuenta de algo: por primera vez, no sentía una tristeza abrumadora por no tenerte.
He dejado de idealizar todo lo que teníamos y me he dado cuenta de que estaba mucho mejor sin ti.
Resultó que, después de todo, que me dejaras no fue lo peor que me ha pasado. De hecho, probablemente fue lo mejor hasta ahora.
Por lo tanto, en lugar de consumirme por la ira y el resentimiento, en realidad debería gracias.
En lugar de guardarte rencor, en realidad debería estarte agradecido, porque sin que ninguno de los dos fuéramos conscientes de ello, me hiciste un favor.
Sin tener la intención de hacerlo, cuando me dejaste, me salvaste de mucha miseria.
Me salvó de pasar el resto de mi vida como tu víctima y permitir que me dañaras sin remedio.
Lo primero y más importante, me cansé de perder años de mi vida esperando a que te compongas.
Estoy harta de esperar a que entres en razón y te des cuenta por fin de que nunca me trataste como me merecía.
Me cansé de esperar a que dejes de verme como una segunda opción.
Dejar de ser menos importante que tu trabajo, tus amigos, tus aficiones y, literalmente, todo.
Me cansé de pasarme días y noches mirando el teléfono, esperando a que me devolvieras las llamadas.
Harto de dar innumerables oportunidades y esperando que esta vez sea la última.
Ahora que te he perdido, tengo todo este tiempo libre para la persona más importante del mundo: YO.
En lugar de esforzarme tanto en intentar arreglarte, ahora tengo la oportunidad de trabajar en mí mismo.
En lugar de intentar reparar tu corazón roto, ahora tengo la oportunidad de trabajar por mi cuenta.
Así que, sí, Estoy mucho mejor sin ti porque por fin no tengo que suplicar que me pongan en la lista de prioridades de alguien.
Porque ahora que no te tengo, puedo ponerme en primer lugar.
No tengo que esperar de ti que me respetes o ver mi valorAhora por fin puedo empezar a apreciarme como debería haberlo hecho hace años.
Y por último, ¿recuerdas todo el amor que te daba?
¿Todas las emociones que te ofrecí sin recibir nada a cambio?
Pues ya va siendo hora de redirigir ese amor y dármelo todo a mí misma. Porque, ¿quién podría merecerlo más?