Hace aproximadamente un año, yo era una persona completamente diferente. En aquel momento no era consciente de ello, pero no sabía cómo quererme. Nunca supe lo que valía. Estaba tan acostumbrada a no ser lo suficientemente buena y a que me gritaran por cada pequeña cosa que hacía mal (según Tú), que creía que era normal. No sabía lo que significaba ser amada o apreciada, y todo era por Ti.
Me hiciste sentir que debía estar agradecida por los patéticos fragmentos del llamado ''amor'' que recibía de Ti.
Hoy soy una persona nueva.
Por fin soy lo suficientemente valiente como para defenderme y no avergonzarme de querer algo mejor. Me tomó mucho tiempo, pero ahora sé lo que merezco y soy lo suficientemente inteligente como para no dejar que me trates como si fuera una mercancía que sólo merece amor y atención a tu conveniencia. Aquí están todas las formas en que Tu ser de mierda me hizo más fuerte y más grande:
1. Por fin sé lo que valgo
Durante nuestra relación, siempre me cohibía expresar mi opinión o, Dios no lo quiera, no estar de acuerdo contigo en algo. Eso no estaba permitido. Bueno, ahora, después de soportar tantos años de emociones reprimidas, puedo decir felizmente que me importa una mierda lo que Tú creas que merezco. Soy MUCHO más de lo que tu lamentable trasero me hizo sentir. Soy más de lo que Tú nunca sabrás, y ahora que lo sé, nunca dejaré que nadie me maltrate de ninguna manera. Así que, gracias.
2. Aprendí que está bien decir no
Siempre me obligabas a estar de acuerdo con todo lo que decidías y nunca me permitías opinar. Siempre hiciste que pareciera que lo hacías todo por mi bien y que yo no era capaz de tomar una decisión sobre nada que tuviera que ver con nosotros ni siquiera conmigo misma.
Esos días ya pasaron.
Cuando me liberé de Ti, me di cuenta de cuánto se me estaba negando y de cuánto más control puedo y DEBO tener de mi vida. Después de todo, es MI vida, y ¿quién eres Tú para decirme lo que puedo o no puedo hacer? Por suerte, ya he terminado con eso, y hoy disfruto enormemente diciendo "No". Cuando sea y a quien sea.
3. No necesito justificarme ante nadie
Si quiero salir con mis amigas y bailar toda la noche (sin tener que informar a mi pareja cada 30 minutos), ¡eso es exactamente lo que voy a hacer! Nadie es dueño de mí ni de mi cuerpo, y voy a disfrutar sin sentirme culpable por ello. Merezco divertirme y no necesito justificarlo ante nadie. Ya no.
4. Merezco todo el amor del mundo
Sí, me escuchaste. La naturaleza posesiva de Tu enferma y retorcida visión del amor hace tiempo que se ha ido y olvidado, y gracias a Dios por fin me di cuenta de lo enfermo y malsano que era estar contigo. Estaba tan agradecida cuando me mostrabas alguna atención que olvidé lo que era amar y ser amada. El tipo de amor puro, genuino y desinteresado, con defectos y todo. Me enferma haberme permitido pensar que no lo merecía. Doy gracias por haber aprendido a abrir los ojos y cerrar la puerta (de una vez por todas) a tus maneras manipuladoras.
5. Yo elijo con quién paso mi vida
El hecho de que manipularas tu camino hacia mi corazón y enmascararas tus verdaderas intenciones hasta ganártelo, no significa que te deba mi felicidad. La persona de la que me enamoré no es la persona que resultaste ser. Es repugnante cómo me engañaste haciéndome creer que te amaba y me hiciste sentir que eras mi única opción. NUNCA LO FUISTE y ahora que por fin lo sé, estoy HARTA de Ti. Merezco encontrar a alguien que me aprecie y me ame por lo que soy, aunque eso signifique estar sola mientras tanto.
Verás, por fin me he dado cuenta de algo. Preferiría pasar los siguientes años de mi vida sola (léase: soltera) que pasar un minuto más con un maestro manipulador como tú mismo.
Ya no soy la joven ingenua y cohibida que una vez conociste. Te sorprendería ver lo mucho que he aprendido desde que tuve el valor de dejarte. Nunca me he sentido más viva y no puedo esperar a ver lo que la vida tiene planeado para mí. Una cosa es segura... TÚ me hiciste quien soy hoy, y por eso, te doy las gracias.
Espero que tengas todo lo que te mereces, y más.
Xoxo,
El que se escapó