1. Me di cuenta de lo que quiero de una relación
Tras mi traumática experiencia con un fuckboy que se aprovechó de mí, aprendí lo que realmente quiero de una relación sentimental. Aprendí que la honestidad, el amor, el respeto y la comprensión son cosas que importan y que debes obtenerlas si se las das a tu ser querido.
Pero, desgraciadamente, yo era el único que daba todo eso pero no recibía nada a cambio. Por eso nunca ignoraré todas esas banderas rojas que me dicen que debería tener más cuidado. La próxima vez, elegiré con más sabiduría.
2. Aprendí a ponerme en primer lugar
En una relación tóxica como esa, aprendí que poner en primer lugar a alguien a quien ni siquiera le importas es lo peor que puedes hacerte a ti mismo. Así aprendí que tengo que empezar a quererme y respetarme a mí misma y que debo dar mi confianza a quien se esfuerza por ganársela.
Ahora sé que el amor propio no es algo egoísta y que realmente lo necesitas para ser capaz de amar a los demás. Y aunque esa lección fue dura, al menos nunca volveré a cometer el mismo error.
3. Aprendí que no debo ir demasiado rápido
En todas mis relaciones anteriores, iba demasiado deprisa, soñando con grandes cosas aunque no conociera muy bien a mi novio. Eso es lo que hice también con el follamigo. Le di mi amor, mi confianza y mi apoyo. De hecho, le di todo de mí, pero él nunca me correspondió de la misma manera. Me ignoraba para llamar mi atención.
Jugó juegos mentales para ganarme. Y lo hizo muy bien. Seguramente no era su primera vez, pero aunque yo estuviera magullada y rota, al menos aprendí una valiosa lección que me salvará en el futuro.
4. Aprendí que no todo es el aspecto físico
Por alguna razón, las chicas siempre se enamoran de chicos malos que tienen un aspecto estupendo. De alguna manera, pasan por alto a todos esos chicos tímidos que tienen mucho que ofrecer pero que no parecen top models. Así fue como cometí el error. Me enamoré de un hombre que tenía un cuerpo perfecto pero una mente perversa.
Y sabía que me quedaría con él sin importar lo que me hiciera, ya que me volví adicta a él. Y lo hice. Hasta que descubrí que me había estado engañando mientras teníamos una relación. Y con ese tipo de comportamiento, simplemente se pasó de la raya. Después de dejarlo, juré que prestaría atención a todos los chicos y no sólo a los que tienen un aspecto increíble.
5. Aprendí que si yo no me respeto, los demás tampoco lo harán
Mientras estaba en una relación con un follamigo, no me respetaba en absoluto. Él era mi prioridad número uno y hacía todo lo posible por hacerle feliz. Pero pronto me di cuenta de que no podía seguir viviendo así, no porque no pudiera sino porque él no veía mis esfuerzos.
Y cuando rompí con él, me di cuenta de que durante todo ese tiempo que estuve con él, no hice ningún esfuerzo por mí misma. Y cambié eso. Esa fue la mejor decisión de mi vida.
6. Aprendí a ser fuerte
Después de todo lo que pasé en esa relación, aprendí que tengo que ser fuerte por mí misma porque los demás no lo harán por mí. Aprendí que la vida no es fácil y que necesito luchar por cada cosa buena que quiero que suceda.
Después de que me destrozara, decidí que no podía quedarme de brazos cruzados, llorando y frustrada, sino que tenía que defenderme y luchar por un futuro mejor. Y eso es lo que hice y sigo haciendo ahora. Aunque esta lección fue muy dolorosa, me hizo más fuerte y mejor persona.
Christine es autora de 'Mirar fijamente a los ojos de la ansiedad y la depresión'Un libro que cambiará tu forma de combatir la ansiedad y la depresión.