He aprendido la lección más valiosa de mi vida al pasar una gran parte de ella con un hombre que no era para mí. Tardé un tiempo en darme cuenta de ello, pero hoy estoy muy agradecida.
Hace unos 5 años, yo era un cascarón de la mujer que soy ahora. Mi autoestima estaba por los suelos y mi nivel de exigencia había caído vergonzosamente. No me consideraba un buen partido, la verdad, así que cuando un chico me miraba durante más de tres segundos, me sentía halagada.
Me resulta vergonzoso recordarlo ahora, pero es importante ser consciente de uno mismo para crecer a partir de tus defectos e ideas equivocadas, para convertirte en la persona que eres capaz de ser.
Y por aquel entonces, no creía que fuera destinado a ser mucho. No estaba en un buen momento, ni mental ni emocionalmente. Estaba pasando por una fase oscura y nada iba a mi favor.
Así que no debería sorprenderme que el hombre con el que elegí pasar mi tiempo fuera alguien completamente equivocado para mí. Alguien que me hizo pasar por un infierno para sacudirme hasta la médula y hacerme ver lo poco que creía merecer.
Este hombre me vio en mi momento más débil y decidió aprovecharse de una chica que sabía que no diría que no. No me hizo ningún daño físico -para que quede claro-, pero su abuso fue emocional, y me destrozó casi sin remedio.
Es una mierda que dejara que alguien se me acercara tanto cuando estaba más frágil, pero entonces no lo sabía. Sentía que cualquier atención era mejor que ninguna.
Cambiaba de un trabajo de mierda a otro, era nuevo en la ciudad y tenía un solo amigo. No me llevaba bien con mis padres y no tenía a nadie a quien recurrir.
Así que cuando este chico se me insinuó en un bar que frecuentaba todas las noches, sentí un rayo de esperanza y una vocecita dentro de mí gritó de excitación tan fuerte, que fue casi como si fuera la primera vez que le gustaba de verdad a un chico....
Al principio me pareció bien, así que le di el gusto y seguimos hablando durante toda la velada.
Era un cliente habitual del bar, así que no tenía más remedio que verle todas las noches, y tener una cita con él me pareció lo más inteligente. Si decía que no, seguiría viéndole a pesar de todo y habría sido tan incómodo... así que me obligué a que me gustara.
Empezamos a vernos. Y con el tiempo empezó a gustarme de verdad.
Al principio era atento, amable y parecía preocuparse de verdad por mí. Y eso no había ocurrido en mucho, mucho tiempo, así que poco a poco me iba enganchando más y más a esa sensación.
Pero lo que no sabía era que ése era su plan desde el principio. Al parecer, tenía la costumbre de coger desprevenidas a las mujeres jóvenes, débiles y frágiles, y conquistarlas con sus falsas palabras. Una vez que estaban en su red, las utilizaba para alimentar su ego inflado.
Descubrí su patrón de conducta mucho después de haber terminado con él, pero de repente todo tenía mucho sentido.
Yo no era más que un saco de boxeo para él. Cuando se sentía mal, me utilizaba para echarme la culpa y sentirse mejor.
Cuando le apetecía, me gritaba sin motivo para desahogarse y luego se portaba de maravilla con sus colegas.
Nadie sabía realmente cómo era a puerta cerrada, excepto yo y algunas de sus anteriores novias, que me confiaron y me contaron todas sus experiencias una vez que salí definitivamente de su vida.
Me trataron como la mierdaMis sentimientos nunca fueron importantes y tenía que hablar con él antes de salir de casa. Era un gran obseso del control que nunca me dejaba ser yo misma y me causaba tanto miedo y dolor como para defenderme.
Para mí fue el peor momento de mi vida y me hizo pensar...
¿Era ésta la vida que quería para mí? ¿Era éste el hombre que iba a dejar que invadiera mi vida y me hiciera tan desgraciada? Si no hubiera dicho nada en ese momento, nunca habría tenido el valor de hacerlo.
Así que decidí que ya era suficiente. ¿Quién demonios se creía que era? ¿Por qué se creía con derecho a menospreciarme y tratarme como a una mierda para sentirse como un hombre de verdad?
Una vez que me di cuenta de todo esto, me resultó muy fácil decirle exactamente lo que sentía y largarme de allí. No iba a dejar que arruinara mi vida y mi futuro. Yo era mucho mejor que eso.
Y así fue como por fin volví a encontrar mi poder. Me sentí como la maldita reina del mundo.
Me fui y nunca miré atrás. Fue un torbellino de emociones y superarlo fue un proceso largo, pero era necesario para darme cuenta de que nunca más iba a dejar que un hombre controlara ninguna parte de mí.
Ni hoy, ni nunca. Y me sentí tan bien. Las mujeres nos enfrentamos a muchos obstáculos en la vida sólo por nuestro género, así que decidí recuperar mi vida y demostrarle al hombre quién manda de verdad.
Lo único que hace falta es que esa vocecita interior te diga que vayas a por ello, y una vez que encuentres el valor para dejar que esa voz se oiga, ¡nunca más vas a querer estar callado!
Esa fue mi lección. Y me alegro de haber pasado por todo eso. Porque eso es lo que tenía que pasar para convertirme en la mujer que soy hoy, ¡y esta mujer no acepta más mierda de ningún hombre!
Tengo el control de mi vida, mi amor y mi futuro. Cualquier hombre que tenga un problema con eso puede ponerse a la cola. ¡Simplemente ya no tengo tiempo para ti! Y me siento tan bien de poder decir eso por fin.