La chica que tenías a tu lado era especial. Era la chica que te dio su corazón que llevaba en la manga y la chica que te amaba incondicionalmente y sin importar nada.
La chica que estaba dispuesta a aguantar tus gilipolleces y la que estaba dispuesta a hacer lo que hiciera falta para verte feliz.
Sabes muy bien que ella nunca pidió mucho a cambio de todos sus sacrificios. Sólo quería tu amor y tu aprecio. Pero no te atreviste a darle ni siquiera eso.
En lugar de tratarla como se merecía, tú hizo de su vida un infierno .
Y cuando por fin vio que no ibas a cambiar y cuando vio que estaba a punto de perderse completamente a tu lado, te dejó.
Cuando por fin se dio cuenta de que la estabas destrozando, se alejó de ti. Cuando por fin vio que no eras digno de ella, la perdiste para siempre.
Pero no, no la perdiste de la noche a la mañana. Puede que no lo sepas pero tu comportamiento fue alejando a esta chica durante bastante tiempo.
Puede que no seas consciente de ello, pero en realidad llevabas años perdiéndola poco a poco.
La perdías cada vez que la ponías en último lugar. Cada vez que la tratabas como una segunda opción como plan alternativo y último recurso.
Cada vez que le hacías creer que no merecía tu tiempo ni tu esfuerzo.
La estabas perdiendo poco a poco en cada situación en la que elegías a los demás antes que a ella y en la que le demostrabas que estaba al final de tu lista de prioridades.
Se distanciaba de ti cada vez que la hacías mendigar pequeñas migajas de tu amor y atención y cada vez que sentía que te obligaba a estar con ella.
Puede que no lo sepas, pero la verdad es que a lo largo de los años, hiciste que esta chica se sintiera poco querida y no deseada, y estas son las últimas cosas que alguien quiere sentir.
La alejabas cada vez que la hacías llorar. Cada vez que lloraba hasta dormirse y cada vez que no estabas para secarle las lágrimas.
Cada vez que no te esforzabas por devolverle la sonrisa.
¿Recuerdas todas esas noches que la dejaste plantada y colgada? ¿Todas esas veces que no cogiste el teléfono y todas esas noches que la dejaste esperando?
Bueno, ¿adivina qué? La perdías más y más cada vez que se quedaba dormida, toda vestida con su teléfono en las manos, esperando desesperadamente que la llamaras.
La alejaste porque la dabas por sentada. Porque pensaste que se quedaría, por mucho daño que le causaras y por mucho que la trataras.
La perdías cada vez que intentabas jugar con ella.. Cada vez que te aprovechaste de todo el amor que ella sentía por ti y cada vez que utilizaste su vulnerable corazón.
La perdías cada vez que elegías a otra chica en vez de a ella. Cada vez que la hacías compararse y competir con todas esas otras mujeres que te rodeaban.
Cada vez que no le diste el lugar que merecía en tu vida.
La alejabas cada vez que no eras fiel o leal. Cada vez que te pillaba mandando mensajes a otras chicas y cada vez que te perdonaba por engañarla.
La perdiste porque no quisiste comprometerte. Porque te negabas a poner una etiqueta a tu relación y porque pretendías ser emocionalmente rota, mientras que tú sólo eras un gilipollas .
La perdiste porque la hiciste sentir que no era suficiente. Porque alimentaste sus inseguridades, en lugar de aumentar su autoestima.
Porque eras su debilidad en lugar de su fuerza. Porque usaste sus vulnerabilidades en lugar de proteger esas partes de ella.
La perdiste porque le mentiste.
La manipulaste haciéndole creer que era la única chica de tu vida y que todo saldría bien entre vosotros.
Se fue porque le hiciste todas esas falsas promesas de que cambiarías y que empezarías a tratarla como se merecía.
La alejaste porque nunca estuviste dispuesto a comprometerte o a encontrarte con ella a mitad de camino.
Porque nunca tuviste en cuenta sus necesidades y porque siempre actuaste como un imbécil egoísta que sólo se ocupaba de sí mismo.
La verdad es que esta chica se cansó de perseguirte y esperar a que cambiaras. Cansado de hacer sacrificios y de esforzarse.
Cansado de dándote todo su ser mientras no recibía nada a cambio .
La verdad es que la estabas perdiendo poco a poco cada vez que le rompías el corazón.