Hay dos palabras que las enfermeras de todo el mundo no oyen con suficiente frecuencia: GRACIAS.
Esta es una carta de agradecimiento para las mujeres más fuertes y a la vez más delicadas que existen.
Es absolutamente increíble cómo un ser humano puede cargar con tanta fuerza para ser capaz de afrontar física y psicológicamente los retos de cuidar a personas enfermas y, al mismo tiempo, ser lo suficientemente suave y emocional como para ayudarles en sus momentos más difíciles.
Gracias por elegir este trabajo. Gracias por cuidar incansablemente de nosotros.
Gracias por tu amabilidad y por poner siempre a tus pacientes en primer lugar, independientemente de las luchas personales que lleves a cuestas.
Si preguntas a cualquier diccionario, una enfermera es una persona formada para prestar cuidados a personas enfermas o heridas.
Para mí, y para todos los que estamos aquí, eres mucho más.
Cada persona busca el camino de marcar una verdadera diferencia en este mundo y vosotros sois los que realmente lo hacéis: hacéis que nuestras vidas sean mejores y más fáciles.
Eres la primera persona que nos abraza cuando nacemos y eres la última persona que nos abraza cuando nuestras almas abandonan nuestros cuerpos.
Esta carta se escribe durante la pandemia de Covid-19 que ha perturbado al mundo entero.
Las enfermeras de todo el mundo lo están dando todo para hacer frente a los horrores que el malicioso virus impone en la vida de las personas.
Usted, enfermera, se está poniendo en peligro a sí misma y a su familia al aceptar valientemente llevar su pesada carga y hacer su trabajo de la mejor manera que sabe.
Tú, querida enfermera, llevas semanas sin poder ir a casa a abrazar a tus hijos porque temes que, con todo el amor que les vas a dar, también les vayas a contagiar esa enfermedad tan agresiva que todos tememos.
Trabajas largos turnos sin comer, beber ni hacer tus necesidades, y lo haces con fiereza, asegurándote de seguir siendo amable con todos los pacientes que confían en ti para que los reconfortes y cuides.
Ves morir a gente todos los días, sin poder despedirse de sus familias, escuchando las desgarradoras últimas palabras que murmuran a sus seres queridos por teléfono, y no puedes evitar que las lágrimas te corran por la cara.
Hay un dolor que arde dentro de tu pecho y que tienes que ignorar porque mucha gente te necesita ahora mismo.
Esperas, rezas para que todo esto termine pronto y todos volvamos a nuestras vidas tal y como las conocemos.
Gracias por ser nuestro luchador de primera línea.
Gracias por luchar sin miedo por nuestras vidas y nuestro bienestar.
Gracias por amar tu trabajo y elegir hacerlo cada día, aunque posiblemente sea el trabajo más duro de este planeta.
Quiero que sepas que te vemos y todo lo que haces por nosotros.
Espero hacerte sentir menos solo y olvidado en tu pequeña búsqueda de salvar el maldito mundo entero.
Hasta el día de hoy recuerdo las palabras de la enfermera que atendió mi primer parto.
Su voz maternal perdura en mis oídos como una canción de cuna: "Eres increíble. Sigue adelante. Ya casi hemos llegado".
Eso es exactamente lo que te estoy diciendo ahora. Ya casi llegamos. ¡Lo tienes!
Todos creemos en ti y apreciamos cada segundo que dedicas a ayudarnos.
Si existen los héroes, tú, enfermera, eres el único héroe verdadero que este mundo tiene y necesita.
Gracias, señor,
Te felicito por elegir vivir tu vida para los demás.