Permíteme empezar esta carta diciendo que nunca fui de las que se casan, pero gracias por hacerme cambiar de perspectiva al respecto. Me enseñaste que el matrimonio no tiene por qué limitarte y encerrarte en una jaula. Me enseñaste que el amor consiste en ser uno mismo, en ser libre pero comprometido.
Nunca sentí nada parecido a lo que tenemos ahora. Ya te he dicho que he amado antes. Pero aquellos nunca fueron amores verdaderos; nunca podrán compararse contigo. Aquellos eran amores que coartan, que manipulan y esparcen venenos tóxicos por todo el cuerpo. Esos fueron amores que me hicieron tener miedo de creer en el amor, de creer en el felices para siempre. Gracias por hacerme sentir lo bastante segura para volver a creer.
Sabes que siempre he sido independiente. Me criaron así. Me convertí en autosuficiente mujer que es más que capaz de hacer las cosas por sí misma. Fueron mi educación y las circunstancias de relaciones pasadas las que me enseñaron que la única de la que puedo depender soy yo misma. Y aunque sigo creyendo que eso es cierto, es bueno tenerte a ti en quien apoyarme de vez en cuando.
Recuerdo la primera vez que quisiste cambiar una bombilla rota en mi apartamento. Hice todo un drama de ello. Te dije que era más que capaz de cambiarla yo misma. Exageré. Ahora lo sé. Tuve suerte de que vieras lo que pretendía. Te reíste y me dijiste que lo sabías, pero que estabas encantado de hacer algunas cosas por mí y que debía dejarte, así que lo hice.
Es agradable ser atendido por alguien como tú. Pero me llevó mucho tiempo llegar a eso. Bajar la guardia. Dejar que me vieras, mi yo vulnerable, mi yo detrás de la sonrisa. Me dio mucho miedo porque estoy acostumbrada a mantener la guardia alta y a hacerme la dura incluso cuando no me siento así.
Contigo, no tengo que actuar. No tengo que fingir algo que no soy. Soy más yo cuando estoy contigo que cuando estoy solo. Hay algo dentro de ti que respira confianza, algo que me da fe en que tú y yo podemos superar cualquier cosa. A veces me pregunto de qué tenía tanto miedo.
Supongo que vi las ventajas de estar sola. Era más feliz sola que en cualquiera de mis relaciones anteriores. Tengo ese espíritu inquieto que todos querían domar. Tengo el alma de gitano que vive para viajar, soñar y descubrir. Te enamoraste de esa parte aventurera de mí. Nunca me pediste que cambiara. Me acompañaste en algunas aventuras y me dejaste vivir algunas de mi propia cosecha, seguro de que siempre tendría un hogar contigo.
Sabía que eras el indicado para mí porque hiciste que quisiera quedarme sin siquiera intentarlo.
Cada vez que estaba fuera, deseaba que pudieras ver y experimentar esas cosas nuevas conmigo. Y por genial que fuera todo, te echaría de menos todo el tiempo.
No tenía raíces y tú hiciste que quisiera tenerlas. Sin forzarme. Sin amenazar mi espíritu y mi independencia.
Así es como deben ser las cosas cuando encuentras tu persona para siempre-No te limita. No te sujeta ni te enjaula. Camina o corre a tu lado hasta que estés preparado para echar tus propias raíces.
Espero que al entrar en este nuevo capítulo matrimonial de nuestras vidas las cosas no cambien mucho. Que seamos como somos ahora. El equipo que trabaja en cosas juntos, pero todavía dos individuos separados e independientes a los que les gusta cuidar el uno del otro. Espero que siempre tengamos esta energía para trabajar en las cosas, para hacer que los malos momentos sean mejores y para hacer que los buenos momentos sean más valiosos y felices.
Gracias por ser mi persona de siempre. Gracias por demostrarme que el amor no pone en peligro mi independencia. Gracias por demostrarme que el amor que siento por ti no excluye el amor que siento por mí misma. Lo refuerza.
Bonito tema sobre el amor y los amantes