La maternidad es mucho desorden y estrés.
Claro que hay muchas cosas bonitas en ser madre, pero estoy aquí para compartir las feas verdades que todos intentamos enterrar lo más profundo posible.
Cada mamá tiene sus propias inseguridades, lo sé. Sinceramente, creo que eso te convierte en una buena madre, porque tener dudas significa que estás en el camino de mejorar.
Hay cosas que pasan muchas veces por la cabeza de una madre, pero nunca se le ha ocurrido compartirlas con nadie.
Hoy he decidido compartir mis mayores inseguridades con todas las mamás del mundo, con la esperanza de que pueda ayudar al menos a una de vosotras.
Aquí no pasa nada.
1. En mi mente, me comparo con la madre que creo que debería ser
Siempre me quedo corta. Parece que la madre que soy está tan lejos de lo que creo que debe ser una madre.
Me digo a mí misma que hay cosas en las que debería mejorar -ser más paciente, jugar más con mis hijos o algo así-, pero parece que en realidad nunca cambio.
Me siento tóxica por no poder ser una madre perfecta para mis bebés. Temo que mi personalidad arruine la de ellos y les cause debilidades y problemas innecesarios que no tendrían si tuvieran una mamá mejor.
Ojalá fuera el tipo de madre princesa sonriente que siempre tiene una palabra amable para todo el mundo, pero no lo soy.
Soy como soy: sarcástica, temerosa, a veces impaciente y débil. Sé que tengo cosas buenas, pero me preocupa que mis hijos solo recuerden las malas.
2. No siempre estoy segura de mis decisiones como madre, pero hay que hacer algo, ¿no?
La maternidad, para mí, se siente como algo que estoy improvisando en lugar de algo que realmente he conseguido.
Con los niños, no hay tiempo suficiente para pensar en todas las posibles consecuencias de lo que decides hacer como padre.
Un segundo puedes pensar que ha sido una buena idea darles un zumo, y al siguiente te demuestran lo contrario derramándolo en el sofá... Lo mismo ocurre cuando crecen.
Hay mucha incertidumbre en la crianza de un hijo y, a veces, mientras la familia y los amigos me elogian por tomar decisiones tan informadas para el futuro de mi hijo, EN REALIDAD NO TENGO NI IDEA DE LO QUE ESTOY HACIENDO.
Intento estar al tanto de todo y tomar las mejores decisiones pero... la verdad es que es como adivinar y esperar que te toque la lotería.
Hay muchas incógnitas y es increíblemente estresante.
3. Necesito desesperadamente tiempo lejos de mis hijos
Me canso de jugar con mis hijos y de planificar comidas sanas para ellos.
Sí. Aunque a algunos os suene fatal, intentar que mis hijos crezcan en un entorno sano me resulta agotador.
A veces, simplemente no quiero jugar con ellos. A veces, ni siquiera quiero estar cerca de ellos. Necesito estar sola y hacer cosas de mayores.
Paso mucho tiempo pensando qué cocinarles ese día. Ojalá pudiera darles comida rápida y ya está. Pero no lo hago, y creo que eso es lo que cuenta.
Aun así, sienta un poco mal pensar en tus propios hijos como fuente de agotamiento o aburrimiento.
Pero, déjame decirte algo...
La perfección está sobrevalorada. Bueno, al menos eso creo, porque nunca he conocido a una madre perfecta.
"Siempre habrá algo que hagas mal", me digo a mí misma y es la verdad. No hay nada que puedas hacer en la vida sin cometer errores y la maternidad no es diferente.
Lo que importa es que adoro a mis hijos. Soy su mayor fan. Siempre les animo, tan alto como puedo.
Lo que importa es que cuando no me queda ni un átomo de energía en el cuerpo y apenas puedo mantener los ojos abiertos, aún encuentro un poco más para abrazarles y darles un beso de buenas noches y hacer todo lo posible por preparar todo lo que necesitan para el día siguiente.
Lo que importa es que les estoy enseñando a ser reales y honestos, tanto consigo mismos como con el mundo.
No reprimas tu magia ni te devalúes. Sé dueña de tu maternidad y recuerda: No hay nadie más con quien competir que la madre que fuiste ayer.