Eso ya es pasado. Echas de menos la antigua versión de mí.
Ya no soy esa persona, así que es fácil... No puedes echarme de menos... ¡así que déjalo!
Sé que te parezco que no he llorado ni un día.
Ahora, cuando me miran, ven a una mujer fuerte, que sonríe sinceramente y desde el fondo de su corazón.
Sí, soy esa mujer que está delante de ti.
Yo no era así cuando me dejaste. No tienes ni idea de lo que pasé ni del tiempo que tardé en convertirme en lo que soy hoy.
He pasado por un infierno y he vuelto. Lloré hasta quedarme dormida, preguntándome por qué no era lo bastante buena y si alguna vez lo sería.
He hecho todo un viaje desde que me dejaste.
Mientras tú te divertías, disfrutabas de tu vida y de tu libertad (sin tener ni idea ibas a volver arrastrándote), estaba recogiendo los pedazos de mi dignidad, mi amor y mi capacidad de volver a confiar en nadie.
He estado arriba y abajo, pasé por todas las crisis por las que pasa un adicto.
Te echaba tanto de menos que me dolía físicamente. Habría hecho cualquier cosa para recuperarte.
Estaba dispuesta a todo con tal de estar a tu lado. Era tan adicta a ti y no tenía ni idea.
No hasta que estuve sobrio por primera vez. Ahora, he cambiado. He crecido. Lo he superado.
Me echas de menospero te equivocas de persona.
No soy ni volveré a ser la chica que una vez conociste. Ya no soy flexible.
No soy esa chica con la que jugabas y disfrutabas sólo cuando tenías tiempo.
Ya no soy esa chica que te enviaba mensajes y te llamaba para recibir un mensaje de voz a cambio.
Ya no estoy sentada en mi cama, mirando ansiosamente mi teléfono, esperando que tu nombre aparezca en la pantalla.
A la mierda, he terminado.
Ya no soy inocente ni dulce. Ya no soy adorable y ya no soy la favorita de tu pandilla. ¿Quieres saber por qué?
Porque me enseñaste que no tengo que fingir ser algo que no soy sólo para conseguir que la gente me quiera.
Me has hecho darme cuenta de que no necesito amigos falsos para ser feliz. Es más, soy más feliz sin ellos en mi vida.
No tengo que fingir que me río de chistes que no tienen gracia. No tengo que ser alguien que no soy para caer bien, ni a ti ni a nadie.
Así que, no... Ya no soy la chica que echas de menos.
Sé que no te gusta, pero francamente... no me importa. No te gusta porque ya no soy tan fácil de manipular.
Antes, podías haber hecho cualquier cosa y yo habría encontrado una excusa para tu comportamiento.
Te habría perdonado las cosas más horribles... porque estaba ciego. Ciega y tonta.
Hoy, no voy a dejar que me trates con falta de respeto. No dejaré que me menosprecies ni que me pisotees. Esos días se han ido. Yo lo sé, pero tristemente, tú todavía no.
Puedo ver claramente a través de tus mentiras. No hay nada en este mundo que puedas ocultarme.
Y cuando descubra lo que escondes, lo diré en voz alta. No tengo ningún problema en delatarte delante de nadie.
No tengo ningún problema porque sencillamente ya no me importa.
Por fin me he dado cuenta de lo que valgo y no voy a cambiar ese sentimiento por nada ni nadie en este mundo.
Una parte de mí aún se siente culpable por abandonar a esa dulce y crédula chica del pasado.
Esa chica confiaba en todo el mundo. Esa chica anteponía la felicidad de los demás a la suya propia.
Estoy triste porque el mundo funciona de una manera en la que no debes prestar ayuda desinteresada a todos los que te rodean.
Si lo haces sin elegir cuidadosamente quién merece ser ayudado, te destruirá.
Al final, te encontrarás vacío por dentro, incapaz de recordar la última vez que sonreíste porque eras feliz.
Tú fuiste mi lección, la lección más dura que tuve que aprender. Y ahora... ahora me pongo a mí primero.
Me he jurado a mí misma que mi felicidad no volverá a desaparecer.
Cuido de mí mismo, algo que la persona que recuerdas nunca hizo.
No soy la persona que solías conocer. No soy la que echas de menos, así que por favor... déjame en paz.