No soy una gran escritora y soy aún peor expresando mis emociones, pero a pesar de ello, intentaré escribirte unas palabras a ti, la persona a la que le debo mucho.
A ti, mi mejor amigo y mi alma gemela.
Sólo quiero decirte lo agradecida que estoy por tenerte.
Gracias por todo lo que has hecho por mí todos estos años; por ser mi mejor amiga, la hermana que nunca tuve, mi mayor apoyo y mi persona.
Además de mi familia inmediata, eres la única persona que nunca se rindió conmigo y quiero darle las gracias por ello.
La única que nunca me dio la espalda, ni siquiera cuando me lo merecía, y la única que nunca me dejó colgado.
Por todas las noches en vela que pasaste a mi lado, convenciéndome de que un imbécil no merecía que llorara por él.
Por todas las veces que creíste en mí, cuando nadie más, incluido yo mismo, no lo hizo.
Por todas las veces que estuviste ahí para atraparme cuando caía y ahí para ayudarme a levantarme cuando fracasaba.
Gracias por todas las veces que enjugaste mis lágrimas e hiciste todo lo posible por devolverme la sonrisa.
Por todas esas veces en las que viste a través de mí y por las veces en las que no me creíste diciéndote que estaba bien, sabiendo que eso no podía estar más lejos de la verdad.
Por todas esas veces que me advertiste de que algún tipo no era lo suficientemente bueno por mí y que acabaría aplastando mi corazón, aunque nunca le hice caso.
Por todas las veces que recogiste mis pedazos rotos y me ayudaste a recomponerme, aunque creía que estaba rota sin remedio.
Gracias por empujarme siempre hacia adelante y por inspirarme a convertirme en la mejor versión posible de mí misma.
Por no permitirme nunca conformarme con menos, por recordarme siempre lo que valgo y por mostrarme lo fuerte que soy en realidad.
Y lo que es más importante: gracias por no intentar cambiarme nunca y por no esperar que sea alguien que no soy sólo para encajar en tus criterios.
Por quererme por lo que soy y por aceptarme junto con todos mis defectos, imperfecciones y las partes de mí que no te gustan.
Gracias por cuidarme, pase lo que pase.
Por quererme igual en lo mejor y en lo peor y por estar a mi lado en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad.
Por no abandonarme cuando las cosas se ponen difíciles y por ser el mismo cuando toca ir de fiesta y reír y cuando toca llorar juntos.
Gracias por llevarme de la mano tanto en los momentos más felices como en los más tristes de mi vida.
Por compartir conmigo mis recuerdos más hermosos y los más dolorosos, por ser el viento bajo mis alas y alguien en quien siempre puedo confiar.
Por ser mi roca y mi refugio seguro.
Por ser fuerte cuando yo era demasiado débil para manejar la vida, por luchar mis batallas y por ahuyentar mis demonios.
Gracias por ser la luz al final de cada túnel y el forro plateado de mis nubes.
Gracias por dejarme ser yo misma a tu lado.
Gracias por cada emoción carta de feliz cumpleaños.
Por darme la oportunidad de mostrarte mis vulnerabilidades y exponerte mis debilidades, sin miedo a que te aproveches de mí.
Gracias por no juzgarme nunca y aceptar siempre mis decisiones, aunque no esté de acuerdo con ellas.
Por ayudarme a levantarme incluso cuando me derriban las personas de las que me advertiste e incluso cuando mi propia imprudencia me lleva al fondo.
Gracias por ayudarme convertirse en la mujer Lo soy hoy.
Por formar parte de este loco viaje llamado vida porque nunca sería lo mismo sin ti a mi lado.
Gracias por ser mi mejor amigo en todo el mundo, porque créeme cuando te digo que eres insustituible y que nadie lo habría hecho mejor que tú.