¿Sabes lo que se siente al amar a alguien que sabes que nunca te corresponderá? ¿Sabes lo que se siente al enamorarse mientras intentas con todas tus fuerzas no hacerlo? ¿Sabes lo que se siente al enamorarse de alguien que sabes que nunca será tuyo?
Te sientes vacío.
Sientes roto.
Desde el primer momento hasta el último. Desde la primera vez que pusiste tus ojos en ellos hasta la última vez que te prometiste no volver a pensar en ellos. Y luego rompes esa promesa cada día, cada hora y cada minuto. Y la esperanza te vuelve a romper.
Te sientes vacío.
Te sientes cansado.
Te esfuerzas tanto por no tener esperanzas, pero ese amor insensato te atrapa siempre. Cuando te despiertas sola en la cama, es tan fácil imaginarlo a tu lado. Es tan fácil sentir su palma apretada contra tu mejilla. Y cuando la soledad te golpea, cuando tocas la cama fría y vacía, te das cuenta una vez más de que tu corazón jugó con tu mente. Te das cuenta una vez más de que fue tu corazón el que se rompió.
Te sientes agotado.
Te sientes consumido.
Consumida por tu propio amor por el hombre que nunca será tuyo. Consumida por todas las veces que juraste seguir adelante y aun así volviste. Por todas las veces que tu corazón se aceleró cuando lo viste y se desplomó en cuanto se fue. Por todas las veces que la vida te ha dejado claro que no estáis hechos el uno para el otro. Sigues creyendo, aunque sabes muy bien que no hay nada que esperar. ¿Pero cómo vas a sobrevivir si no lo haces? ¿Cómo voy a sobrevivir?
Te sientes perdido.
Te sientes derrotado.
No porque hayas perdido algo o porque algo haya salido mal. En primer lugar, ni siquiera empezó y eso es lo que te mata. No había nada que perder, porque nunca lo tuviste. Todo lo que amor incondicional que tenías y todos esos sueños que soñaste nunca verán la luz del día.
Los mantienes a salvo, guardados dentro de las paredes de tu propio universo, esperando que nunca salgan. Esperando que nadie las vea, para que nadie sepa lo mucho que te duele. Porque sabes lo que van a decir. Sabes cómo te van a juzgar. Así que amas y sufres en silencio, mientras en tu alma resuenan gritos. Gritos de oraciones no respondidas y expresiones de amor no correspondidas.
Te sientes aterrorizado.
Te sientes agotado.
¿Cuándo va a terminar esto? ¿Cuándo acabará este amor tortuoso? Te haces la misma pregunta una y otra vez, aterrorizado por la respuesta que puedas obtener. Aterrorizado de dejarlo ir, porque significará que nunca existió. Significará que amaste en vano. Significará que tuviste esperanzas en vano. Y no estás preparado para afrontarlo. No estás preparado para renunciar a ello.
Pero lo necesitas.
Lo necesito.
Ambos sabemos que merecemos más que este infierno que estamos viviendo. Ambos sabemos que merecemos algo más que sentirnos vacíos todo el tiempo. Merecemos ese amor que nos llene de alegría y nos haga sentir que podemos conquistar el mundo. Nos merecemos ese amor que nos corresponda, ese amor que no nos rompa.
Merecemos ser felices.
Merecemos que nos quieran.