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Las mujeres tienen miedo a competir, ¿o no?

Las mujeres tienen miedo a competir, ¿o no?

A las mujeres les aterroriza competir entre ellas, según un estudio reciente. De verdad, y de una forma poco saludable. Cuando las mujeres se enfrentan entre sí en el trabajo, se paralizan. No saben cómo responder y experimentan niveles elevados de estrés y ansiedad, lo que se traduce en un trabajo descuidado, incompleto y desordenado. No ocurre lo mismo cuando las mujeres se enfrentan a los hombres o cuando los hombres se enfrentan a otros hombres.

Bien, ¿a qué se debe esto? ¿Por qué las mujeres tienen miedo de competir? O, ¿es la verdadera pregunta aquí ¿cómo compiten las mujeres?

Las mujeres manejan las situaciones de forma diferente a los hombres. Pueden encontrarse con las mismas circunstancias y reaccionar de manera completamente distinta a las del sexo opuesto. A veces, sus respuestas son mucho más complicadas.

Los hombres no tienen miedo. Van agresiva y territorialmente a por el otro, sin restricciones. Las mujeres que compiten por un mismo puesto profesional o social lo hacen de forma más solapada, con tácticas manipuladoras y pasivo-agresivas. Quieren parecer amistosas mientras se noquean mutuamente... en sentido figurado.

Como las mujeres también están más en sintonía consigo mismas desde el punto de vista emocional, es importante poder confiar en los propios instintos. Es decir, si crees que ese "amigo" tuyo quiere quedarse con algo tuyo, probablemente tengas razón. La intuición debe triunfar sobre percepciones externas de cualquier situación concreta que estés contemplando.

Muchas veces hablamos de "seguir nuestro instinto". Esto es importante. Es la forma que tiene nuestro yo interno de gritar: "Aquí hay algo que no encaja". Si el lenguaje corporal de alguien no coincide con lo que sale de su boca, fíjate más en sus movimientos que en sus labios.

Las mujeres son más propensas que los hombres a hacerse amigas de sus enemigos. Y harán todo lo posible para asegurarse de que son confidentes de confianza antes de exponer sus verdaderos motivos.

La moraleja de esta historia es la siguiente: si tienes algo que deseas mantener en secreto, asegúrate de no bajar la guardia con demasiada facilidad. Lo mejor es sumergirse un poco en las aguas mientras la alianza sea nueva para garantizar tu protección.

Por supuesto, no podemos vivir con miedo a que se revelen nuestros secretos más profundos o a no poder confiar en otra persona. Las mujeres son criaturas sociales. Es importante desarrollar amistades duraderas y de confianza con personas del mismo sexo, y poder descansar sabiendo que tus secretos están a salvo.

Simplemente es importante escuchar primero tu propia voz interior. Y darse cuenta de cuándo puede estar dando con algo antes de que sea demasiado tarde. Todo el mundo emite energía, positiva o negativa. Algunos son más difíciles de leer que otros, pero esto sólo significa que tenemos que escuchar con más atención, ser más abiertos.

La mayoría de las mujeres prefieren trabajar en entornos con hombres que con otras mujeres. ¿Por qué? Porque se elimina el estrés de tener que competir de forma compleja. No sólo eso, sino que si una mujer está rodeada de colegas del sexo opuesto, de repente se convierte en el centro de atención. Todo lo que dice o hace es genial, y si no, no pasa nada. Se le permite cometer errores sin que lleve permanentemente un cartel en la frente.

La presión desaparece cuando te sueltan el anzuelo. Pero la competencia silenciosa que existe en una sala llena de mujeres es agotadora y distrae. Incluso en situaciones en las que la atención debe centrarse por completo en la tarea que se está realizando, toda la sala se llena de cháchara maliciosa y tácticas astutas para ararse unas a otras en el camino hacia la cima.

La verdadera pregunta es: ¿cuál es el problema? ¿Por qué las mujeres se hacen esto?

Si todo el mundo fuera tan auténtico y amable como la imagen que intenta proyectar a los demás, el mundo sería un lugar mejor. Las mujeres dejarían de sentirse presionadas para competir o para ser mejores que la persona sentada a su lado.

Tómese un momento para reflexionar sobre la realidad de esto. ¿Te suena a verdad? ¿Compite silenciosamente con los demás? O, ¿tienes confianza en ti mismo para valerte por ti mismo y luchar por lo que crees sin importarte las consecuencias?

Verás, lo gracioso es que las mujeres do competir. Todos estamos atrapados por nuestras propias inseguridades y todos buscamos a esa persona que no lo está para que nos guíe fuera de esta jaula y podamos sentirnos por fin cómodos en nuestra propia piel.

¿Por qué seguimos compitiendo y buscando esa seguridad exterior cuando deberíamos mirar hacia dentro? Llega a un punto en el que puedas confiar en tu propia intuición sobre ti mismo, los demás y las circunstancias que te rodean porque confías en ti mismo. Y, nada más importa.