Estoy seguro de que esto no es algo que quieras oír en este momento, pero la verdad es que hay veces en las que nunca superas a la persona que una vez amaste. Siempre se quedan con una pequeña parte de ti y a veces, nunca vuelves a ser la persona que solías ser.
No, esto no significa que esta persona fuera tu alma gemela. Eso no significa que no vayas a encontrar a un hombre al que quieras más de lo que le querías a él y, desde luego, no significa que vayas a pasarte el resto de tu vida echándole de menos como le echas de menos ahora.
Pero lo cierto es que, a veces, la persona a la que tanto querías te cambia para siempre. Siempre los recuerdas de alguna manera, por mucho que intentes borrar de tu memoria el hecho de que alguna vez existieron.
E incluso cuando crees que ese hombre es sólo parte del pasado y que hace tiempo que se olvidó, su imagen aparece justo delante de tus ojos, de la nada. Percibes su colonia en algún lugar a lo lejos o ves a alguien que se le parece y vuelven todas las mariposas.
Hay algunos corazones rotos que siempre permanecen atascados en algún lugar profundo dentro de ti y simplemente no hay nada que puedas hacer al respecto. Cuando se trata de algunos hombres, te quedas preguntándote para siempre qué podría haber sido de vosotros dos y nunca los superas del todo.
Pero una cosa es segura: tarde o temprano se aprende a vivir sin ellos. Y esto es exactamente lo que sucederá con este tipo también.
No te voy a mentir: existe la posibilidad de que nunca te olvides de él. Pero antes de que te des cuenta, él ya no será ni lo primero ni lo último que pase por tu cabeza cada día.
Antes de que te des cuenta, te acostumbrarás a su ausencia y ya no desearás su presencia. Te acostumbrarás a que esa persona no forme parte de tu vida. Y estarás bien sin él.
Un día de estos, empezarás a sonreír sin ningún motivo en particular. Oirás su nombre y tu corazón ya no latirá como antes.
Dejarás de buscarle al otro lado de la cama y tus sábanas perderán su olor. Dejarás de pensar que te llama cada vez que suena tu teléfono y dejarás de esperar sus mensajes cada minuto de cada día. Aceptarás el hecho de que te bloqueó y verlo como lo mejor que te ha pasado en mucho tiempo.
Una de estas noches, ni siquiera te darás cuenta de que no has llorado hasta quedarte dormido. Esperarás con ilusión un nuevo día, aunque sabrás que él no estará en él.
Uno de estos días, te quitarás las gafas de color de rosa y verás a este hombre como realmente ha sido todo este tiempo. Dejarás de idealizarlo y verás por fin todos sus defectos e imperfecciones.
Aceptarás que fue para bien que las cosas salieran como salieron. Aceptarás que probablemente nunca serías feliz cerca de ese chico, verás todas vuestras incompatibilidades y diferencias y te darás cuenta de que no estaban destinados a durar para siempre.
Uno de estos días, aceptarás el hecho de que se ha ido y que no va a volver. No esperarás verle en la puerta de tu casa pidiéndote perdón y, así, dejarás de esperarle.
Así dejarás de contar los días que han pasado desde su partida. Dejarás de medir el tiempo antes y después de él y no sentirás que te falta una parte de ti sólo porque él no está a tu lado.
Puede que pienses en él en su cumpleaños o en la fecha de vuestro aniversario. Puede que te pongas triste cuando te enteres de que se ha casado, pensando en cómo debería haber sido vuestra boda.
Probablemente pasarás las próximas horas repitiendo en tu cabeza vuestra relación cada vez que le veas pasar a tu lado.
Pero sanarás. Sobrevivirás y seguir adelante. El dolor no te consumirá tanto como ahora y tu corazón no te dolerá para siempre, te lo prometo.