¿Qué es la verdadera felicidad? ¿Es algo que se puede ver o más bien sentir?
¿Es posible encontrar la verdadera felicidad y vivir una vida plena y feliz?
No te preocupes, yo también me he preguntado lo mismo una y otra vez, y me costó unas cuantas duras lecciones de vida aprender por fin el significado de la verdadera felicidad.
Durante mucho tiempo, he estado corriendo en círculos pensando que encontrar la felicidad consiste en lograr cosas en la vida que se consideren dignas (por la sociedad o los medios de comunicación).
Estaba convencida de que si conseguía terminar la universidad, comprar ese coche tan caro, viajar por el mundo, salir de fiesta, encontrar una pareja perfecta y vivir la vida al máximo, sería realmente feliz.
Pensaba que si compraba ese producto que los medios de comunicación anuncian como algo magnífico que transforma la vida, sería feliz.
Pero, la verdad es que cuanto más compraba, menos contenta estaba.
No digo que terminar la universidad o poder viajar por el mundo no sea algo de lo que debas sentirte orgulloso o feliz, pero ¿es todo esto realmente la definición de la verdadera felicidad?
¿Encontrar la verdadera felicidad está relacionado con nuestros objetivos, las cosas caras o un estilo de vida imprudente? Yo creo que no.
La verdadera felicidad está dentro de nosotros. No se puede perseguir ni comprar.
La verdadera felicidad no existe de forma materialista y tangible.
Es un sentimiento enterrado en lo más profundo de cada ser humano que sólo puede activarse persiguiendo verdaderos ideales, estando en amor y armonía con uno mismo y con el mundo en que vivimos.
Si alguien me hubiera dicho eso antes, cuando luchaba por comprender el verdadero significado de la felicidad, le llamaría loco.
La verdad es que, inconscientemente, me negaba a reconocer la auténtica verdad aunque sabía que algo no iba bien y que mi percepción de la verdadera felicidad estaba profundamente podrida.
Al centrarme sólo en lo que me habían servido la sociedad y los medios de comunicación dominantes, descuidé los verdaderos valores que nos fueron dados por nacimiento.
Al centrarse sólo en esa pregunta ¿Cómo ser feliz? Me perdí todos esos pequeños momentos de verdadera felicidad que tenía delante de mí.
Al perseguir ciegamente la felicidad, ¡no me di cuenta de que estaba ahí, delante de mí, todo este tiempo!
La mitad de mi humilde vida estuve jugando al escondite.
Cuando no sabes lo que es la verdadera felicidad, es fácil que culpes y juzgues a todos y a todo lo que te rodea si no consigues encontrarla.
Si no apruebas un examen y has estado aprendiendo mucho, la culpa es de otro (o se trata de criterios de calificación imposibles o de un profesor).
Si no tienes dinero suficiente para comprar lo que quieres, la culpa vuelve a ser de otro (el Estado en el que vives, tu jefe u otras circunstancias).
Cuando estás convencido de que la felicidad es algo tangible, algo que puedes ver y cuya existencia te produce una inmensa satisfacción, te conviertes en esclavo de tu propia definición de ella.
Si pones tu felicidad en manos de otra persona, nunca serás verdaderamente feliz.
La felicidad está en tu interior. No puedes perseguirla, no puedes "ganarla" (ni con dinero).
A menudo definimos la felicidad como la falta de algo en nuestra vida y pensamos que, una vez que lo conseguimos, el éxito y la satisfacción instantánea están garantizados.
A menudo pensamos que si por fin encontramos al Elegido, nos sentiremos amados y dichosos.
Estamos convencidos de que si no encontramos a alguien que nos llene, nunca seremos felices solos porque nos falta amor.
Pero, la verdad es que no nos falta amor en el sentido general de la palabra -t nos falta amor propio.
Nos falta amor hacia nosotros mismos y por eso nos empecinamos en seguir buscándolo en otra parte.
En lugar de centrarnos en encontrar nuestra paz interior y vivir nuestra vida llenos de positividad, nos centramos en encontrar a una persona que nos ayude a conseguirlo.
Podemos sentir que somos realmente felices, pero esto sólo dura un tiempo. Esa felicidad no es a largo plazo.
Somos creadores de nuestra propia felicidad y la creamos con nuestros propios pensamientos.
Imagina que tienes el trabajo más increíble del mundo, la mejor novia/novio o marido/mujer del mundo y todo lo que siempre has deseado.
¿Cómo te sientes al respecto? ¿Crees que sólo así serías verdaderamente feliz?
Si has visto esa increíble película En busca de la felicidadentonces sabes de lo que estoy hablando.
Puedes pasarte toda la vida trabajando duro para conseguir todas esas cosas, pero serás desgraciado en el proceso.
Y es precisamente en el proceso donde se esconde la verdadera felicidad. La matemática es simple aquí:
Si crees que eres feliz, serás feliz. Si crees que no lo eres, no lo serás.
Si trabajas duro y te esfuerzas por ser el mejor cada día de tu vida y sigues sin ser feliz porque crees que eso no es suficiente, piénsalo otra vez.
Porque si crees que eres feliz, lo serás.
Quererlo todo y quererlo ahora es la receta para la infelicidad suprema.
Pero agradecer lo que ya se tiene y hacer todo lo posible por mejorar uno mismo, así como las relaciones con los demás, no es suficiente. seres queridosLa felicidad se consigue con la ayuda de la familia y los mejores amigos.
Porque la verdadera felicidad no consiste en tener todo lo que quieres, sino en apreciar lo que ya tienes.
La verdadera felicidad no consiste en ser la persona más inteligente del mundo, sino en el proceso de convertirse en esa persona.
Se trata de apreciar la capacidad de mejorar, de leer libros de autoayuda y otra literatura que merezca la pena.
La felicidad está en el viaje, no en el destino.
Se trata de estar agradecido por cubrir todas tus necesidades básicas: poder andar, hablar, sonreír; disfrutar de las pequeñas cosas de tu vida diaria y apreciar todas esas emociones positivas.
Es levantarte por la mañana y darte cuenta de que hoy tienes suficiente para ser feliz.
Tienes un lugar donde dormir, tu familia, comida, quizá una mascota, etc.
Porque ser verdaderamente feliz no consiste en desear constantemente vivir una vida más feliz, sino en esforzarse y apreciar la que ya se tiene.
Si no profundizas en ti mismo, te darás cuenta de que siempre habrá algo que te faltará en la vida.
Si no estás agradecido por lo que ya tienes, te sentirás desgraciado todos los días de tu vida.
La verdadera felicidad consiste en ser capaz de aceptar las cosas que no puedes cambiar.
La mayor fuente de infelicidad y frustración reside en nuestra incapacidad para cambiar ciertas cosas.
Tal vez tengas algunas imperfecciones corporales que no se pueden arreglar o insuficiencias en tu pasado o presente que tampoco se pueden cambiar.
Pero, aun así, te esfuerzas por cambiarlos.
Te niegas a aceptar el hecho de que no puedes hacer nada al respecto y estás convencido de que sólo serás verdaderamente feliz si consigues que las cosas cambien.
Tu cuerpo, mente y alma se niegan a aceptar las cosas que no puedes cambiar, y te conviertes en prisionero de tu propio dispositivo.
Te retiras del mundo real creando otro para ti en el que te sientes lo suficientemente cómodo como para fantasear con otra realidad en la que las cosas son diferentes, en la que las cosas son mejores de lo que son ahora.
Cuanto más intentas esconderte y escapar, más desgraciado te sientes. Y entonces te preguntas:
¿Qué es la verdadera felicidad? ¿Seré feliz alguna vez si no consigo cambiar todas esas cosas que aparentemente no se pueden cambiar?
La palabra mágica es ACEPTACIÓN.
Hay muchas cosas en el mundo sobre las que no podemos influir.
Esas cosas son superiores a nosotros mismos y podemos intentarlo con todas nuestras fuerzas, pero aun así no lo conseguiremos. Y eso es lo bonito.
La belleza reside en la aceptación, porque esas cosas no están hechas para cambiarlas.
Están destinados a hacernos únicos y especiales. Deben enriquecer nuestra vida enseñándonos valiosas lecciones.
Son imperfecciones cuyo principal objetivo es ser reconocidas y aceptadas, no alteradas.
Porque la verdadera felicidad no consiste en ser perfecto, sino en convertirse en la mejor versión de uno mismo.
La verdadera felicidad es darse cuenta de que todo lo que ocurrió en el pasado no te define.
Todos y cada uno de los acontecimientos y momentos de tu pasado forman parte de ti, pero no te hacen ser tú.
Eres una combinación de millones de procesos que tuvieron que ocurrir para evolucionar y convertirte en lo que eres hoy.
Tu vida está hecha de miles de pequeños caminos (algunos triviales, otros más importantes), pero cada uno de ellos ha contribuido a que seas quien eres.
La vida no es perfecta. Las relaciones no son perfectas. Los trabajos no son perfectos. Nosotros no somos perfectos.
Nada en esta vida puede considerarse perfecto porque cada cosa tiene sus aspectos positivos y negativos.
Cada persona tiene sus manías y sus defectos, y ser verdaderamente feliz no significa borrarlos para siempre.
La verdadera felicidad no consiste en en busca de la perfección en todos sus sentidos, ¡se trata de trabajar duro para convertirse en la mejor versión de uno mismo!
El maquillaje perfecto, el peinado perfecto o el cuerpo perfecto no existen.
Existe, pero sólo en los medios de comunicación. La verdadera felicidad no consiste en cumplir las normas de los medios de comunicación, sino en crear las tuyas propias.
La verdadera felicidad es darte cuenta de que eres un ser humano perfectamente imperfecto.
Porque la verdadera felicidad no consiste en buscar la perfección, sino en aceptar la imperfección y hacer todo lo posible por convertirse en la mejor versión de uno mismo.
Es cuidar de tu bienestar, pasar tiempo con tus seres queridos y la gente que te inspiranAlimentar los verdaderos ideales, mejorar todos los aspectos de tu vida y darte cuenta de todas esas pequeñas cosas que significan mucho.
Es comprender que tu papel no es llegar a ser perfecto de acuerdo con unas normas imposibles, impuestas por otros, sino realizar tu propio potencial, mover los límites, superar tus miedos, etcétera.
La verdadera felicidad no viene de tenerlo todo a tu disposición, sino de darte cuenta de lo poco que realmente necesitas para ser verdaderamente feliz.
Se trata de darse cuenta de que no hay otro tú en todo el maldito mundo y eso es lo que te hace verdaderamente único y especial.
La verdadera felicidad es darse cuenta la hierba no es más verde al otro lado de la valla.
Siempre habrá alguien que tenga algo mejor, más grande que tú, y eso no significa necesariamente que sea verdaderamente feliz.
Esto no significa que la única forma de que seas verdaderamente feliz sea que tengas lo mismo que ellos o que tengas la misma vida que ellos.
No todo es lo que parece.
En la vida de toda persona, relación o matrimonio, hay montones de altibajos, momentos felices y momentos menos felices, pero a veces nos negamos o somos incapaces de verlo.
Vemos lo que queremos ver. Creemos lo que queremos creer.
Y la verdadera felicidad reside en la capacidad de cuestionar lo que se ve y desafiar lo que se cree.
Para ser verdaderamente feliz hay que centrarse en uno mismo y ver el conjunto de las cosas, en lugar de estar celoso del éxito de los demás.
Que otra persona tenga un buen coche o una casa grande no significa que sea mejor que tú.
Que otra persona tenga el pelo o las uñas bonitas no significa que tú seas menos guapa.
Que alguien haya terminado la universidad no le hace menos inteligente ni menos capaz.
No todos tenemos la posibilidad de acabar la universidad, comprar un buen coche o ir al salón de belleza más caro.
Y está en nuestra naturaleza humana sentir envidia de quienes sí tienen la oportunidad de conseguir todo esto.
Pero lo que a menudo olvidamos es que esas cosas no son un requisito previo para la verdadera felicidad.
Cada persona tiene sus propios antecedentes y luchas, así que compararse con los demás y querer lo mismo que ellos es la mayor ilusión.
Cada persona tiene su propia respuesta a la pregunta: ¿Qué es la verdadera felicidad? y no hay una respuesta única para todos.
"La belleza está en los ojos de quien la contempla". - Platón
La persona que observa decide lo que le parece bello o lo que le parece "feliz".
Así pues, lo que es bello y digno para ti puede no serlo para otra persona.
Y así es como nos enamoramos unos de otros y del mundo que nos rodea.
Observamos todo con nuestras propias gafas, únicas e invisibles, que nos ayudan a dar forma a nuestras propias creencias, a cuestionar las cosas y a evolucionar.
Puede que tu aspecto natural no sea nada especial para ti, pero para otra persona puede ser lo primero en lo que se fije y le guste de ti.
Tu personalidad introvertida o extrovertida puede ser algo de lo que te avergüences, pero para otra persona puede ser la razón por la que quiera salir contigo.
Puede que tu sonrisa no signifique mucho para ti, pero para otra persona puede significar el mundo.
Y eso es la verdadera felicidad:
Abrazar en lugar de criticar. Apreciar en lugar de anhelar.
Vivir el momento en lugar de evocar el pasado o contemplar el futuro. Creer.
Véase también: 25 afirmaciones positivas para la felicidad y el éxito