Que tu familia se rompa delante de ti es una de las experiencias más traumáticas para cualquier niño.
Debería saberlo porque es algo por lo que pasé después de que mis padres se separaran.
Sin embargo, lo que no sabía entonces era que su divorcio me ayudaría mucho en la vida.
Lo que no sabía era que me enseñaría algunas cosas cruciales sobre las relaciones que no habría tenido la oportunidad de aprender de otro modo y aquí están 6 de ellas.
1. No todas las relaciones están hechas para durar toda la vida
Seamos realistas: ninguno de nosotros se casa con una estrategia de salida ya planificada.
No prometemos amarnos hasta que la muerte nos separe a menos que realmente creamos en los votos que estamos diciendo o si sentimos que nuestro matrimonio no tiene fecha de caducidad.
Sin embargo, las cosas no siempre acaban como las planeamos.
Puedes estar convencido de que alguien es la persona junto a la que envejecerás pero, al final, resulta que no está destinado a ser tuyo.
La cuestión es que no todas las relaciones están hechas para durar toda la vida, por mucho que lo deseemos.
Algunas personas están ahí para ayudarnos a atravesar una determinada etapa de la vida o para enseñarnos una lección.
Una vez que han terminado su trabajo y han cumplido su misión, los perdemos, aunque eso era algo que nunca podríamos imaginar que ocurriera.
2. Y eso está bien.
Y todo eso forma parte de la vida. No, que tu relación termine o que tu matrimonio se venga abajo no es el fin del mundo.
Sí, es doloroso y devastador.
Sí, a veces sientes que todas tus peores pesadillas se han hecho realidad, pero estas cosas simplemente ocurren.
Y simplemente no hay nada que puedas hacer al respecto en lugar de aceptarlo y sacarle el máximo partido.
3. Siempre es mejor alejarse que permanecer en una relación tóxica
Otra cosa que el divorcio de mis padres me enseñó es a nunca permanecer en una mala relación o junto a un hombre que no puede darme lo que necesito.
No me malinterpretes, no estoy diciendo que debas huir a la primera señal de inconveniente o que no debas luchar por tu relación, pero tampoco significa que debas permanecer en una relación insana que está convirtiendo tu vida en un infierno.
He aprendido que alejarse de alguien que ya no me hace feliz es siempre una buena idea, independientemente de lo que te digan al respecto.
Estar solo siempre es mejor que estar en una relación en la que te conformas con menos.
Empezar de nuevo y estar soltero siempre es mejor que permanecer al lado de alguien que te hace desgraciado.
4. Tu historia con alguien no debería ser una razón para quedarte a su lado
Cuando se pone fin a una relación sentimental y, sobre todo, a un matrimonio, obviamente se tiene mucha historia con la persona que se deja atrás.
Se trata de alguien con quien has pasado por muchas cosas y con quien estabas construyendo una vida en común.
Sin embargo, ésta no debe ser la única razón por la que decidas permanecer a su lado.
Sí, puede que haya muchas cosas que os unan a los dos: hijos, una hipoteca, una casa, un negocio juntos... Sí, esta persona se ha convertido en tu zona de confort.
Sin embargo, no puedes pasarte una eternidad rememorando los recuerdos felices si el presente dista mucho de ser bonito.
No puedes quedarte al lado de alguien sólo por tu pasado si no ves tu futuro a su lado.
5. Por desgracia, el amor no siempre es suficiente
Cuando era pequeña, creía en los cuentos de hadas.
Creía que todo lo que se necesita para un final feliz es que el chico al que amas te corresponda.
Bueno, el divorcio de mis padres me demostró lo contrario.
Me demostró que hay otras cosas más importantes además del afecto mutuo, como el esfuerzo, el compromiso, el respeto, el aprecio y, lo más importante, la compatibilidad.
Me ayudó a ver que tu amor no puede cambiar a alguien a menos que él mismo decida hacerlo.
Ese amor no puede compensar algunas diferencias cruciales entre las personas.
Me hizo darme cuenta de que a veces, el amor no es suficiente y que por sí solo no puede hacer que una relación funcione.
6. Sobrevivirás
Cuando atraviesas una ruptura brutal, piensas que es el fin del mundo.
Estás convencido de que es un dolor al que no podrás sobrevivir y no ves ninguna esperanza de volver a recomponerte.
Bueno, ¿adivina qué? Mi madre y mi padre sobrevivieron a su divorcio.
Sí, al principio los dos estaban destrozados, pero al final se curaron. Y ahora son más felices que nunca.
Así que, si ellos pudieron curarse de perder a la persona con la que una vez quisieron pasar toda su vida, ¿quién soy yo para pensar que no podré superar a un chico cualquiera que intentó romperme el corazón?
¿Quién soy yo para no tener fe en que sobreviviré a todos los dolores emocionales que me depare la vida?