Cuando se trata de nuestras emociones, todos tenemos un objetivo común. Todos queremos hacer lo que sea para evitar que nos rompan el corazón.
Y cada persona utiliza estrategias diferentes para proteger su corazón.
Algunos optan por actuar sin corazón con todos los que les rodean, para que nadie tenga siquiera la oportunidad de hacerles daño.
Algunos toman la decisión de no enamorarse nunca y no dejar entrar a nadie, pensando que eso les ayudará a protegerse.
En cualquier caso, todos tenemos el objetivo de mantenernos alejados de todos y de todo lo que pueda rompernos el corazón, porque todos sabemos lo dolorosa que es esta experiencia.
No importa si te rompieron el corazón en el pasado o si viste a alguien cercano pasar por esto. La cuestión es la misma: es lo último que desearías que te ocurriera.
Y sin duda, curar un corazón roto requiere mucha fuerza y valentía. Nunca ocurre de la noche a la mañana, y siempre es un proceso difícil que no todos pueden soportar.
Pero, ¿qué ocurre cuando eres tú quien tiene que romper su propio corazón?
¿Cuando sabes que tienes que tomar una decisión que objetivamente es la correcta? ¿Pero sabes que esa decisión te hará pedazos?
¿Qué ocurre cuando quieres a alguien hasta la médula pero sabes que no es la persona adecuada para ti?
¿Cuando quieres a alguien, pero sabes que no sois compatibles y que nunca os llevaréis bien? ¿Cuándo sabes que nunca tendrás un futuro con esa persona?
¿O cuando amas a alguien que ya está tomado y prohibido para ti, y sabes que estar con él está más que mal?
¿Qué pasa cuando amas a alguien que no te quiere lo suficiente¿Y sabes que tienes que alejarte de ellos por tu propio bien?
¿O cuando estás locamente enamorado de alguien, pero simplemente sabes que debes alejarte de él si quieres salvarte?
En estos escenarios, eres muy consciente de que te romperás el corazón hagas lo que hagas.
Si te quedas con esta persona, sabiendo que no debes y sabiendo que es una mala idea, sabes que te harás desgraciado.
Por otro lado, si los dejas, sabes que sufrirás sin ellos y los echarás de menos, aunque esa haya sido la mejor decisión que hayas podido tomar.
Sabes que pasarás por una enorme cantidad de dolor emocional y que tú serás la causante de tu propia miseria.
Y hagas lo que hagas, sabrás que llegará un momento en el que probablemente te culparás de todo. Que te sentirás culpable por causarte tanto sufrimiento.
Pero a veces, todo esto simplemente hay que hacerlo. A veces, hay que rompe tu propio corazón por tu propio bien.
Y no te voy a mentir: para hacer esto hace falta más valor del que crees, y no es nada fácil. De hecho, es probablemente una de las cosas más valientes que harás en tu vida.
Pero hay momentos en los que algo así simplemente hay que hacerlo y en los que no tienes otra salida si quieres salvarte.
Hay momentos en los que tienes que hacerte daño ahora por el bien de tu felicidad futura. Cuando el único camino para sanar tu corazón es rompiéndolo.
Y créeme: aunque al principio te arrepientas de haber tomado esta decisión, al final verás que era la correcta.
Con el tiempo, verás que ha merecido la pena.
Y te darás las gracias por haber hecho lo que había que hacer.
Pero, sobre todo, estarás orgulloso de ti mismo. Siempre que mires atrás, estarás orgulloso de ti mismo y de tu valentía.
Estarás orgulloso de haber tenido el valor suficiente para hacer lo que sabías que te haría daño.
Orgullosa de haber sido lo bastante fuerte para proteger tu corazón y a ti misma a tiempo, antes de que fuera demasiado tarde.
Y verás que cada sacrificio emocional que hiciste valió la pena.